Creó un proyecto de artesanías que la ayudó a salir de la violencia
Soledad Yáñez empezó su camino como emprendedora como una forma de escapar de una relación violenta que duró casi 15 años. Hace 10, luego de terminar el secundario impulsada por sus hijos mayores, Micaela, Jimena y Facundo, comenzó a tomar clases de tejido y, después, de porcelana.
Así nació Alma Libre. "El nombre de mi emprendimiento representa como me siento ahora; ya no dependo de otro y puedo hacer lo que me gusta", asegura la mujer de 42 años que vive en Villa Floresta, Salta, y que ganó un premio por su proyecto de tejidos y adornos y tazas de porcelana.
Soledad trabajó desde los 16 años, como forma de escapar de un contexto familiar violento. Fue cajera de supermercado y empleada doméstica hasta que conoció a su expareja que prometió sacarla de la violencia. Sin embargo, tan solo una semana después de convivir, comenzó a abusar física, verbal y sexualmente de ella. "Todo era a cambio de sexo: si quería una revista de corte o de tejido, teníamos que tener relaciones", recuerda entre lágrimas.
"Había días en los que no nos daba plata ni para comer", cuenta. Impulsada por su psicóloga del momento y el amor de sus hijos, Soledad pudo alejarse del hombre que la maltrataba. Además, siendo madre soltera, emprendió el desafío de terminar la secundaria, en el marco del programa Ellas Hacen (hoy, Hacemos Futuro), y empezó talleres de tejido y porcelana.
Así fue que empezó a vender sus prendas artesanales de crochet y bordados en ferias, para después incorporar los nuevos productos. Hoy, además vende a través de su página de Facebook y gracias al "boca en boca". "Esto me permitió independizarme, disponer de mi propio tiempo y horarios y compartir más con mis hijos", afirma emocionada.
Impulsada por la organización ProMujer (que ofrece servicios financieros, capacitación y servicios a mujeres en varios países de América Latina), se animó a anotarse en Propulsar, concurso del que fue una de las siete ganadoras. Este premio es una iniciativa de Citi Argentina, Fundación Avina y Fundación La Nación, que premia a los emprendedores y organizaciones que, a través de la innovación, solidaridad y sustentabilidad, buscan generar valor social y económico.
El dinero del premio lo usará para terminar de hacer refacciones en su casa y comprar maquinaria e insumos para seguir creciendo con su emprendimiento. Su próximo objetivo: tener un local propio. "Mis papás y mi ex pareja me hicieron creer que era una inútil, pero hoy, sé que nada es imposible y que con la fuerza y amor de mis hijos, puedo llegar a dónde quiera", concluye Soledad.
Conocé a los demás ganadores del premio Propulsar
- Julián Cáceres Narizzano, de Formosa. Fue uno de los ganadores del Premio al Emprendedor Joven con su proyecto Uglyx, una plataforma de venta de productos hortícolas de productores independientes
- Yhonny Silva, de Santa Fe. Fue otro de los ganadores del Premio al Emprendedor Joven en la categoría Negocios Ambientales Sostenibles. Trabaja con dos iniciativas de potabilización del agua para comunidades rurales, extrayendo agua del Río Colastiné, potabilizándola y distribuyéndola, en cooperación con la Fundación Vida Silvestre
- Isla del Mar Morillas, de Córdoba. Con su emprendimiento Retoma, de diseño social y artesanías, fue la tercera de las ganadoras del Premio Emprendedor Joven, en la categoría de Inclusión Social
- Claudia Guaymas, de Buenos Aires. Elabora juguetes de madera para pedagogía Montessori y Waldorf y fue una de las ganadoras del Premio al Microemprendedor (Categoría Ceibo)
- Gustavo Hidalgo es de Córdoba y tiene una herrería familiar. Fue otro de los ganadores del Premio al Microemprendedor
- Alejandra Raquel Sanchez es de Chaco. Fue la ganadora del Premio Mujer Microemprendedora con Impacto Social por su proyecto en el que prepara comidas caseras para vender a la comunidad