"Dejé de tartamudear y publiqué mi primer libro"
Cuándo llegás a la cárcel la realidad se te da vuelta. Ahí se termina de destruir el magro tejido social con el que contaba tu vida, para hacer lugar a un mundo de violencia estatal en el que sos prescindible, lleno de marginación y falta de oportunidades.
El penal es una cosmopolis que luego empezás a conocer, se te hacen carne sus rutinas, sus dinámicas y el número en que te convertís. El sistema no te ofrece nada por sí mismo que te permita proyectar un futuro diferente.
Aprovechar el tiempo
Cuando decidí hacer algo con ese tiempo muerto me anoté en un taller de poesía de la organización social YoNoFui, porque mis compañeras me dijeron que en esos momentos de taller se sentían como si estuvieran "afuera".
Al principio no me animaba a escribir, tampoco mucho a conversar, tenía un tartamudeo crónico que no me permitía hablar de corrido.
Todo eso que vivíamos cada lunes se fue haciendo parte de mí, los mates que tomábamos, la franqueza de cada crítica constructiva, me permitieron poder pensarme de otra manera. Esa fuerza femenina de lucha y resistencia colectiva me alimentaba.
Me fui descubriendo en todo lo que podía hacer y generar. Con el tiempo dejé de tartamudear, empecé a leer mis propios textos, pude sacar todo afuera y sentirme libre. Vino la oportunidad de publicar mi primer libro, Obligado tic tac, con una editorial cartonera del Sur.
Luego pensé que podía hacerlo yo, y así nació Bancáme y punto, la primera editorial cartonera surgida en una cárcel de mujeres. Y con el tiempo nacieron mi segundo y tercer libro.
En mis salidas transitorias por estudio fui al taller de periodismo Tinta Revuelta de YoNoFui, donde me capacité en redes sociales y data management en una alianza con Arbusta Impact Outsurcing.
Hoy, ya en libertad, soy docente de ese mismo taller de poesía del que participaba, parte del equipo de redacción de Tinta Revuelta, la community manager de las redes sociales de YoNoFui.
También sigo ligada a Arbusta en diversos proyectos tecnológicos, gracias a las capacitaciones en mis salidas transitorias, al trabajo colectivo, a la contención y a las oportunidades de poder hacer otra vida en la que pude reconstruirme desde la destrucción más absoluta y edificarme desde los escombros.
La autora estuvo presa en Ezeiza
Liliana Cabrera