Del campo a la ciudad: docentes que hacen todo por seguir educando en cuarentena
Visitar las casas de los alumnos para llevarles las tareas impresas, armar contenidos personalizados por WhatsApp o dictar clases a través de la radio escolar. Estas son solo algunas de las estrategias que miles de maestros y profesores argentinos tuvieron que poner en práctica en medio de un contexto tan imprevisto como excepcional: desde hace casi dos meses las escuelas dejaron de funcionar tal y como las conocemos. La cuarentena para prevenir la propagación del COVID-19 hizo que, de un día para el otro, los métodos de enseñanza y aprendizaje tuvieran que adaptarse a las barreras que imponen la distancia y la escasez de recursos, sobre todo en el caso de aquellos estudiantes que no cuentan con Internet y, algunas veces, tampoco con señal de teléfono.
En el país, el 19,5% de los alumnos de primaria y el 15,9% de los de secundaria no cuentan con acceso a Internet en el hogar, según el último informe del Observatorio Argentinos por la Educación. E incluso, entre quienes sí tienen conexión, puede que no sea la adecuada para poder mantener clases a distancia.
LA NACION le propuso a sus lectores enviar historias de docentes y directores que dan todo de sí con el objetivo de seguir garantizando el derecho a la educación de sus estudiantes, conteniendo a las familias y construyendo vínculos de ayuda mutua. Del norte al sur del país, compartimos algunas de ellas.
Noemí Medina: "La radio se convirtió en un espacio de aprendizaje mutuo"
- Edad: 45 años.
- Institución: Escuela Nº 829 Sixto Sena.
- Localidad: Paraje Pampa Sena, Chaco.
En el paraje rural de Pampa Sena, a 25 kilómetros de Tres Isletas, en Chaco, está la escuela Nº 829 Sixto Sena. Allí, en un entorno verde y arbolado, asisten 16 alumnos al nivel inicial, 37 a la primaria y 56 a la secundaria. Es la única institución en la zona que tiene oferta educativa para el nivel secundario, por lo que chicos y chicas de distintos parajes recorren varios kilómetros cada día para poder asistir a clases.
Desde que empezó la cuarentena, su directora, Noemí Medina, que tiene 45 años y desde hace 25 es docente, empezó a pensar la mejor manera de seguir llegando a todos su estudiantes, ya que las familias no tienen Internet en sus casas y solo unas pocas cuentan con señal de celular o datos para poder acceder, por ejemplo, a WhatsApp.
Junto al acompañamiento de la asociación civil Voy con Vos–que trabaja en 20 escuelas rurales en la zona de Tres Isletas y El Impenetrable para garantizar el derecho a la educación–, surgió la idea de continuar las clases a través de la radio de la escuela. "En estos programas de dos horas estoy en contacto con los saberes de los estudiantes, sus dificultades e inquietudes sobre las diferentes materias y contenidos que ellos me van a haciendo llegar, cuando pueden y logran acceder a señal, por mensajito de texto", cuenta Noemí.
Según el Observatorio Argentinos por la Educación, en el nivel primario hay siete provincias argentinas donde un tercio de los estudiantes o más no cuentan con Internet en su hogar: Santiago del Estero (40,7%), Formosa (37,7%), San Juan (36,1%), Catamarca (35,0%), Misiones (35,0%), Chaco (33,5%) y Corrientes (33,3%).
Además de los contenidos escolares, la radio se convirtió en un medio –en muchos casos, el único– para informar a las familias sobre la pandemia y los métodos de prevención. Otra herramienta que usa Noemí son los "canticuentos" (cuentos grabados) con actividades. Además, elaboró junto con su equipo docente cuadernillos personalizados para cada estudiante, teniendo en cuenta sus trayectorias y dificultades, y guiándose por las propuestas de la plataforma del Ministerio de Educación de la provincia y de la Nación.
En Pampa Sena viven 15 familias. La mayoría de son jornaleras, se dedican a la cría de aves de corral o elaboran carbón, mientras que una minoría son puesteros en campos de la zona. "Lo que más me gusta del trabajo docente es el contacto que tengo a diario con las familias, sus realidades, su cultura e idiosincrasia, y la vocación que hace que ejerza lo mejor que pueda mi tarea para mejorar los aprendizajes y la calidad educativa de los alumnos", dice Noemí, que vive en la escuela junto a su esposo e hija.
El año pasado, la directora de Pampa Sena fue premiada como Maestra Ilustre por la Provincia de Chaco por el Ministerio de Educación. Lo que más le preocupa de la poscuarentena es que los estudiantes no hayan podido "conectarse con el saber" debido a múltiples barreras: "Algunas familias no pueden acompañarlos por lo quehaceres hogareños o en monte, y muchos papás y mamás no saben leer o escribir. Por otro lado, la falta de conectividad y señal imposibilita que uno pueda hacer un seguimiento y acompañamiento significativo a distancia", cuenta Noemí. Y concluye: "La respuesta de los chicos al programa de radio me motiva a seguir creciendo en esto que para mí es nuevo. Espero que se sumen más familias y que podamos reconocer a la radio escolar como un espacio de crecimiento personal y aprendizaje mutuo".
Nancy Sánchez: "WhatsApp se convirtió en un gran aliado"
- Edad: 53 años.
- Institución: Escuela Nº 4 D.E 2 Amadeo Jacques.
- Localidad: ciudad de Buenos Aires.
Nancy Sánchez nunca se imaginó que una aplicación, WhatsApp, podría llegar a convertirse en su aliada fundamental –indispensable– para dar clases, en su "lazo de encuentro" con sus alumnos y familias en un contexto donde la contención, aunque sea a la distancia, es clave.
La escuela en la que enseña es la Nº 4 Amadeo Jacques, en Palermo, pleno corazón de la ciudad de Buenos Aires. Aunque se trata de una de las jurisdicciones donde, según el último informe de Argentinos por la Educación, los alumnos cuentan con mayor conectividad a Internet en sus hogares (de los que asisten a nivel primario o secundario solo un 7,2% no dispone del mismo), Nancy explica que un número considerable de sus estudiantes no tienen este recurso.
"Un 30% son familias del conurbano, las mamás trabajan como empleadas domésticas en Palermo y deciden llevan a sus chicos a la escuela cerca de su trabajo. Son nenes que se levantan muy temprano y todas las comidas las hacen en la escuela. Otros, son hijos de encargados de edificios del barrio y un porcentaje más pequeño de los padres son profesionales", cuenta Nancy, que es docente de 4º y 5º grado.
A partir de 5º grado los chicos tienen netbooks y se pueden conectar a internet con cualquier wifi de una escuela estatal que esté cerca de su casa, lo que les facilita el acceso a la plataforma virtual donde se dictan las clases. Sin embargo, con los de 4º grado se complicó, ya que no cuentan con esa posibilidad y, en muchos casos, tampoco tienen computadoras en sus casas. "Dependemos de si algún familiar tiene celular, el tema es que tenga datos", resume Nancy.
Frente a esa realidad, los docentes se organizaron para mandar actividades dos veces por semana, para que les sea más fácil encontrar la forma de bajarlas, y Nancy se ocupa de realizar las videollamadas por Whatasapp desde su teléfono, así sus alumnos no gastan datos. Son clases particulares o en grupos pequeños, pero por esa aplicación. "Tengo horarios para trabajar de forma individual y, en otros casos, junto a dos o tres chicos que tienen las mismas dificultades. En hojas armo ‘pizarrones’ y se los voy mostrando en la pantalla: después, les saco fotos y se las mando para les queden", describe Nancy.
Nancy, que se recibió de docente a los 40 años (antes había estudiado para maestra jardinera), dice que su tarea y la del equipo de la escuela Amadeo Jacques va mucho más allá de garantizar los contenidos pedagógicos. Entre otras cuestiones, los docentes se organizaron para llevarle a aquellas familias que no pueden retirarlos, casa por casa, los bolsones de alimentos que entrega el Gobierno en las escuelas. "Algunas viven en el conurbano y no tienen para cargar la SUBE. Con los maestros juntamos dinero entre todos para darle una mano a aquellas que están en situación de mayor vulnerabilidad", cuenta.
Mantener los vínculos entre los docentes, alumnos y familias es para ella indispensable. "Los chicos esperan todos los días las videollamadas para verte. Cuando están todos frente a la pantalla yo salgo y entro como si estuvieran en el aula y digo: ‘¡Buenos días, quinto grado!’. Esos detalles chiquitos para ellos son re importante", concluye la docente.
Benoit Andrieu: "Hay familias que viven en medio de la meseta, sin luz eléctrica"
- Edad: 38 años.
- Institución: Centro Educativo Agrotécnico (CAE) de la Fundación Cruzada Patagónica.
- Localidad: Valle de Cholila, Chubut.
Benoit Andrieu es jefe de enseñanza práctica, docente de maquinaria y de prácticas profesionales en el Centro Educativo Agrotécnico (CAE) de la Fundación Cruzada Patagónica en el Valle de Cholila, Chubut. Creado en 2008, asisten 170 estudiantes, de los cuales 70 viven en sus residencias. Estos chicos y chicas viven en parajes rurales de la meseta chubutense como Cushamen, Fofo Cahuel, Costa del Lepa y Aldea Epulef. Muchos de ellos no tienen acceso a Internet ni señal de celular en sus hogares, y otros ni siquiera cuentan con luz eléctrica.
En el nivel secundario, las mayores proporciones de alumnos sin acceso a Internet se encuentran en Salta (29,7%), Catamarca (29,5%), Formosa (29,5%), Misiones (29,4%), Corrientes (28,9%), Jujuy (28,7%), San Juan (27,8%), Santiago del Estero (26,8%) y Chaco (26,1%).
En este audio, Benoit cuenta la cadena solidaria que ser armó entre las familias para poder llegar con los contenidos escolares hasta aquellas que se encuentran más aisladas.
Claudia Manzano: "Todo es muy a pulmón: eso me llena el corazón"
- Edad: 48 años.
- Institución: Instituto Secundario Privado Olegario Víctor Andrade (Ispova)
- Localidad: Villa Retiro, Córdoba.
El Instituto Secundario Privado Olegario Víctor Andrade (Ispova) está a las afueras de Córdoba Capital, en el barrio de Villa Retiro. Es una zona periurbana y varios de los alumnos de la escuela –que tiene nivel inicial, primario y medio– viven en parajes o pequeñas localidades entorno a la ruta A 74, como Colonia Caroya, Colonia Tirolesa y Santa Elena.
"Es una zona de ruta, con poblaciones chicas en donde el transporte es el colectivo de larga distancia. Varias de las familias tienen problemas de conectividad o falta de computadora, por lo que las condiciones no son optimas para mantener una escuela en marcha desde la virtualidad", cuenta Claudia Manzano, psicopedagoga, docente de psicología en 5º año y directora del nivel medio, a donde asisten 612 alumnos.
Claudia explica que en la escuela hay "mucha diversidad". Aunque es de gestión privada, tiene una cuota accesible y sus alumnos son tanto hijos o hijas de dueños de campos de la zona, como de empleados de esos establecimientos. "También tenemos muchos estudiantes de familias de origen boliviano, algunos trabajan en oficio, otros son profesionales. Es una clase media castigada, de trabajadores", resume la docente.
Durante los primeros días de la cuarentena, con las librerías y cibers cerrados, la posibilidad de que los cuadernillos que los docentes preparan llegaran a los alumnos sin conexión a internet, se dio gracias a una red de colaboración que fueron tendiendo estudiantes, docentes y familias de las comunidades.
"Tenemos unos alumnos cuyos padres son dueños de un comercio que vende alimentos y, por ende, permaneció abierto todo el tiempo. Ellos, que sí tenían Internet, se ocupaban de bajar el material en sus casa, imprimirlo y llevarlo al comercio para que lo retiren sus compañeros. Fue una forma solidaria que encontramos de llegar a todos", describe Claudia. Con aquellos alumnos con conectividad, que son la mayoría, se trabaja en clases virtuales. Con los que no pueden acceder a las mismas, se usa WhatsaApp. "Los mismos chicos o los docentes compartimos datos de celular con aquellos que no tienen. Todo es muy a pulmón: eso me llenó el corazón", dice Claudia.
Verónica Palaoro: "Hoy somos más psicólogas que maestras"
- Edad: 45 años.
- Institución: escuela N° 8 Ricardo Gutiérrez.
- Localidad: paraje Zapiola, Lobos, provincia de Buenos Aires.
El lunes posterior a que el presidente Alberto Fernández anunciara por cadena nacional el inicio de la cuarentena, diez alumnos de la escuela N° 8 Ricardo Gutiérrez, en el paraje de Zapiola, provincia de Buenos Aires, se presentaron a clases. Allí, en Lobos, a 100 kilómetros del obelisco, sin televisor o Internet, no se habían enterado de nada: ni del aislamiento obligatorio, ni de la amenaza de la pandemia.
"La mayoría de las familias trabajan en los tambos de leche, pero hay otras que hacen changas", describe Verónica Palaoro, docente de 5º y 6º y directora de la escuela que tiene 50 alumnos. Y sigue: "El día que empezó la cuarentena, cuando algunos alumnos que no cuentan con ningún medio de comunicación en sus casas vinieron a la escuela, las docentes les explicamos a las familias sobre la pandemia y les preparamos una serie de actividades para que se llevaran, porque no sabíamos qué iba a pasar".
Para hacerles un seguimiento, ella quedó a cargo de ir a ver a esos 10 estudiantes sin conexión cada 15 días (los 40 chicos restantes, tienen acceso a celulares con WhatsApp), cuando les lleva los bolsones de alimentos y las tareas, y de comunicarse con sus vecinos si surgiera algún tipo de necesidad.
Cuando salgo a recorrer el campo y los chicos ven mi camioneta viejita y salen corriendo a recibirme: ¡Ahí viene la señorita!
Uno de los proyectos que surgió durante la cuarentena fue una "huerta virtual", una idea de la escuela Ricardo Gutiérrez que el distrito de Lobos tomó para implementar en otras instituciones. Como la mayoría de las familias cuentan con WhatsApp, las instrucciones se dictan por ese medio y las semillas que recolectaron gracias a un aporte del INTA se distribuyen junto con los bolsones de alimentos. Aquellas familias que no tienen celular, reciben las instrucciones impresas de manos de Claudia. Las que no tienen espacio en su jardín, pueden hacer la huerta en macetas. El objetivo es que nadie se quede afuera.
"Hay mucha carencia de alimentos, entre otras. Algunos no tienen para comer, yo me comunico con el municipio que va y los abastece. Todo por WhatsApp, porque no hay señal en Zapiola. Solo dos familias tienen teléfono fijo", describe la directora.
Dice que su preocupación es que, si la cuarentena se alarga, haya más chicos que pierdan sus medios de comunicación, ya que algunas familias no están pudiendo pagar Internet o no pueden reparar celulares rotos. "Con las docentes, imprimimos de nuestro bolsillo los cuadernillos que faltan y se los llevamos –explica Claudia–. Tenemos que contener a las familias continuamente, manteniendo la comunicación para ver cómo se sienten. Lo pedagógico es importante, pero hoy somos más psicólogas que maestras".
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por FUNDACION LA NACION (@fundacionlanacion) el