“Desaparecé challenge”: alerta por un reto viral que le propone a los chicos irse de sus casas durante 48 horas “sin dejar rastro”
En los últimos días, creció la preocupación en grupos de WhatsApp de padres y madres por un “desafío” que circula entre adolescentes; la propuesta, surgida en las redes sociales, es que se ausenten de sus hogares sin avisar, dejen de responder el celular y no vayan a ningún lugar donde puedan reconocerlos; que la familia haga la denuncia y el caso llegue a los medios “suma puntos”
- 9 minutos de lectura'
En los últimos días, la advertencia se difundió en grupos de WhatsApp de madres y padres y en redes sociales de colegios. A través de folletos digitales y mensajes reenviados decenas de veces, se leían textos como este: “CUIDADO. Desaparecer por 48 horas: reto viral en TiktTok. Incita a los jóvenes a salir de su casa y permanecer sin contacto con sus familiares durante un lapso de 48 horas sin dejar ningún rastro”.
Los especialistas consultados por LA NACION subrayan que si bien este “reto” viral no es nuevo (se inició en 2017 en México) y no tienen conocimiento de casos que hayan ocurrido en la Argentina, el que actualmente se haya puesto la temática sobre la mesa es una oportunidad para que las familias se informen de los peligrosos desafíos que circulan en las redes. En ese sentido, abrir canales de comunicación con las chicas y los chicos para facilitar la prevención resulta clave.
¿En qué consiste el “desaparecé challenge”? Convoca a adolescentes y jóvenes a desaparecer dos días sin previo aviso y sin tener contacto con nadie, especialmente sus familiares. En otras palabras, no deben volver a sus casas, ni ir al colegio o a cualquier otro lugar donde puedan reconocerlos. Tampoco deben responder el celular ni dar señales de ningún tipo. El objetivo es que la búsqueda se haga viral en las redes sociales, que las familias hagan la denuncia y que el caso llegue a los medios de comunicación, lo que hace que los chicos “ganen puntos”.
¿Quiénes son los jóvenes más vulnerables a caer en este tipo de retos? Soledad Fuster, psicóloga y directora del postítulo Prevención y Abordaje del Grooming de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), sostiene que son aquellos que:
- Intentan transmitir un mensaje a sus familias, decirles algo que hasta el momento no ha sido escuchado o comprendido (“porque los chicos transmiten lo que sienten de muchas maneras y, por diferentes motivos, no siempre logramos entenderlos”). Ante esa situación, pierden el registro de los riesgos a los que pueden quedar expuestos.
- Buscan el reconocimiento “social” de sus pares, reforzando la pertenencia al grupo a través de la demostración de “lealtad”. Esto puede deberse a dificultades para entablar vínculos de amistad fuertes y duraderos, inseguridad y baja autoestima.
- Intentan ocupar o sostener un lugar de poder y reconocimiento frente al grupo de pares destacando su “valentía” y “fortaleza”.
“En los últimos dos casos, la preocupación familiar extrema no es contemplada por los adolescentes, sino que constituye solo el instrumento para cumplir el reto y alcanzar el objetivo ‘social’”, subraya Fuster.
Por su parte, María Zysman, psicopedagoga y fundadora del Libres de Bullying, asegura: “En un país donde desaparecen personas con frecuencia, como en México o Argentina, y donde la desaparición de un hijo es algo temido por todos los padres, este reto golpea el punto más vulnerable de las familias”.
En ese contexto, la especialista considera que el que la alerta se haya activado “sobre todo en chats de mamis” y en las escuelas, es una buena excusa “para hablar del tema en casa”.
“Los retos se reciclan permanentemente”
Hay desafíos que, como el “desaparecé challenge”, se hicieron muy conocidos años atrás pero vuelven a ponerse en agenda tiempo después. Sobre ese punto, Hernán Navarro, abogado y presidente de Grooming Argentina, aclara: “Debemos entender que no hay retos viejos o nuevos: se reciclan permanentemente. Un reto que fue furor en 2017 se puede repetir en 2023 o 2040″.
Para el abogado, otra cuestión clave a subrayar es que “no son exclusivos de ninguna red social”. Si bien muchas veces se habla de TikTok, ya que es la plataforma donde en su momento surgieron los primeros desafíos, está lejos de ser el único espacio donde se difunden. “Se pueden originar en cualquier plataforma digital, incluso en las plataformas beta, es decir en aquellas versiones no oficiales que son copias de las originales, donde no existen administradores ni moderadores y aumenta el grado de vulnerabilidad”.
Los retos virales no son nuevos. En los últimos años fueron muchos los que llegaron, incluso, a cobrarse la vida de niñas, niños y adolescentes alrededor del mundo: desde la Ballena Azul (uno de los más conocidos) a otros vinculados con prácticas sumamente riesgosas como las autolesiones o la asfixia.
A comienzos de este año, la Policía Cibernética de Ciudad de México lanzó una alerta por el riesgo que sufrían las chicas y los chicos con el “reto del clonazepam”, un desafío basado en consumir ese ansiolítico para intentar “luchar” contra sus efectos permaneciendo despierto, y que provocó varios casos de intoxicación en México.
En todos los casos, los que subyace es una búsqueda de pertenencia a ciertos grupos y de identidad, en una etapa de gran vulnerabilidad como la adolescencia. Aunque muchas veces los “desafíos” no alcanzan a una gran cantidad de chicos y chicas, las búsquedas en TikTok, por nombrar solo una de las redes sociales más utilizadas por los más jóvenes, dan cuenta de la alarmante tendencia: al día de hoy los hashtags “desaparece challenge” y “desaparecer challenge” suman 42 millones de visualizaciones, mientras que “desaparecer” a secas tiene 335,6 millones y “clonazepam” 98 millones.
Zysman cuenta que aunque no llegó a su consulta aún ningún caso vinculado al “desaparecé challenge”, sí le pasó durante las charlas que suele dar en colegios que varias chicas y chicos sacaron el tema y dijeron conocerlo. “Este reto en particular tiene un ‘plus’ que es evaluar o tomar conocimiento de cuán importante soy para mis padres, porque acá se los involucran directamente, a diferencia de otros desafíos. Es decir, ver cuánto tardan mis padres en darse cuenta que no estoy y cuánto los moviliza a hacer una campaña para buscarme. Eso es muy grave”.
Y agrega: “Además, está la búsqueda de popularidad entre sus pares, lo que habla de una inseguridad y falta de autoestima. Es decir, hay un medirse con compañeros y con adultos. En general, lo primero que hace la familia es difundir la búsqueda en redes sociales y se empieza a compartir la foto. Cuantos más likes y más compartidos, más consiguen el desafío, porque lo que se pretende es que la búsqueda se haga visible”.
Navarro tampoco conoce un caso vinculado al “desaparecé challenge”. Pero detalla: “Sí tuvimos que lamentar víctimas fatales por la Ballena Azul. Recuerdo un padre en Entre Ríos que quiso ser voluntario de nuestra organización porque el hijo murió a causa de ese reto, que lo llevaba a autolesionarse”. Es por ello que el abogado subraya: “No hay que perder de vista que los retos virales constituyen una de las más graves amenazas a los niños, niñas y adolescentes en el ecosistema de Internet por el nivel de daño que producen”.
¿A dónde van durante esas 48 horas?
Fuster considera que una cuestión central en torno al reto de irse de la casa durante 48 está vinculada a preguntarse quién promueve que las chicas y los chicos lo hagan. “El adolescente, excepto que haya una situación conflictiva con la familia, en general no toma estas decisiones solo, sino que tiene a una ‘amiga’ o ‘amigo’, muchas veces virtual, con quien comparte el secreto”, explica.
“En ese sentido, me parece que es importante pensar quién podría estar del otro lado de la pantalla incentivando a que participen de estos retos y ofreciéndoles la opción del acompañamiento y alojamiento durante esas horas, porque creo que es una excelente estrategia para la captación de víctimas, por ejemplo, para que al desaparecer sostengan un encuentro con una persona que haya conocido a través de las redes sociales. Tenemos que pensar que a lo mejor hay alguien que los está engañando e incentivando para poder captarlos”.
En otras palabras, podría tratarse de un caso de grooming, un ciberdelito que se caracteriza por el acoso de parte de un adulto a niños, niñas y adolescentes a través de internet para obtener algún tipo de gratificación sexual o imágenes sexuales.
Cómo hablar del tema en casa
¿Cómo pueden abordar los padres y las madres la problemática de los retos virales con sus hijos e hijas? Los especialistas sugieren:
- Animarse a habilitar la temática y no esquivarla: “Lo que sugiero es arrancar con la pregunta básica: ‘¿cómo te fue hoy en Internet?’ Para abrir el diálogo horizontal en una familia e ir hacia los reconocimientos de las tendencias. Muchas veces hay un grado grande de desconocimiento por parte del mundo adulto. Si les preguntamos a padres y chicos qué retos conocen, los chicos dirán 100 y los padres y madres 3. Por eso, hay una asimetría en el grado de información”, señala Navarro.
- Aprovechar cuando las temáticas se instalan en los medios para habilitar la conversación, pero no desde un lugar de “si me entero que llegás a hacer eso te mato”, sino transmitiéndoles a los chicos y las chicas la preocupación que nos genera la noticia y cómo nos sentiríamos nosotros si eso les pasara a ellos. “Podemos hacerles preguntas como: ‘¿vos necesitarías hacer eso?’ o ‘¿sabés lo importante que sos para mí?’”, sugiere Zysman.
- Informarse sobre lo que consumen las chicas y los chicos en Internet y sobre las tendencias: “Lo primero que tenemos que hacer como familia es estar informados, seguir las noticias y compartirlas con los chicos para que puedan identificarse con esa situaciones y no se refuerce el ‘a mí no me va a pasar’”, aconseja Fuster.
- Entender que la crianza en los entornos digitales es fundamental: “No hay diferencias con los entornos físicos: el espacio digital es un espacio más donde los chicos y las chicas desarrollan sus vidas. Los peligros a los que se exponen y los riesgos son reales. Por esos los adultos tenemos que interesarnos e involucrarnos en las actividades que hacen en esos espacios”, recuerda Fuster.
- Aunque los chicos nos aseguren que “nunca lo harían”, igual es bueno charlar sobre los retos virales en general. “Siempre va a aparecer un reto nuevo. No hay que sembrar el pánico, pero sí hablar del tema”, dice Zysma.
- Estar atentos a las señales de alerta que nos indican que los chicos “no la están pasando bien” en las redes o Internet: “Cuando vemos que están muy angustiados cuando miran sus teléfonos o que les cambia la cara al llegarles una notificación, cuando no sabemos en qué andan, les cambia la conducta y hábitos como el sueño o el apetito, tenemos que preguntarnos qué está pasando”, concluye Zysman.