Conversaciones Sub 35. Delfi Pignatiello: “Durante la cuarentena nadie nos preguntó ni cómo están”
A tres meses de su participación en los Juegos Olímpicos y de las críticas que la llevaron a alejarse de las redes sociales para priorizar su salud mental, la nadadora reflexiona sobre los desafíos de lidiar con los haters y las presiones en un ambiente superexigente como el deporte de elite; la reconstrucción de una mujer joven que todavía está sanando
En menos de 24 horas cerró sus redes y se alejó de ese mundo virtual en el que se movía como pez en el agua desde los 16 años. Se fue de Twitter, eliminó videos de su cuenta de Youtube, restringió contenido y comentarios en la de Instagram. Y en su Twitch, la plataforma furor entre los jóvenes y en la que había estado muy activa durante la cuarentena, dejó un mensaje con sabor a adiós definitivo: “Ya no hago más streams. Gracias a los que me bancaron siempre :’)”.
La nadadora Delfina Pignatiello le dijo “basta” a los haters y a esa marea de violencia con la que inundaron sus redes tras su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio. “Me siento muy lastimada y necesito priorizar mi salud mental y bienestar”, explicó luego de las pruebas en las que compitió, que estuvieron lejos de sus mejores marcas. Lo hizo en un contexto en el que varios deportistas de elite, como ella, pusieron sobre la mesa una problemática que hasta hace no mucho solía esquivarse: las presiones en un ambiente ultra exigente y el hate en Internet, no son gratis. Simon Biles y Noami Osaka fueron algunas de las que hablaron sobre el enorme impacto que pueden tener en la salud psíquica de los atletas.
“Todavía estoy sanando”, dice Delfina a tres meses de Tokio. Antes de que se encienda la cámara, invitada a participar del ciclo Conversaciones Sub35 de LA NACION, explica que es un dolor que no esquiva. Al contrario: lo mira de frente y la llevó a replantearse todo. Del futuro prefiere no hablar, se centra en el presente. “Ya postergué duelos en otro momento y no estuvo bueno”, aclara la joven de 21 años, sentada en un tronco en el Parque Saavedra, a pocas cuadras del departamento donde se mudó sola.
¿Cómo es lidiar con las presiones en un ámbito como el deporte de elite?
Es un tema muy difícil, pero hay que hablarlo: la salud mental es muy importante. Hay una parte del entrenamiento que se llama “invisible”, que son los descansos, la alimentación, cómo cuidas tu cuerpo, tu vida, la energía que te rodea, con quién te codeas, y la salud mental tiene que ser parte del entrenamiento. Si no estás bien con vos, no podés estar bien con los demás ni con lo que hacés. El tener herramientas como un coach motivacional o un psicólogo deportivo, para mí es lo primordial para poder trabajar esa cabeza, que es la que tiene que competir y lidiar con un montón de presiones. Hay que saber sobrellevar la exposición y el querer estar cumpliendo con las expectativas. Ir al psicólogo no es estar mal de la cabeza, no es estar loco y no está mal. Al contrario, para mí es algo hermoso, donde recibís un montón de herramientas para poder transitar de la mejor manera posible la vida y tu actividad, sacándole un montón de provecho.
"La salud mental tiene que ser parte del entrenamiento. Si no estás bien con vos, no podés estar bien con los demás ni con lo que hacés. Hay que saber sobrellevar la exposición y las expectativas"
Delfina Pignatiello
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Después de un año cargado de incertidumbre, de meses de parate, de no saber si podría viajar a competir, Delfina tenía una certeza: la experiencia de Tokio iba a ser única. “Intenté disfrutar al máximo. Pero también están las cosas difíciles. En las redes empezó a llegar mucho comentario malo, no solo a mí, sino a un montón de deportistas argentinos”, cuenta. Con una mezcla de angustia e indignación, agrega: “Creo que la gente en ese momento se olvidó que éramos atletas y que durante la cuarentena pasamos meses sin entrenar. Nadie nos preguntó: Che, ¿cómo están? De la nada, aparecían esos 10 días de competencia que estábamos en la tele y les daba el tupé para opinar”. La nadadora recuerda que como selección se plantearon: “No nos enrosquemos en esto”.
¿Por qué pensás que pasan estas cosas?
En la cuarentena la gente tomó las redes como un lugar de descarga de un montón de frustraciones y cuando pasó lo de los Juegos, fue ahí donde descargó. Creo que en el fondo también se usó de una manera política, recién ahora me estoy dando cuenta de eso.
¿En qué sentido?
De manera política. Lo dejo ahí. No voy a indagar en el tema porque soy muy apolítica. Pero lo sentí como un grupo selecto de personas: siempre que viene una oleada de hate, viene de algún sector y creo que fue un poco por ahí también, porque no tenía sentido: una selección de argentinos que estaba dando su corazón y huevos para representar al país; y los mismos argentinos bardeando. Y después demasiada gente dando cariño al mismo tiempo. Era como muy raro el tema.
Prefiere no ahondar en ese terreno. Ella fue una de las que alzó con fuerza la voz pidiendo que les permitieran a los atletas, con los protocolos necesarios, volver a entrenar durante la cuarentena. “No existen ejercicios que repliquen la sensibilidad que necesita un nadador para entrenar en el agua”. “Durante el año, me suelo tomar una semana de vacaciones y me toma tres meses recuperar el estado físico y mental para estar a nivel. Imaginate 11 semanas, que es lo que llevo sin poder nadar”. “Los Juegos Olímpicos son algo serio y me gusta representar a mi país de la mejor manera posible. Pensar que no voy a llegar preparada me frustra muchísimo”. Fueron algunas de sus declaraciones en ese momento.
"En la cuarentena la gente tomó las redes como un lugar de descarga de un montón de frustraciones y cuando pasó lo de los Juegos, fue ahí donde descargó"
Delfina Pignatiello
Pero Delfina no tiró la toalla. Hasta que pudo volver a la pileta, se las rebuscó para entrenar respetando a rajatabla la cuarentena. En las redes compartió frustraciones, emociones, enojos. Habló mucho de salud mental, sobre todo en Twitch, la plataforma de stream donde sus seguidores se multiplicaron. Creó una comunidad que la emociona, sobre todo cuando recuerda mensajes de jóvenes compartiendo sus experiencias con la depresión o la ansiedad. “Gracias a vos me di cuenta que esto era un problema”, fue uno que le quedó grabado.
En los últimos años hubo fuertes reivindicaciones de derechos, como los movimientos de mujeres y diversidades. ¿Te sentís identificada con alguna lucha o causa social?
Lo que se está abriendo mucho es la temática de la salud mental, con la cual me identifico y me gustaría aportar para que se visualice cada vez más. Empezando por Simon Bailes saliendo a hablar en los Juegos Olímpicos. Es una movida que quizá no es algo que haya sido tan presencial como una marcha, pero sí se está empezando a ver un montón. Creo que es algo súper importante. Antes era tabú, eso ahora se está perdiendo y está muy bueno.
Ser resiliente
La fama para Delfi tiene dos caras. El reconocimiento y el amor de la gente, es lo más reconfortante. Pero también está “el hate y el aprender a sobrellevarlo, el saber que lo que uno tiene en las redes sociales es un personaje que representa un porcentaje de nuestra vida y uno detrás de eso sigue siendo una persona”. Verlo así, con perspectiva, no fue fácil. Dice que lo está aprendiendo recién ahora. “Fueron muchos años en los que hubo un desequilibrio gigante. Llegué a un punto de maduración en que voy aprendiendo un montón de cosas que antes quizás no veía −reflexiona− Es un tema heavy, sobre todo ahora que todo corre en las redes: laburo, emprendimientos, deporte, artistas, música. No nos queda otra que saber adaptarnos de la mejor manera”. Superación, resiliencia, son para ella conceptos claves.
Juegos Olímpicos de la Juventud. Buenos Aires. 2018. El día antes de entrar a la Villa Olímpica, la abuela de Delfina, su “persona favorita” y a quien consideraba una segunda mamá, fallece. En esa competencia, la nadadora ganó dos medallas de plata y su foto emocionada, mostrando la palma de su mano en la que había escrito ABUELA con un corazón, explotó en los medios.
No sabe cómo hizo para saltar al agua en ese estadio colmado de gente que gritaba su nombre. “Fue uno de los momentos más duros de toda mi vida. Mi abuela venía muy mal y yo tenía la esperanza de que me viera competir, por lo menos por la tele. Y bueno, no se dio. Esa noche lloré como nunca en mi vida. Al otro día me levanté y dije: tengo dos opciones, me bajo o me autoobligo a no hacer el duelo hasta que termine de competir. Creo que mi amor a la bandera fue lo que me fortaleció en ese momento”, asegura.
Lo demás es historia. Al año siguiente, en los Juegos Panamericanos de Lima, obtuvo las medallas de oro en 400, 800 y 1500 metros libres, una marca que no había logrado antes ningún nadador del país. El duelo por la muerte de su abuela vino después. Y fue duro. “Creo que fue mucho más difícil hacer el duelo que si lo hubiese hecho en su momento. Después se me juntó con una lesión en el hombro y estuve muy, muy, muy bajón. Me costó salir de eso. Uno a veces cuando tienen esos momentos los quiere surfear solos, se enrosca en una burbuja y se cierra”, asegura. La clave, para ella está en aceptar que uno necesita ayuda, buscarla y recibirla: “No está mal pedir ayuda”.
Volviendo al presente, considera que la decisión que tomó después de Tokio de alejarse del stream, algo que disfrutaba muchísimo, no fue fácil, pero “fue la más sensata”. “Dimensioné lo mucho que me había expuesto todo el último año, que no lo hice a propósito o con ganas de estar de joda, como mucha gente dijo. Seguía entrenando y concentrada en lo mío, pero sí estaba buscando mostrar mi lado más humano, dejar cierta huella o mensaje, poder acercarme a deportistas más chicos. Y eso a mí me llenaba porque en la vida no es todo medallas, resultados, tiempos y torneos. Creo que hay algo más allá”, sostiene Delfi, que hoy disfruta de otras de sus pasiones, como sacar fotos y dibujar.
Pero el adiós virtual no fue definitivo. De a poquito fue volviendo a las redes. Cuando regresó de unas vacaciones en el sur con familia y amigos, cayó en la cuenta de que todo el revuelo había pasado, “que la gente que bardeaba se había olvidado, había desaparecido”. Pero esa comunidad que había ido construyendo, “esa gente con una vibra que está buenísima”, seguía esperándola. El mensaje que busca transmitirles puede parecer un lugar común, pero no lo es: “Que lo que se propongan, lo pueden lograr. Si a la gente que me está siguiendo del otro lado le sirve el contenido que yo genero, o que una persona se ponga a reflexionar al menos un minuto sobre su vida, para mí ya es un montón, porque pude impactar positivamente y eso me llena”.