Dependencia a los videojuegos: cómo evitar que los chicos se pasen todas las vacaciones frente a las pantallas
Este mes entró en vigor la clasificación de la OMS que considera la adicción a los videojuegos como un trastorno de salud mental; más allá de los casos extremos, algunos consejos para prevenir el uso excesivo que hacen los jóvenes de la tecnología
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Finalmente y después de casi dos años de haberlo anunciado, ya entró en vigor. A partir del 1º de este mes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) oficializó como un trastorno de salud mental la adicción a los videojuegos, que fue incorporada en la revisión número 11 de la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Conexos (CIE-11). Allí, se la incluye entre otras adicciones como al alcohol, la cocaína, los opioides y los sedantes.
Aunque no está relacionada con el consumo de sustancias tóxicas como las mencionadas y pueda sorprender que se la haya puesto en el mismo listado, las y los especialistas subrayan que la adicción a los videojuegos es un trastorno que también genera alteraciones químicas en el funcionamiento del cerebro, sobre todo en los más jóvenes, impactando en un sinfín de aspectos de su vida cotidiana. En otras palabras, la tecnología es un producto adictivo y hay que considerarlo y tratarlo como tal.
Más allá de los casos extremos, psicólogos y psiquiatras consideran que la noticia de la OMS implica un llamado de atención para madres y padres: que haya chicas y chicos que se pasen la mayor parte del día conectados a las pantallas, no es un hecho aislado, sino una problemática recurrente en miles de hogares argentinos. Con el verano, las vacaciones y la ruptura de las rutinas, este fenómeno se profundiza aún más.
“Siempre en esta época del año llegan muchas consultas de padres preocupados por cómo manejar esto con los chicos. Por otro lado, la pandemia tuvo un impacto muy importante”, señala Laura Jurkowski, psicóloga y directora de ReConectarse, un centro especializado en el tratamiento de las tecnoadicciones. Otro fenómeno que observa con preocupación es la baja en la edad de las consultas: “Cada vez vienen a edades más tempranas. Tenemos consultas de chicos que están en los últimos años de primaria. Antes no había tantas: en general, llegaban más adolescentes del último año del colegio o jóvenes en la franja entre los 18 y 30″.
La especialista considera fundamental hacer una distinción entre una adicción y una dependencia al uso de las pantallas, que es lo más frecuente. ¿Cuántos padres y madres ven a niñas, niños y adolescentes que están horas sin salir de su cuartos, que se niegan a hacer otras cosas porque “se aburren” y que estallan cuando se intenta ponerles límites en el uso de los dispositivos tecnológicos? “La dependencia se da cuando los chicos dedican una gran cantidad de tiempo a jugar y dejan de lado otras actividades que antes eran de su interés. Si bien esto genera problemas en su vida cotidiana, pueden continuar con la misma: por ejemplo, aunque baja el rendimiento escolar, no dejan la escuela”, explica Jurkowski. Las adicciones, en cambio, impactan de forma aún más notoria en las rutinas, las obligaciones, los vínculos interpersonales, la concentración y la salud.
¿Por qué las vacaciones son una época especialmente complicada? La directora de ReConectarse, responde: “Desde mi experiencia, mientras los chicos van al colegio tienen algunas horas en las que obligatoriamente están fuera de la computadora o las pantallas. En cambio, en esta época del año no tienen una actividad reglada, un orden, y eso repercute mucho”.
Señales de alerta
Jurkowski, que es autora de Efecto pantalla: cómo lograr el equilibro digital (editorial Lea), enumera algunos signos de alarma a los que madres y padres deben prestar atención, y que pueden indicar que sus hijas o hijos están desarrollando o ya desarrollaron una dependencia a los videojuegos:
- Baja en el rendimiento escolar. Se llevan más materias o bajan notablemente sus notas, aunque no lleguen a perder el año.
- Sin otro interés. La psicóloga prefiere no hablar de una cantidad de horas específicas frente a las pantallas, sino poner el foco en cuando eso se convierte en su único interés y “no hacen prácticamente nada más”. El juego pasa a ser lo más atractivo y pierden las ganas de hacer actividades que antes disfrutaban, como deportes o hobbies.
- Irritabilidad y discusiones constantes. Se manifiestan cuando se les intenta poner límites en el uso de la tecnología o se les proponen otras actividades.
- Sueño irregular. Prácticamente no duermen de noche y tienen los horarios invertidos. No se trata de episodios ocasionales, sino que esto se convierte en un hábito.
- Pocas relaciones cara a cara. Su único vínculo social o todas sus relaciones pasan a estar mediadas por la pantalla. También puede presentarse una retracción social de familiares y amigos.
- Único tema de charla. Cuando el único tema de conversación son los videojuego o quieren terminar otras actividades rápidamente para volver a la casa y jugar.
- Mentir acerca del tiempo que están jugando. También puede ocurrir que desobedezcan constantemente los límites de tiempo que se han establecido.
Consejos para madres y padres
Para poder prevenir e intervenir a tiempo, la directora de ReConectarse ofrece algunos consejos para madres y padres:
- Límites claros. Es fundamental que las madres y los padres les pongan límites claros a los chicos respecto del uso de la tecnología. Por ejemplo, estableciendo reglas razonables acerca del tiempo que pueden dedicar a usar la computadora o el celular, y las consecuencias cuando no cumplen lo preestablecido. “A veces sirve hacer contratos, hasta por escrito: negociar y que todo quede bien claro”, aconseja Jurkowski.
- Incentivar otras actividades. Una forma de prevenir es que tengan recursos alternativos a la pantalla y no todo pase por ahí. En vacaciones muchos padres tienen que seguir con sus rutinas y hay chicos que se quedan muchas horas solos en su casa sin una actividad extra: ahí aumentan los riesgos. Por eso, la psicóloga enfatiza que ayudarlos a encontrar otras actividades e intereses alternativos (aunque se nieguen y digan que “se aburren” o “no les interesa”) es un rol importante que deben cumplir los adultos.
- Armar calendarios. Un consejo es que padres y madres armen junto a sus hijas e hijos calendarios donde incluyan las actividades para cada día, con momentos sin y con pantallas, y también que se los incentive a participar de las cosas de la casa de acuerdo a su edad.
- Prestar atención a los modelos que se transmiten. Es importante prestar atención a cuál es el uso que los padres y las madres hacen de la computadora, teléfonos y demás dispositivos electrónicos. Si las chicas y los chicos nos ven permanente conectados sin prestarle atención a otras actividades, les estamos dando una señal.
- Encontrar un equilibro. Para muchas niñas, niños y adolescentes, los videojuegos son un momento de encuentro con amigos, y consideran que poder participar de los mismos es una forma de “no quedarse afuera”. Por eso, es importante buscar un equilibro: no se trata de negarles que puedan hacerlo. “A veces colabora el poder hablar con los padres de los amigos para tratar de poner límites en conjunto. La idea no es que no jueguen y queden fuera, pero sí ponerles un límite y explicarles aunque no les guste. Como en todo, los padres tienen que tomar conciencia de la necesidad de limitar esto”, dice Jurkowski.
- Evitar las maratones. Con respecto al tiempo que es recomendable que pasen frente a las pantallas, la psicóloga considera que “es variable, ni hablar cuando estamos en vacaciones”. Una de las cosas que sugiere, es evitar las “maratones”. Si les vamos a permitir jugar cuatro o cinco horas por día, que no sean seguidas: proponerles que jueguen un rato, corten y hagan otra actividad. Es importante que se generen recreos.
- Diferenciar las actividades que se realizan. No es lo mismo estar todo el tiempo viendo videítos de forma pasiva, que tutoriales que ayudan a realizar otras actividades fuera de las pantallas, como aprender un idioma, hacer gimnasia o una receta.
- Regular el sueño. Jurkowski enfatiza que lo ideal es que durante la noche y sobre todo al momento de irse a dormir, lo último que uno hagan sea jugar en las pantallas, porque las luces estimulan al cerebro y les dan una información contraria a la que uno necesita para conciliar el sueño. Pero advierte: “La verdad es que es muy difícil decirles que no jueguen a la noche, porque es el momento de encuentro con sus amigos, sobre todo en la adolescencia. Hay que ver cada caso: se puede permitir algunos días y otros no, ponerle límites de horarios y monitorear que no esté despiertos toda la noche”.
- Generar canales de diálogo. Fomentar el diálogo y generar conciencia sobre el uso responsable de internet es clave. Se sugiere ser claros, firmes y explicar por qué, poniendo énfasis en todos los riesgos a los que se exponen cuando están conectados (como el grooming, por ejemplo). “Poner límites no implica ser agresivos ni repetitivos a morir. Hay que ser concisos, porque sino dejan de escucharte”, sugiere la especialista. Y agrega algo que considera clave: “Es importante que los chicos sientan que somos receptivos y que pueden acudir a nosotros cuando tengan algún problema en Internet. Si nos mostramos agresivos, no lo van a hacer”.
Más información
ReConectarse: Es un centro de tratamiento de adicción a la tecnología. En su web puede encontrarse más información sobre la problemática. También están en Facebook.