Julia es viuda y no tiene hijos; de jueves a sábados, hace un show en la esquina de Cerrito y Corrientes; trabajó 40 años en el rubro gastronómico, pero si no sale a cantar, el dinero no le alcanza para una dieta especial y algunos remedios que necesita para tratar un cáncer
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Su nombre real es Ámbar Ayelén Imoberdoff pero eligió “Julia” como su apodo artístico para cantar en la esquina porteña de Cerrito y Corrientes, justo frente al Obelisco. En el cartel que apoya sobre el parlante puede leerse una explicación impactante: “Hola soy Julia, tengo 72 años y soy jubilada. Canto para poder llegar a fin de mes”. Canta, como dice el escrito hecho a mano, todos los jueves, viernes y sábados.
Lo empezó a hacer hace un año y medio. Fue cuando empezó a notar que la jubilación mínima no le alcanzaba para comprar la comida diaria y la medicación que necesita por su estado de salud. “A mí, la jubilación me alcanza para vivir 10 días, para el resto del mes me las tengo que ingeniar”, le cuenta Julia a LA NACION desde su casa en la ciudad bonaerense de Guernica, municipio de Presidente Perón.
Hoy, Julia dedica sus tardes y noches a cantar tango en esa esquina emblemática porteña. Dice que llega a juntar la plata suficiente para llegar a fin de mes. “Regreso a casa a las dos de la mañana. La gente me apoya en lo que hago y eso me pone contenta. Hoy soy feliz con un plato de fideos”, asegura Julia, que usa lo que gana en comida, medicamentos para tratar un cáncer y el mantenimiento de sus mascotas. Cantar, además de su pasión, hoy se ha vuelto su única opción.
“Tengo varios problemas de salud y necesito la plata”, explica Julia, que llegó a Buenos Aires desde Entre Ríos cuando cumplió los 18. Perseguía el sueño de ser artista. Finalmente, su vida laboral la transitó en el mundo gastronómico. Aunque se jubiló a los 60, su último trabajo lo tuvo hasta hace cuatro años. Cocinaba en un restaurante de Palermo porque “seguía necesitando un ingreso”.
Sin embargo, sin un empleo, enseguida notó que su jubilación no era suficiente para vivir. “Un día me puse a hablar con una chica que cantaba en el tren, me ofreció unirme a ella y se me ocurrió que podía ser una buena salida. Canté un tango y la gente me aplaudió”, recuerda Julia.
Empezó a cantar en una peatonal de Lomas de Zamora, donde continuó haciéndolo hasta noviembre del 2023. Luego, se mudó al Obelisco. “Con la plata que ganaba me permitía comprarme comida. Yo tengo cáncer de colon y necesitaba comer alimentos que no podía pagar porque no me alcanzaba” dice y agrega: “Fue la gente que se frenaba a escucharme la que me daba de comer”.
Hace seis años que Julia vive sola en la casa que su marido, que era maestro mayor de obras. No tuvieron hijos y de su familia solamente le quedó una hermana que también es jubilada y a la que ella ayuda todos los meses. “Aunque me jubilé a los 60 tuve que seguir trabajando porque en casa necesitábamos ayuda y José, mi esposo, había empezado a tomar por los problemas familiares que tenía”, cuenta. Cuando ella tenía 66 años, José falleció de cirrosis: “Yo lo amaba y quería ayudarlo pero no pude. Cuando murió, yo solo seguí trabajando”, añade.
A lo largo de su vida, trabajó como ayudante de cocina y cocinera en diferentes hoteles y restaurantes. Aunque trabajó casi 40 años, Julia asegura que se jubiló con la mínima porque varios de sus empleadores no hicieron los aportes. Por su jubilación, en los últimos meses Julia venía cobrando unos $105 mil más un bono de $55 mil, pero con la actualización anunciada estos días, en marzo pasará a cobrar $134.446 más un bono de $70 mil.
“Sin este ingreso extra todo sería muy difícil para mí”, señala y continúa: “Yo estoy sola y tengo mi casa pero tengo que pagar cosas. Tengo miedo por lo que vaya a suceder en el futuro. Mi vida es más cara por mi enfermedad y la jubilación no alcanza por sí sola”.
Al igual que Julia, para muchos adultos mayores de 60 años la realidad argentina se volvió muy complicada y se vieron en la necesidad de rebuscarselas con un ingreso extra. En 2023, el 28% de los adultos mayores activos accedieron a empleos precarios (el promedio general para toda la población fue del 26,5%), mientras que el 36% tuvo un subempleo inestable (que incluyen trabajos temporarios de baja remuneración o changas, algo que alcanzó al 24,3% de la población general). Los datos son del reciente informe “Escenario laboral 2004-2023: evidencias de la precariedad laboral y de la pérdida de ingresos laborales”, publicado por el ODSA de la UCA.
De jueves a sábado, Julia sale por las tardes de su casa con un carrito en el que carga su parlante. Se toma un tren hasta Constitución y luego un colectivo que la deja cerca de donde comienza su show.
Los días de semana suele volver a su casa a las once de la noche porque empieza a cantar a las siete de la tarde, pero el sábado hay días que llega a las cinco de la mañana. “Ese día hago doble función y como suele irme bien porque es un día muy concurrido, intento dejar de ir los domingos para descansar”, señala.
En la esquina que se para, a veces la ve a Dorita, una mujer de 77 años que baila cuando Julia canta sus tangos y va por las noches para vender pañuelitos. “Yo a veces la ayudo con algo de lo que gano para que se compre leche y yogur porque creo que todo lo que damos, vuelve”, asegura.
Julia comenzó a cantar porque necesitaba pagarse un medicamento que su obra social no le cubría y que salía, hace un año y medio, 35 mil pesos. Gracias a su público lo pudo pagar pero, para ella, hacer un show siempre fue un sueño. “Yo quería cantar frente a mucha gente y lo logré. De joven siempre quise estudiar canto pero no alcanzaba para pagarme las clases”, dice.
Julia planea continuar con su rutina hasta que llegue el invierno. Entonces, cuando haga mucho frío, cree que va a volver a cantar en las calles de Lomas de Zamora por la mañana para que le de el sol. “La gente pasa y me dice ‘Julia, diosa, divina, seguí’ y me hacen sentir mucho mejor y gracias a ellos me va bien”, afirma y sigue: “Gracias a lo que hago puedo cubrir mis gastos. Puedo vivir del canto, un sueño que no pude cumplir de joven pero que hoy me ayuda a comer”.