De marihuana a psicofármacos: cuáles son las sustancias que más consumen los adolescentes porteños
El alcohol, el tabaco y la marihuana encabezan la lista; casi el 20% de los adolescentes escolarizados tomó o toma tranquilizantes o estimulantes, según un estudio hecho por el Gobierno de la Ciudad en secundarias públicas y privadas
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De la caja de medicamentos de su casa. Así fue como Vera obtuvo los comprimidos de Valium que empezó a consumir antes de ir a la escuela. Estaban en el mismo recipiente en el que la familia guardaba paracetamol, ibuprofeno, antiespasmódico y algún antibiótico que había quedado a medio tomar.
La adolescente de 15 años empezó tomando medio comprimido algunos días. Buscaba aliviar la angustia que le generaba el alto nivel de exigencia escolar. Pocas semanas después, la ingesta empezó a ser diaria. Cuando su mamá descubrió el faltante de medicación, entendió enseguida que la razón por la que su hija estaba todo el día somnolienta no era biológica sino química.
El caso de Vera está lejos de ser excepcional. Según un estudio hecho por la Dirección General de Políticas Sociales en Adicciones del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, el 2,5% de los adolescentes que van a las escuelas secundarias porteñas consumió psicofármacos sin prescripción médica en algún momento de su vida.
El trabajo, que mide el consumo de sustancias psicoactivas en chicos y chicas de escuelas medias durante 2022, muestra que la sustancia que más consumieron en algún momento de su vida es el alcohol: alcanza al 59%. Le siguen el tabaco (21,6%); la marihuana (16%); los inhalantes, como algunos químicos o sustancias como nafta y pegamento, (3,9%); y la cocaína y los psicofármacos sin prescripción médica, ambos con el 2,5%.
Los resultados del estudio, que consistió en un cuestionario de más de 100 preguntas, similar al que se utiliza en países como Uruguay o Chile revelan que la ingesta problemática de sustancias se da en un contexto en el que casi el 20% de los chicos y chicas consumió alguna vez tranquilizantes o estimulantes.
El 12% de los estudiantes afirmó haber consumido tranquilizantes como, por ejemplo, Rivotril, Alplax, Lexotanil o Valium alguna vez en su vida. De ese total, el 61% consumió por indicación médica, el 22% los tomó por su cuenta, y un 9% los tomó primero recetados y luego continuó por su cuenta.
Por otra parte, un 7% afirmó haber consumido alguna vez estimulantes como Prozac o Ritalina. De ellos, el 66% lo tomó por indicación médica, el 15% lo hizo por su cuenta y un 6% tomó primero con receta y después siguió por su cuenta.
“La pregunta que surge es si, en este contexto de fuerte medicalización de nuestros adolescentes, se están tomando los recaudos necesarios para evitar que consuman, a su vez, otras sustancias como el alcohol, cuya ingesta está muy extendida entre los chicos, con una percepción de riesgo bastante baja”, analiza Jésica Suárez, directora del organismo a cargo del estudio.
El alcohol fue, justamente, la sustancia más consumida durante los 30 días previos a la realización del estudio: el 45,1% afirmó haber ingerido bebidas alcohólicas en el mes anterior al estudio. La bebida preferida había sido el vodka, consumida por el 64,3% de los adolescentes. Le siguen el fernet (60,8%), los aperitivos (54,3%), el vino (40,9%) y la cerveza (39,7%).
“A veces, ante la iniciativa de trabajar el tema de la prevención en la escuela, se escuchan opiniones que sostienen que no es necesario hacerlo entre los más chicos. Pero a la luz de estas cifras, es claro que es una problemática que requiere mayor trabajo”, sostiene Suárez.
Los resultados del estudio, que fue realizado tanto en escuelas públicas como privadas, muestran algunas de las marcas que dejó la pandemia sobre los adolescentes. Con el agravamiento de los cuadros de salud mental en niños, niñas y adolescentes después del aislamiento de 2020, la circulación de psicofármacos se volvió más extendida en muchos hogares argentinos. Pero, según los expertos, esta mayor accesibilidad no siempre está debidamente controlada.
“La pandemia agravó algo que ya venía sucediendo en el país, que es el alto nivel de población medicada con psicofármacos, con y sin prescripción médica”, sostiene Carlos Damin, jefe del servicio de Toxicología del Hospital Fernández.
Según el especialista, esa cifra aumentó después del aislamiento tanto en adultos como en chicos. “Esto sucede, en parte, porque los médicos argentinos prescribimos este tipo de medicamentos con mucha facilidad. Y también, por otro lado, porque muchas farmacias los venden sin receta”, alerta el especialista.
Este escenario de base, considera Damin, propicia que los niños, niñas y adolescentes accedan con mucha facilidad a tranquilizantes y estimulantes. “No necesitan ir a un mercado negro para conseguirlos. Muchas veces, están en sus casas, al alcance de cualquiera”, ejemplifica.
El informe de la Dirección General de Adicciones también indaga en la edad de inicio en el consumo de sustancias psicoactivas. Mientras que la ingesta de marihuana comienza, en promedio, a los 15,2 años, el de cocaína a los 14,8 años, el de tabaco a los 14,3 años y el de alcohol a los 14 años, el consumo problemático de psicofármacos es más precoz: se inicia a los 13,5 años, al igual que en el caso de la pasta base.
En algunas ocasiones, el acercamiento a los psicofármacos tiene que ver con “adormecer” el dolor emocional que genera determinada situación. “Hay gente que dice: ‘Siempre llevo un clona (N. de la R. en alusión al Clonazepam) conmigo por las dudas’. Esto también se da en los chicos. Cuando una situación los angustia, muchas veces necesitan un alivio inmediato y recurren a tomar medicación sin prescripción que encuentran en sus casas. O bien, si toman medicación por indicación médica, aumentan la dosis”, explica María Eugenia Saavedra, profesora titular de la asignatura “Diagnóstico y abordaje de las crisis infantojuveniles” del ciclo de formación profesional de la Licenciatura en Psicología de la Facultad de Psicología (UBA).
Según la especialista, los largos meses de aislamiento en 2020 tuvieron un costo alto en la psiquis de muchos adolescentes argentinos. “En muchos casos, ante las gravedad de los cuadros que empezaron a llegar a las consultas, se hizo necesario complementar el tratamiento psicoterapéutico con algún tipo de medicación de manera temporaria”, explica Saavedra, agregando que es clave regular el tiempo de medicación para evitar cualquier tipo de dependencia. “Este proceso debe estar siempre supervisado y controlado por un médico”, agrega.
Pero no siempre la ingesta problemática de psicofármacos es la prolongación sin control de tomas que se iniciaron a partir de una consulta médica. Muchas veces tiene que ver con diversificar los consumos. “Es muy frecuente, por ejemplo, mezclar estas sustancias con alcohol. A veces, por pura experimentación y, en otras, por la presión del grupo. En un contexto de fuerte caída de la autoridad de los adultos, el peso de los pares aumenta”, agrega la experta.
Hace algo más de un mes, los amigos de Salvador llamaron a su papá por teléfono para que lo fueran a buscar a una fiesta porque el chico de 17 años no podía mantenerse en pie. Sus padres lo recogieron pero, al ver que no reaccionaba, lo llevaron a una guardia. Cuando los médicos lograron estabilizarlo, el chico contó que había tomado un Clonazepam con alcohol. El objetivo era bien concreto: buscaba llegar más rápido a la borrachera.
“La mezcla de alcohol y psicofármacos envalentona. Es muy usual esta combinación para cometer delitos”, analiza Damin, quien recuerda que según el último estudio de la Sedronar, el 14,1% de las personas entre 16 y 71 años había consumido psicofármacos alguna vez. “Somos los mayores consumidores de tranquilizantes y estimulantes en América Latina. Que los adolescentes tengan mayor acceso a ellos no es casualidad”, concluye.
Más información
- Para informarte sobre las señales a las que hay que estar alertas y cómo acompañar a un familiar que tiene consumos problemáticos, podés navegar la guía de LA NACIÓN sobre adicciones.
Dónde pedir ayuda:
- La línea 108 opción 3 funciona todos los días, las 24 horas. También se puede acceder al servicio vía chat, a través de Boti, escribiendo cualquier palabra que remita a un consumo problemático
- El Hospital Fernández está en Av. Cerviño 3356, CABA. Su servicio de Toxicología tiene guardia todos los días, las 24 horas. Los consultorios externos funcionan de lunes a viernes de 8 a 20 y la atención de primera vez es por demanda espontánea. Teléfonos: (011) 4808-2655 o 4801-7767.
- Línea 141: Es un servicio telefónico de primera escucha y asistencia inmediata de la Sedronar. Es anónimo y gratuito, funciona las 24 horas, los 365 días del año. Brinda información, atención y acompañamiento para situaciones de consumo de sustancias. Cuenta, además, con contención diferenciada para los familiares y entornos afectivos que realizan consultas.
- Narcóticos Anónimos: brinda atención de manera libre, gratuita y confidencial las 24 horas del día a través de su línea: 0800-333-4720. WhatsApp: 1150471626. Desde su página web se puede asistir a una reunión virtual.
- Fundación Niños sin Tóxicos: Fundartox realiza prevención, diagnóstico, asistencia e investigación vinculadas a vinculadas al consumos problemático de sustancias de sustancias psicoactivas; también brindan acompañamiento y asesoramiento a familiares. WhatsApp: 11-4404-8004.
- Fundación Manantiales: se dedica a la investigación y tratamiento de personas con adicciones. Por la emergencia sanitaria, ofrecen grupos gratuitos para quienes tienen problemas de adicciones y familiares de forma online. Comunicarse por WhatsaApp al 11-5582-4000 o al 11-2655-8000.