Convocan a 240 familias que quieran cuidar a bebes que viven en hogares
Desde el Programa de Acogimiento porteño llaman a la gente a que se anote para recibir a chicos abandonados o separados de sus padres por orden de un juez; por ahora hay sólo ocho familias
Una cuna, juguetes y un gimnasio para bebes le dan vida a la habitación llena de colores. Ése es el espacio que Eugenia y Gerardo, una familia de tránsito, tienen preparado para recibir a los chicos que cuidan temporariamente. Y ahí está ella, una beba de tan sólo seis meses que llegó a la casa de esta pareja hace tres semanas.
Ellos son parte del Programa de Acogimiento Familiar (PAF) que lleva adelante la Dirección General de Niñez y Adolescencia del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El dispositivo funciona desde 2015 y brinda una alternativa de resguardo para chicos en su primera infancia que, por diferentes motivos, no pueden estar con sus familias de origen.
Actualmente hay sólo ocho familias registradas en el programa. Pero se necesitan muchas más, ya que son 800 los chicos de hasta 18 años que viven en hogares para niños. De esta cifra, 240 tienen hasta 3 años. Si bien desde el gobierno reconocen el esfuerzo y la calidad con la que se trabaja en aquellas instituciones, sostienen que nada es comparable con el entorno familiar.
Ampliar el alcance
Con el objetivo de asegurar el derecho de los niños a vivir en familia, desde el gobierno porteño impulsan la ampliación del programa. Según Gabriela Francinelli, directora general de Niñez y Adolescencia de la ciudad de Buenos Aires, la primera infancia es una etapa sumamente importante para el desarrollo y la evolución de un niño.
"Es el momento en el que los chicos forman la subjetividad, están formando su manera de vincularse y su emoción futura. Todo demuestra que lo mejor en ese momento de la vida de un niño es el cuerpo uno a uno, la vinculación que tiene el acogimiento familiar. Es muy valioso que el chico pueda estar en el seno de una familia recibiendo el afecto, el apego, poder estar en brazos", expresa Francinelli.
Juegan, se miran, se conectan. Durante un tiempo, serán una familia. "Mientras estén con nosotros, nos sentimos con la responsabilidad de cuidarlos como si fueran nuestros hijos", sostiene Gerardo. Eugenia va por más: "Yo sé que no soy su mamá, lo tengo claro. Pero cuando los levanto a upa, cuando los quiero calmar porque lloran o cuando los mimo, yo me siento su mamá. Mamá de tránsito, pero durante ese tiempo soy su mamá".
Para Gerardo, estas experiencias nunca podrían hacerse sin la voluntad de todos los integrantes de la familia. Uno de los requisitos del plan es que los matrimonios tengan al menos un hijo. Eugenia y Gerardo tienen dos cada uno, de matrimonios anteriores. "Nosotros veníamos visitando hogares de niños y hasta habíamos empezado a traer a los chicos a pasar un día a casa. Así que esto fue una apuesta un poquito más grande de lo que ya veníamos haciendo", dice Gerardo.
Siempre se intenta que los bebes estén el menor tiempo posible con las familias de tránsito, hasta resolver su situación de manera definitiva. En algunos casos, los niños pueden ser restituidos a su entorno de origen, aunque la mayoría de las veces eso no sucede y pasan a formar parte de una familia adoptiva.
"Si bien la legislación indica que el tiempo límite debería ser de 180 días como máximo, no siempre es posible. Hay que ver cada caso en particular", explica Romina Martínez, asistente social, integrante del equipo profesional del PAF.
Y agrega: "La idea es ampliar el programa para abordar otras edades, otras problemáticas, porque consideramos que la familia es el mejor ámbito para que se desarrolle un niño".
Eugenia juega con la bebe que tiene a resguardo, sentada en el piso, dentro de la habitación que tiene preparada para recibir a cada chico que llega. No sabe si van a ser varones o mujeres; es indistinto. Amor hay de sobra. "Este programa es para el bebe: lo que nos pase a nosotros cuando el bebe se vaya o lo que les pase a los papás cuando se vayan con el bebe es anecdótico. Lo importante es que el bebe tenga una familia", expresa Gerardo.
La bebe que la pareja está cuidando hace algunos días no es la primera. Es la cuarta. "Es el primer caso que nos llega con seis meses de vida. Los anteriores fueron bebes recién nacidos. Con el primero existieron todo tipo de miedos, desde cómo cuidarlo, cómo íbamos a generar el vínculo hasta de qué forma reaccionaríamos cuando se fuera", cuenta Eugenia.
Diferencias emocionales
Según los profesionales que forman parte del programa, las diferencias en la evolución de un bebe que convive durante un tiempo con una familia de tránsito respecto de los que lo hacen en un hogar de menores son muy marcadas. Y ese es el principal objetivo del programa. "La política de acogimiento familiar hace que el uno a uno favorezca la evolución del chico que está en tránsito. Por ese motivo apuntamos al crecimiento de esta política pública de Estado", subraya Francinelli.
Así lo reafirma también Martínez: "Lo que se ve en los bebes que están alojados en familias es que evolucionan rapidísimo, que crecen muy bien, que empiezan a aumentar de peso. Cambian la mirada, crece su nivel de actividad. Es maravilloso ver de una semana a la otra cómo se acelera el proceso evolutivo de cada chico".
Las familias de tránsito no están solas. Cuentan con el acompañamiento de profesionales que trabajan en el programa durante el proceso del acogimiento y con el de un colectivo de familias que se contienen mutuamente. "Este programa tiene más que ver con lo comunitario. Construye redes que sirven de mucho apoyo, de mucha contención, de compartir las vivencias, de poder empatizar con el otro", afirma Martínez.
Dentro del marco del programa existen también las llamadas familias de apoyo. Son personas que, por distintas razones, no son familias de tránsito, pero colaboran de una u otra forma con las que sí ya tienen a resguardo oficialmente a algún bebe. Eugenia, por ejemplo, trabaja algunas horas y es una niñera la que en ese momento cuida al bebe que vive con ellos. Pero si, por alguna razón, no contaran con la persona, algún miembro de estas familias podría cuidarlo.
"Hay mucho soporte. El programa te da la posibilidad de que haya otra mamá de tránsito o de apoyo que se puede quedar un día con el niño. Siempre alguien te ayuda. Yo tengo una vivencia muy comunitaria del programa. No somos una familia suelta. Somos como muchos locos juntos", explica Eugenia entre risas.
Por otra parte, si bien el programa les asegura a las familias un subsidio para cubrir los gastos básicos que requiera el cuidado del bebe, mucha gente se solidariza con las familias de tránsito y ayuda desde su lugar: "Te preguntan en qué pueden colaborar, te regalan ropita para los bebes o hasta los vienen a visitar", cuenta Gerardo.
Desde la Dirección General de Niñez de la Ciudad de Buenos Aires impulsan ampliar el PAF para incluir chicos de segunda infancia.
Sobre este punto, Francinelli explica: "Nosotros tenemos una mirada escalonada. Queremos poder cumplir primero con todo lo que es primera infancia y luego iremos caminando a lo que es segunda infancia. Para eso hay que aumentar el número de familias, pero también fortalecerlas. No es lo mismo tener un bebe que tener chicos más grandes. Para cumplir ese objetivo, seguimos trabajando de manera conjunta con todos los integrantes del programa".
Cuándo se activa la búsqueda de una familia
Cuando el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, juntamente con un juez, determina que un chico tiene que ser separado de su núcleo de origen por determinado motivo, comienza el proceso de búsqueda de una familia de tránsito. Previamente, las personas interesadas en participar de este programa como cuidadores tienen que estar registradas en el Programa de Acogimiento Familiar (PAF). Los interesados tienen que estar muy convencidos de la decisión de ser familia de tránsito porque implica un esfuerzo y una demanda importantes. Participan de capacitaciones, se someten a un proceso de visitas a sus hogares y a evaluaciones exhaustivas y minuciosas, que son llevadas a cabo por miembros del programa, con asistentes sociales y psicólogos especializados en el área. Una vez finalizado este proceso, los profesionales determinan si cumplen o no con los requisitos para ser una familia de tránsito.
REQUISITOS
Ser mayor de edad y vivir en la Ciudad de Buenos Aires
Tener un mínimo de 18 años y un domicilio comprobable en la ciudad
No estar inscripto en el Registro Único de Aspirantes a Guarda Adoptiva y tener al menos un hijo
Lo que se busca es evitar que la familia tenga intenciones o deseos de adoptar a los menores que acogen
No poseer antecedentes penales ni deuda alimentaria
Acreditar esta documentación
Contar con un espacio adecuado para recibir a un niño
Y una organización familiar que permita acompañar por un tiempo su desarrollo
Tener tiempo disponible para realizar actividades de capacitación y supervisión
Así como colaborar con las estrategias propuestas por los organismos intervinientes
PASOS A SEGUIR
1. Contactar a la Dirección de Niñez y Adolescencia
A través de correo electrónico o de manera telefónica para asistir a charlas informativas
2. Participar del proceso de evaluación
Es un examen psicosocial del grupo familiar
3. Obtener la consideración de aptitud
Luego del proceso de evaluación se las acepta como familias de tránsito
4. Asistir a capacitaciones
Abarcan temas como legislación, cuidados y RCP, y otros
5. Inscripción en el Registro de Familias Acogedoras
Pertenece a la Dirección General de Niñez y Adolescencia
6. Inicio de los proceso de acogimiento
Se garantizan un acompañamiento a la familia acogedora y al niño, la cobertura sanitaria, educativa y recreativa, y apoyo para gastos de manutención