Comercios de barrio: Cómo aprovechar la "vidriera virtual" en las redes sociales
Anahí Berlak es una de las tantas emprendedoras de la Argentina a quien la cuarentena golpeó con fuerza. Vive en los Altos Valles de Potrerillos, Mendoza, donde teje accesorios con técnicas ancestrales de los pueblos originarios. En plena montaña, el aislamiento la dejó sin posibilidades de ir a las ferias donde solía vender sus creaciones y su situación económica comenzó a verse cada vez más apretada. Todo tuvo un giro inesperado cuando conoció por Internet a un grupo de jóvenes voluntarios que le enseñaron cómo aprovechar la "vidriera virtual" de las redes sociales para potenciar su negocio. La asesoraron gratuitamente, comenzó a vender de forma online y su emprendimiento volvió a despegar.
El suyo es uno de los 280 pequeños emprendimientos y comercios de barrio que, desde que empezó la cuarentena, recibieron el acompañamiento del proyecto solidario Salimos Codo a Codo Argentina. Creado por un grupo de universitarios, su objetivo es ayudar a aquellos comerciantes de todo el país que, imposibilitados de abrir sus puertas al público, sin experiencia acerca de cómo concretar ventas por Internet o contactarse con posibles compradores mediante las redes sociales, se vieron más golpeados por la crisis. Para que puedan comercializar sus productos y servicios de manera online, ofrecen de forma gratuita el asesoramiento de 450 voluntarios con conocimiento en marketing digital, estrategia de negocios, comunicación y diseño.
En el caso de Anahí, quien la acompañó fue Constanza, una diseñadora gráfica. "Me dio muchas herramientas y asesoría en el ámbito de las redes sociales y distintas plataformas, que es el único lugar donde actualmente puedo vender mis trabajos. Me ayudó a entender ese mundo y a poder sumergirme en él, mostrando lo que hago de una forma muy bella", cuenta Anahí, cuyo emprendimiento se llama Kai Kirichai.
Eugenio Scafati, de 21 años, es una de las caras detrás de #SalimosCodoaCodoArgentina. Junto con excompañeros del secundario, este alumno de la Licenciatura en Analítica Empresarial y Social del ITBA, que vive en el barrio de Belgrano, buscó replicar en la Argentina un proyecto que estaba en marcha en Uruguay. El 2 de abril, Salimos Codo a Codo comenzó a ofrecer sus servicios. "Buscamos amigos que nos ayudaran con el manejo de las redes sociales y rápidamente el proyecto empezó a crecer", cuenta el joven.
Hacer los "matches"
¿Cómo funciona ? Salimos Codo a Codo cuenta con un sitio web donde los comerciantes y emprendedores responden un formulario. La pregunta central es: qué desafío estás atravesando. Los voluntarios completan otro indicando en qué se especializan y cómo creen que pueden ayudar con sus conocimientos. "A partir de ahí, hacemos los matches. La experiencia que vamos ganando es ir entendiendo cómo abordar cada problemática", sostiene Eugenio.
Una vez que un voluntario es asignado a un comerciante, se organiza una primera llamada para realizar un diagnóstico, a la que le sigue el diseño de la estrategia y, por último, la puesta en marcha del plan de acción. "La mayoría de las consultas son sobre cuestiones como marketing digital, diseño, comunicación o estrategia de negocios", asegura Eugenio, y agrega que los rubros más afectados son los de los servicios que necesitan del contacto "cara a cara" o de un espacio físico para ofrecerlos.
Para Eugenio y sus compañeros, la respuesta de los voluntarios fue una sorpresa. "Tenemos voluntarios que ayudan a dos o tres negocios a la vez, y otros que son comerciantes y voluntarios, es decir, que fueron ayudados y hoy decidieron colaborar con otros", dice Eugenio. Los perfiles de los que donan su tiempo y conocimientos son variados. Desde estudiantes o jóvenes recién graduados, "con poca experiencia laboral pero con muchas herramientas digitales para aportar", hasta profesionales con una basta trayectoria a los que suelen asignarles los casos más complejos.
"Las repercusiones son excelentes", relata Eugenio, quien considera que el impacto más significativo que generan en los comerciantes no pasa por transmitirles conocimientos sobre ecommerce o uso de las redes sociales. "Lo que más agradecen es que haya alguien dispuesto a escucharlos y saber que no están solos. Eso es difícil de cuantificar", dice.
Aunque la propuesta fue diseñada para dar respuesta al contexto de la pandemia, los jóvenes no descartan que se sostenga en el tiempo, aunque tengan que reinventarse. Mientras tanto, siguen haciendo alianzas con juntas comunales, fundaciones y organizaciones que apoyan a emprendedores para llegar a más comercios. "Para nosotros este proyecto es una causa que genera un montón de valor: poder aprender de lo que nos gusta ayudando a otra gente es una gran oportunidad", concluye Eugenio.
De las páginas amarillas, a las @páginasblu
Salimos Codo a Codo no es el único emprendimiento que une la tecnología con las ganas de ayudar. En Tigre, la familia Lamarca también se propuso buscar la manera de difundir el trabajo de pymes, profesionales y comerciantes de la zona norte del Gran Buenos Aires.
Todo comenzó con un grupo de WhatsApp. María Mazzini de Lamarca lo creó para difundir entre sus familiares "buenos datos que le llegaban por doquier" sobre servicios "puerta a puerta" durante la cuarentena. Le puso: Páginas Amarillas. "En un momento nos preguntamos: ‘¿Y si lo compartimos con otros?, ¿y si ayudamos a difundir las pizzas que vende mi amigo y tanto le está constando llegar a más gente?’. Así, y con el aporte de las jóvenes y más tecnológicas integrantes de la familia, nació @paginasblu", cuenta María.
Esas jóvenes son sus hijas Catalina (25 años, psicóloga y psicopedagoga), Martina (20, estudia Administración de Empresas) y Luisa (18, está haciendo el CBC de arquitectura en la UBA). Ellas fueron tejiendo, mediante Instagram, una red solidaria donde se promueven productos y servicios a través de stories y se ayuda a los consumidores a generar su propia agenda con datos útiles, reuniendo todo lo que necesitan "en un solo click". El objetivo es que se recurra a @paginasblu para comprar desde un regalo hasta contratar una clase particular online. "A medida que pasaban los días, fueron llegando flyers de boca en boca. Tuvimos días con más de 40 flyers. Fue ahí que tomamos más conciencia de la capacidad de generar un carril de comunicación", recuerda María.
A un mes de su lanzamiento, @paginasblu cuenta con más de 440 publicaciones y 2700 seguidores. "No recomendamos, solo publicitamos", aclara María, y cuenta que la casilla de correo está llena de mails para contestar. "Gracias al apoyo de influencers, @paginasblu crece día a día. Sin embargo, sentimos que necesitamos más voces para expandirnos y llegar a más consumidores", sostiene María. La alegría que sienten con cada testimonio de quien realiza una compra o venta gracias a este servicio, es enorme.
Los interesados en promocionar sus productos o servicios deben mandar un flyer o sus datos por mail. Por emprendimiento se hace solo una publicación y una historia en el perfil de @paginasblu, cuentan con 45 rubros. "Dormimos menos y discutimos más, pero con la satisfacción de que en el tiempo de la cuarentena vivimos en familia la oportunidad de ayudar a otros. Cuando el aislamiento se levante, anhelamos que este sueño siga andando: el delivery vino para quedarse", resume María.
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