Con un cine itinerante, recorren el país para que miles de chicos puedan ver una película por primera vez
Cuando encienden el proyector y aparece la primera imagen en la pantalla, automáticamente reina el silencio entre los alumnos. Durante la hora y media que dura la película, casi 200 chicos y jóvenes de entre 12 y 17 años miran atentos peleas entre gauchos, caballos y carretas en el comedor de la Escuela N°23 Julio Cortázar, en Monte Grande, provincia de Buenos Aires.
Si bien la proyección empieza a las 13.30, el equipo de la Fundación de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC) llega casi dos horas antes para preparar el espacio donde montarán todo para recrear una sala de cine. Colocan nylon negros sobre las ventanas para que no se filtre la luz y una pantalla gigante delante de varias filas de sillas. Los más chicos miran ansiosos y los alumnos de último año preguntan si pueden ayudar.
Según datos de la fundación, cuatro de cada 10 chicos nunca fueron al cine y, los que alguna vez lo hicieron, eligieron ver una producción norteamericana. Pero, gracias al programa "El cine argentino va a la escuela", que nació en 2014, más de 50.000 chicos y adolescentes tuvieron la oportunidad de ver una película argentina por primera vez. Al día de hoy, ya visitaron 383 escuelas públicas secundarias en casi todas las provincias del país.
A través de este cine itinerante, la fundación busca no solo dar a conocer la cultura nacional entre los más chicos, sino también promover la integración social y educativa. "Solo es cuestión de mostrárselo para que puedan incorporarlo a sus vidas. Las necesidades no son solo las básicas, sino también el acceso a los diferentes lenguajes y a la cultura", destaca Marcela Carreira, coordinadora de la fundación.
Minutos antes de comenzar la película, entra al comedor Dante Otaz, el docente de literatura que los contactó para que visitaran la escuela. "Muchas de estas experiencias, como ir al cine o al teatro, no son tan accesibles para la mayoría de los chicos del barrio, por cuestiones económicas o de distancia", señala Dante. Además, el docente afirma que el cine es una herramienta pedagógica diferente y fuerte que permite a los alumnos descubrir otros lenguajes, reconocerse y reflexionar.
La variedad no falta dentro de las películas que eligen proyectar. "Existe un gran prejuicio entre los más jóvenes de que las películas argentinas son aburridas", comenta Marcela. Por eso, las propuestas abarcan desde clásicos y ganadoras de los premios Óscar como La historia oficial (1985) o El secreto de sus ojos (2009), hasta comedias como Igualita a mí (2010). Además, a todas las proyecciones se le suma la visita de algún director, actor o técnico de la película, con quien los chicos pueden debatir cuando termina.
En este caso, eligieron Aballay. El hombre sin miedo (2010), una película del género "western-gauchesco" dirigida por Fernando Spiner y basada en el cuento con el mismo nombre, del escritor y periodista Antonio Di Benedetto. Y llevaron de invitado al actor Claudio Rissi, protagonista del film, para que charle con los alumnos y responda preguntas e inquietudes.
Un grupo de chicos filma, saca fotos y entrevista a los miembros de Fundación DAC. "¿Alguna vez habías pensado en trabajar en una película o en el cine?", le pregunta coordinadora de la fundación a Paola, una de las alumnas. Ella piensa, pero dice que actuar le daría mucha vergüenza. "Quizás en el detrás de escena", dice con timidez.
"Nosotros no solo mostramos películas, sino que también buscamos agrandar el abanico de posibilidades profesionales para los chicos y adolescentes de nuestro país mostrándoles todo lo que hay para hacer en el mundo del cine", concluye Marcela.