Crisis en clubes de barrio: la ley que podría ayudarlos no se aplica
"La situación es crítica. Hay clubes que cierran más temprano, que ciertos días no abren o que directamente se 'cuelgan' de la luz, porque no pueden pagarla. A otros no les quedó más opción que aumentar la cuota, lo que hizo que varios socios se desafiliaran. Necesitamos la ley ya". La situación que describe Claudio Rial, presidente de la Unión Nacional de Clubes de Barrio (UNCB), es crítica, y la ley a la cual se refiere es la 27.098, de régimen de promoción de los clubes de barrio y de pueblo, sancionada a fines de 2014, pero que continúa sin reglamentarse.
Esta norma nacional tiene como objetivo fortalecer el desarrollo de las instituciones deportivas, sociales y culturales que trabajan por la inclusión social e integración colectiva dentro de una comunidad, a través de la asistencia y el apoyo del Estado.
Sus diferentes artículos establecen una serie de derechos que benefician a estas instituciones, como la creación de un registro de clubes, la asignación de fondos para obras de infraestructura, la inembargabilidad y el derecho a la propiedad de las tierras de aquellas sedes construidas sobre terrenos fiscales y la implementación de la tarifa social básica de los servicios públicos.
La ley fue impulsada y redactada en su totalidad por la UNCB, formada por 2000 clubes del país que buscaban replicar la exitosa experiencia que había tenido la Unión de Clubes de Barrio de Avellaneda, formada en 2007. "La mayoría están muy bien administrados. Pero al ser de barrio no cuentan con demasiados socios o estos no pueden pagar cuotas muy altas. De hecho, varios suelen estar becados. La idea fue mejorar su situación, regularizando y garantizando una ayuda estatal", comenta el dirigente, de 54 años.
Finalmente, el proyecto fue votado por unanimidad en el Senado y debía entrar en vigor el 20 de enero de 2015, con la Secretaría de Deportes, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, como autoridad de aplicación. Sin embargo, la norma nunca fue reglamentada.
Esto significa que la ley pasó por todas las instancias necesarias para ser aprobada por el Poder Legislativo, pero hasta el momento el Ejecutivo no hizo su parte. La reglamentación implica la redacción completa de un artículo que permita, por ejemplo, la creación de un organismo o establecer un determinado mecanismo para acceder a un beneficio. También aborda cuestiones de tipo administrativo o presupuestarias.
"En su momento, todos los diputados y senadores se pusieron la bandera de los clubes de barrio, pero después parece que se olvidaron. Supuestamente, para 2016 había destinados 13.000.000 de pesos de presupuesto, estipulado por el Congreso. Pero nunca vimos esa plata", se lamenta Rial, y agrega: "Los primeros meses de ese año fueron muy duros. Si cuando escribimos la ley ya sufríamos con las tarifas, los tarifazos nos pusieron en jaque".
Según la UNCB, en un período de cinco meses, a varios clubes les llegó un aumento de casi 300% en la factura de electricidad, por lo que cerca de 400 instituciones estuvieron al borde de cerrar sus puertas. Como si fuese una escena de Luna de Avellaneda, la famosa película de Juan José Campanella, miles de estas instituciones se vieron obligadas a replantearse seguir funcionando. Algunos vendieron las concesiones de sus buffets, mientras que otros están considerando la clausura.
Irónicamente, el club en el cual el director de cine se inspiró y filmó gran parte de sus escenas, Juventud Unida de Llavallol, fue noticia en 2016 cuando su tesorera, Liliana Reboredo, advirtió que podían cerrar debido al incremento de las tarifas de luz, que pasaron de 2924 pesos a 8713 pesos. Solo algunas instituciones recibieron la tarifa social, con un 40% de descuento, un beneficio que dependía de la jurisdicción gubernamental o municipal en donde estuvieran ubicadas.
Un papel indispensable
Fútbol, básquet, patín, artes marciales, talleres artísticos, ajedrez y un sinfín de actividades culturales y lúdicas dan vida a los miles de clubes que existen en todo el país.
"Un chico dentro de un club es uno menos en la calle. Somos un medio por el cual los jóvenes forman vínculos y proyectos de vida. Nosotros somos la tercera pata de contención: la familia, la escuela y el club", enumera Rial.
Las autoridades del Club Biblioteca Artigas, en el barrio de Agronomía, fundado en 1941, destacan la relevancia de estas instituciones, tanto en la actualidad como a lo largo de la historia del país. "Hay que recordar que en ciertas épocas eran los únicos lugares donde se podía votar y hablar de política", reflexiona Alberto Barabaschi, presidente de esta institución con 500 socios, reconocida por su gran biblioteca, con cerca de 2000 libros, algunos del siglo XIX.
Paola Fonteboa, secretaria y profesora de arte de la entidad, asegura: "No solo les acercamos valores a través del deporte. También lo hacemos con nuestros talleres culturales y las clases de apoyo escolar que ofrecemos". Además, destaca las amistades que se generaron gracias a este grupo común. "Los fines de semana suelen reunirse los socios vitalicios, la mayoría jubilados, para encontrarse con sus amigos de toda la vida", explica Fonteboa, cuyos dos hijos también son socios.
El Club Los Pumas de Moreno, con casi 600 afiliados y construido sobre un terreno baldío, debe desarrollar sus actividades en circunstancias más complicadas. "Acá el contexto de los chicos es de extrema pobreza y tienen una total falta de contención. Cuando empezamos, en 1988, la crisis económica dejaba a muchas familias del barrio sin trabajo y a los chicos, en la calle", recuerda Darío Alejandro Rodríguez, presidente de la comisión de deportes.
"La economía no mejoró demasiado, pero por lo menos ahora tienen un lugar donde estar. Y no solo para jugar al fútbol, sino también para ser acompañados y aconsejados. Estamos muy orgullosos de lo lejos que llegaron mucho de los chicos", sostiene Rodríguez.
La realidad de los clubes de barrio no es homogénea, ya sea por la zona donde están ubicados o por la cantidad de socios. Lo que es poco para algunos puede ser mucho para otros. Sin embargo, Gustavo Acosta, representante de clubes en el Consejo Asesor del Deporte de CABA, identifica una problemática en común: "Claramente, todos sufren con las tarifas de servicios públicos. No es solución aumentar la cuota, porque los socios no pueden pagarla".
Para Acosta, también presidente del Club Fénix de Villa Devoto, con más de 600 socios y 81 años de historia, la ley funcionaría como un paraguas legislativo que permitiría a las instituciones barriales garantizar su funcionamiento en el tiempo.
Sobre la traba que impide la reglamentación de la ley, Claudio Rial lo define: "Es un tema de presupuesto para el Estado. Los recursos para su aplicación tienen que salir del Tesoro de la Nación y la situación económica no ayuda". Pero para el dirigente está lejos de ser una justificación válida. "También hay falta de voluntad por parte del Poder Ejecutivo para ver cómo solucionarlo y dejan pasar el tiempo. Arrancamos este proyecto de ley tratando de mejorar la infraestructura de los más de 10.000 clubes del país. Hoy simplemente tratamos de sobrevivir", concluye.
Formas de ayudar a estas instituciones
En la plataforma Change.org, podés sumar tu firma a la petición "Ley nacional de clubes de barrio: reglamentación ya", para reclamar la implementación de esta norma nacional. Ya llevan reunidas más de 3000 firmas.
También podés ayudar a estas instituciones a través de diferentes donaciones:
- El Club Biblioteca Artigas necesita pecheras para los equipos y libros. Más info: artigasclub@gmail.com .
- El Club Fénix necesita materiales deportivos como pelotas, conos y pecheras para los chicos de futsal infantil. Teléfono: 11-3145-9574.
- El Club Los Pumas de Moreno solicita materiales de construcción para acondicionar su cancha de fútbol 11 y terminar de construir un quincho que usarán para alquilar en eventos y así generar un ingreso fijo. Necesitan alambrados, cementos, ladrillos y pintura. Más info: daniel_leti@yahoo.com .