César Bona: “Escuela y familia tienen que estar unidas”
Al pensar en la educación y sus desafíos, César Bona no busca golpes de efecto ni se apoya en propuestas que suenen a ciencia ficción. Ahí reside lo innovador de su mensaje. Maestro, filólogo y escritor español, Bona –nominado en 2014 por el Global Teacher Prize entre los mejores 50 educadores del mundo– asegura que la clave está a nuestro alrededor, en hacernos preguntas y escuchar, en valorar lo propio y la diferencia, para entonces sí aprovechar las tecnologías y estar a la vanguardia. Ese es el espíritu de los relatos que presenta en su último libro, La emoción de aprender (Penguin). "Si pudiéramos viajar por todas las escuelas de la Argentina, estoy convencido de que hay muchísimas que están haciendo cosas maravillosas y que cada día los niños y niñas van contentos a clase y tienen buenos resultados, no solo académicos sino también sociales", subrayó Bona, que visitó el país para disertar en la Jornada Internacional de Educación que el 12 de septiembre se realizó en Rosario.
- ¿Qué temas no pueden faltar en sus exposiciones?
- Cuando digo que voy a hablar de educación, la gente pude pensar que voy a hablar de técnica, de inglés, de matemáticas... Para mí, educación es una palabra íntimamente ligada con escuela, con familia, con sociedad, con vida. Son entes indisolubles. Podría resumirlo diciendo que hablo de cosas de sentido común o que no voy a decir nada extraordinario. Pero hay muchas cosas que se dan por hechas y, precisamente, por darse por hechas, no se hacen.
- Se diferencia de ciertos discursos que, por ejemplo, hacen foco en la tecnología.
- Digamos que se complementa. Cuando hablamos de tecnología, hemos de pensar para qué sirve. Tenemos que ver cómo se la puede incluir, porque ya no es sólo el uso de herramientas y aparatos, sino el uso responsable y ético de la tecnología. La innovación es necesaria pero no significa dejar de lado lo que se ha hecho durante mucho tiempo, siempre y cuando incluya la escucha, la participación.
- ¿Supone recuperar ciertas prácticas del "oficio" de educar antes que sólo una técnica?
- En este mundo que va a una velocidad de vértigo, necesitamos parar y mirar alrededor. Podemos innovar en mil historias, formarnos en aprendizaje cooperativo, en mejorar nuestra competencia lingüística, en matemáticas, etcétera, pero antes también tenemos que conocernos a nosotros mismos, porque solo podemos exigir aquello que podamos dar. En este vértigo es necesaria esa mirada y esa escucha calma, para ver qué hay dentro de las personas y trasladarlo a niños y niñas. Estamos hablando de un tema fundamental que es la diferencia. Ser diferentes es un valor y nunca un inconveniente, y es algo que tenemos que dejar muy claro a niños y niñas.
- Los docentes vienen siendo objeto de crítica por parte de la sociedad. ¿Cuál es su mirada?
- Hay muchas cosas que mejorar, pero hay que hacer énfasis, primero, en que la sociedad que queremos está en las escuelas que tengamos, porque todo empieza en la educación, y luego yo tengo la firme creencia de que las escuelas no han de ser el reflejo de la sociedad, porque entonces nada cambiaría; creo que pueden transformar a esa sociedad, invitando a niños y niñas a participar, pero no se va a construir sólo con la perseverancia de los docentes, hace falta que se nos valore. Hay una expresión conocida: "Estamos educando a niños y niñas para profesiones que todavía no existen". Me niego a pensar que educamos a seres "empleables", educamos seres íntegros y ayudamos a las familias a educar a sus hijos. Fíjate si es importante nuestra labor.
- El debate de género es un tópico que aparece en su libro. ¿Qué rol cumple?
- Cuando tú y yo estudiamos, lo que se daba era educación sexual y un poco de soslayo, pero en ningún momento se habló de género o de orientación sexual. Los debates sociales son necesarios y, de hecho, son muchas veces lo que cambia esa inercia. Las niñas necesitan referentes para ver que ellas pueden llegar a hacer grandes cambios. Y cuando decimos que el cambio es necesario, no solo han de hacerlo las mujeres, hemos de hacerlos todos juntos.
- Otro capítulo cita un caso de discriminación hacia un alumno extranjero y cuenta que, al hablar con el padre del chico que lo increpó, surgió que él repetía ese mismo discurso.
- Son argumentos que suelen oírse y son muy superficiales. Basta algo sencillo que es pensar en nuestros padres o abuelos y veremos que a la gente a la que ahora le toca migrar, eso mismo ha sucedido en tu familia. Mi abuelo nació aquí, en Tandil, porque sus padres emigraron de España. ¿Con qué derecho voy a decirle yo a alguien "¿tú de dónde vienes, inmigrante?"? Muchas veces, le pregunto a la gente ya no para qué van sus hijos a la escuela, si no para qué les gustaría que fueran, y responden cosas de sentido común: para aprender, para aprender a relacionarse, para saber convivir, para tener herramientas. Pues, si esos son los objetivos, luchemos por ellos y todos juntos, porque familia y escuela tienen que estar unidas.
- A veces, esa unidad es difícil de alcanzar...
- Ahí pesa mucho otra frase: "En casa se educa y en la escuela se enseña". Es frase ha levantado muros altísimos entre familia y escuela. Sin comunicación es imposible que saquemos lo mejor de niños y niñas. En la universidad hice filología inglesa, hice magisterio, y nadie me enseñó a gestionar grupos, cuando los docentes estamos continuamente gestionando grupos, y nadie me enseñó sobre las diferencias, y de 24 niños hay 24 personas diferentes, y nadie me enseñó sobre el diálogo con la familia, que es el puente básico para entablar un proyecto común. Siempre hay más que nos une de lo que nos separa, y las diferencias debemos verlas como un valor, nunca como un inconveniente. Si consiguiéramos meter en niñas y niños esa semilla de pensamiento, primero, la humildad, saber que tienes que aprender de los que te rodean, y luego, la diferencia, que es algo que enriquece, sólo con eso mucha parte de la educación estaría conseguida.
- ¿Cuáles son los principales desafíos de la educación?
- Al nivel de las altas esferas, que sean capaces de escuchar, porque cuando construyes en educación tienes que saber hacia dónde te diriges y nadie lo sabe mejor que los docentes, las familias y las niñas, niños y adolescentes, que son los principales protagonistas.
- ¿No es entonces un asunto de técnicos que van a diagramar y bajar un método?
- Si pudiéramos, en un día, viajar por todas las escuelas de la Argentina, estoy convencido de que hay muchísimas que están haciendo cosas maravillosas y que cada día los niños y niñas van contentos a clase y tienen buenos resultados, no solo académicos sino también sociales. ¿Qué tal ver y sacar información de lo que ya se está haciendo en Argentina y que tiene valor y compartirlo? No hace falta mirar a Finlandia. Sí, tenemos que mirar hacia afuera, pero también hacia adentro y valorar. Es otro verbo fundamental: valorar, valorar lo que se hace.
- ¿Qué otros desafíos existen?
- Ser capaces de trabajar en equipo, los docentes entre ellos y con las familias. Hay pocas cosas que hagan más feliz a un niño o una niña, educativamente hablando, que el hecho de ver que sus padres y sus maestros trabajan junto. Otro desafío es tener en cuenta que cada niño y cada niña son importantes. Da igual el contexto donde vivan, el gran reto de la educación es dibujar puertas para que algún día puedan abrirlas. Hay niños de contextos desfavorecidos que llegan a la escuela sin herramientas sociales y entonces es "disruptivo" y como no sabe comportarse, ¡zas!: expulsado. Ahí le estás cerrando la puerta, seguramente una de las últimas, para que tenga las oportunidades que sus padres no tuvieron. Muchas veces sucede, no sólo en la escuela, que confundimos un comportamiento puntual con la personalidad, y ya la ponemos la etiqueta: este niño o esta niña "es" así. No, no "es", tiene ese comportamiento y seguro se debe a una causa.
- Son aprendizajes sin reflejo en una calificación, un tipo de formación no computable.
- La gente dice "si no lo puedes evaluar…". De 0 a 10, ¿qué dominio tenemos del amor, la resiliencia o la gestión de la frustración? Todavía hay gente que dice que educar las emociones es una moda, cuando la mayoría de las decisiones importantes en la vida están tomadas desde la emoción más la razón. Las matemáticas, la lengua, los idiomas son muy importantes, pero el amor, la resiliencia, la empatía, la gestión de la frustración, de tu miedo, de la ira, por el hecho de que no sean evaluables o sea difícil evaluarlas, no hace que no sean importantes. Son claves. Para mí, una definición esencial de educación sería las herramientas que tenemos para relacionarnos con nosotros mismos, con quienes nos rodean y con el mundo donde vivimos. Es una frase sencilla, pero, pensemos, ¿se nos enseña?
- En Argentina se habla de la "grieta" para referirse a diferencias que parecen insalvables. ¿La escuela puede ayudar a gestionar estas situaciones?
- Podríamos titularlo "la simplicidad" y tiene dos partes: una buena y otra mala. La buena es que es necesaria. Si yo sé mucho de un tema, para llegar a un niño tengo que alcanzar esa simplicidad para que me entienda. Pero la simplicidad tiene otra cara y es que, por ejemplo, nos hace pensar que leemos un titular y ya conocemos a una persona, o leemos un tuit y ya podemos calificar a alguien. Eso polariza. Por eso, vuelvo a la calma, a que cualquiera que quiera opinar sobre lo que sea, antes se diga "voy a pensar, voy a profundizar, voy a contrastar información, y al final daré mi opinión".
- ¿Es un tipo de reflexión a trabajar en la aulas?
- Hablamos de pensamiento crítico, y es verdad que puede salir en muchas programaciones pero para conseguirlo hace falta tiempo en la escuela; en lugar de tantos datos dentro de las cabezas de los niños, fomentar más la opinión y el diálogo. Muchas veces, también nos fijamos en las personas a las que tendemos a imitar y en muchos casos son personas que conoce todo el mundo, por caso, los políticos, que son los primeros que tienen que dar ejemplo. Estoy pensando en España, también. Cuando decimos que es necesario que entre ellos dialoguen, que aunque sean de ideas diferentes lleguen a acuerdos, es en lo que estamos educando también. Si alguien que me representa no es capaz de llegar a acuerdos con otros, ¿qué quieren que haga yo?