Vuelta a clases: los desafíos de la escuela pos pandemia
Aunque aún no se sabe exactamente cuándo será el regreso de los chicos y las chicas a las aulas, sí hay una certeza: la escuela no será la misma después de la pandemia. Todos los cambios que impuso la cuarentena obligatoria y que se lograron en tiempo récord, dejan muchas cosas positivas para aprovechar y aprender. Pero también, grandes dilemas: cómo lograr achicar la brecha educativa, que se volvió tan evidente en estos días.
En un contexto que será difícil, con familias golpeadas por la crisis y con la mitad de los alumnos sin wifi ni computadora y por debajo de la línea de pobreza, los desafíos serán muchos. Los especialistas consultados por LA NACION plantearon cuatro ejes que necesitan abordarse con urgencia: universalización de la tecnología, evitar que aumente la deserción escolar, aprovechar la innovación docente y reforzar la inclusión a través del contacto.
"Si hay algo que nos mostró la emergencia de la educación en la pandemia es la necesidad de universalizar el acceso al mundo digital de los niños y adolescentes. Según datos recientes de una encuesta elaborada por Unicef Argentina, el 18% de los adolescentes del país no cuenta con Internet en su hogar, el 37% no tiene una computadora disponible para hacer trabajos escolares y hay grandes disparidades en el contacto de los hogares con las escuelas. Un informe de Argentinos por la Educación muestra que esta brecha es mayor en el nivel primario que el secundario, y que se acentúa en poblaciones más vulnerables.
Cerrar la brecha digital, sin embargo, va más allá de la necesidad de que las familias tengan conectividad y dispositivos en sus hogares. Requiere, también, garantizar ese acceso para los docentes, profundizando al mismo tiempo su formación, para que puedan diseñar experiencias de aprendizaje a distancia con sentido y motivadoras, y aprovechar el potencial de plataformas y recursos digitales para complementar la presencialidad.
Esta etapa de enseñanza remota puso de relieve, también, la importancia de que las escuelas desarrollen la autonomía en los alumnos. La capacidad de "aprender a aprender" es, tal vez, la mayor plataforma de despegue que podemos darles a los estudiantes para desarrollar su propio proyecto de vida. Enseñar a los niños desde el inicio de la escolaridad a organizar sus tiempos, a poner foco, a planificar cómo abordar una tarea nueva, a comprender las consignas y a autoevaluarse se convierte, así, en una prioridad a la que vale la pena dedicarle tiempo y esfuerzo en el contexto de la vuelta a clases.
"La pospandemia profundizará las desigualdades educativas preexistentes: a la ya dramática situación se sumarán las secuelas de un período de desescolarización de casi un año. Las acciones estatales proequidad, como las plataformas de aprendizaje, los cuadernillos para los estudiantes desconectados o la distribución de tablets y netbooks, son un progreso que no compensa las condiciones de origen de los chicos más pobres, los efectos económicos de la cuarentena ni las consecuencias de una desescolarización forzada.
Un gran problema prepandemia era el abandono escolar: la mitad de los estudiantes abandonaba la escuela secundaria; en su mayoría, adolescentes, varones y pobres, siendo el momento de mayor abandono la vuelta de largos recesos, como las vacaciones de invierno y verano. Estos meses de aislamiento generarán un abandono aún mayor. Por otro lado, hay evidencia de que los que no abandonan y vuelven al aula después de un período sin escuela tienen peor desempeño a medida que aumenta su vulnerabilidad socioeconómica.
En tiempos de escolaridad normal, podíamos dudar de los datos que mostraban que no es el estudiante el que deserta sino la escuela la que excluye. El aislamiento muestra que es el sistema educativo quien abandona a chicos cuyo único 'mérito' es haber nacido en las peores condiciones sociales. La vuelta a la escuela requerirá un enorme esfuerzo de redistribución de recursos hacia estos estudiantes y una gran inteligencia pedagógica para incluirlos."
"La conmoción general y personal por la emergencia sanitaria es profunda. Estamos viendo los efectos negativos que nos rodean en lo familiar, personal, laboral y económico, y esperando volver a la 'normalidad'. Pero, ¿qué sería volver a la normalidad? ¿Retomar las relaciones, los vínculos y las obligaciones como si nada hubiera pasado? ¿Será posible eso? ¿O la nueva normalidad pospandemia puede ser, hasta cierto punto, inventada por la mirada de largo plazo que tengamos sobre ella?
No descarto ni desconozco que esta experiencia dejará muchas huellas, profundas y negativas, como ocurre en toda crisis. Pero también sé que las crisis tienen dos lecturas: la de la disrupción que suponen, pero también la de la oportunidad. Me gusta imaginar la pospandemia desde esta última mirada: ¿cuál es la oportunidad que no deberíamos desperdiciar a la salida de la crisis?
El sistema escolar, de cuya necesidad de cambio nadie duda, ha tenido una respuesta maravillosa. Rápidamente, como nunca, se ha avenido a reemplazar la presencialidad del aula por la relación virtual, haciéndose cargo de la necesidad de no dejar desprotegidos a los alumnos negándoles la oportunidad del aprendizaje. Es cierto que en la práctica la solución no es perfecta, que faltan muchas condiciones para lograr la equidad, pero también es cierto que todo el cuerpo docente se ha puesto de pie y ha hecho sus mayores esfuerzos para salir adelante. No perdamos la oportunidad y asegurémonos de que el avance en la inclusión de lo virtual siga presente, mejore y se imponga como uno de los recursos que, mirado en clave pedagógica, dé a los docentes y a sus alumnos más oportunidades de mejores aprendizajes."
"La pandemia irrumpió dando forma a un paisaje desconocido para cuerpos, voces y encuentros posibles. Los límites de esta realidad transgreden temporalidades y espacios, y el presente no deja de transformarse y transformarnos. El desafío de la escuela, en este escenario, es redefinir los contornos de su nuevo 'territorio', pensado como espacio, pero también como enunciación de sentido y de existencia, buscando en su 'esencia' su verdadero horizonte de sentido.
El surgimiento de lo extraordinario nos colocó en una posición de repensar lo colectivo y así lo entendimos con mi equipo de trabajo, conformado por los profesores Natalia Pierotti y Mauro Casero, y la licenciada Leticia Modarelli.
Esa esencia que emergió en una trama de avatares, de urgencias cotidianas, de desencuentros, de rupturas y de ausencias; esa labor genealógica de la educación, que es ni más ni menos el encuentro con el otro. Y en ese encuentro, hoy podemos vislumbrar los trazos que nos permitan pensar aquellas posibles coordenadas donde nuevamente ser y habitar, principalmente aquellos trazos en torno a cómo pensar al otro.
El desafío entonces será comprender que la escuela trasciende lo material, que la escuela habita en el encuentro, en el ser con el otro. Si la escuela abraza y vuelve a generar el vínculo creador de la identidad individual y colectiva necesaria para la construcción de un relato en torno al orden de lo común, entonces, al regreso, las lógicas de la inclusión prevalecerán por sobre las lógicas actuales de lo excluyente."