Casi muere por una picadura de araña
Norma Visgarra vive en Los Tigres y es madre de 11 hijos. Su casa es un rancho muy precario de adobe, techo de chapas y barro. Hace unos 10 años, una noche mientras dormía, sintió que un bicho la picaba cerca de las 4 de la mañana. Logró aplastarlo con la mano, lo puso debajo de la almohada y siguió durmiendo.
"Me levanté como si nada, me puse con los animales y después a lavar. Yo sentía que me dolía todo el cuerpo. Entonces me fui a fijar qué bicho era y descubrí que era una araña coral, de esas coloradas", recuerda Visgarra.
De un momento para el otro, tuvo una reacción alérgica y le empezó a salir espuma por la boca. En la salita de Los Tigres no contaban con el suero necesario y no sabían si iba a aguantar hasta la ciudad más cercana.
Lo que vino después son solo flashes: sus hijos alrededor de la cama preocupados, gente corriendo en busca de ayuda, ella totalmente desarmada, su marido volviendo de trabajar en el carbón para subirla a una traffic y llevarla de urgencia a Monte Quemado.
"Tiraba espuma por la boca como el sapo. Estaba inconsciente y las enfermeras me ayudaron a meterla. Por suerte con el tiempo se compuso", recuerda Nolasco Santillán, su marido.
Durante esa internación, en los análisis de sangre de rutina a Norma le descubrieron Mal de Chagas. "Eso me trae problemas en el corazón. Todavía tengo duro el lugar en donde me picó la araña y este dedo no me funciona", muestra Norma casi como si fuera una herida de guerra.
Para hacerse atender ella o sus hijos, Norma prefiere ir a Pampa de los Guanacos que a Monte Quemado. “Te atienden mejor en Pampa y por eso prefiero ir allá y pagar un poquito más. A veces me voy en colectivo y como solo tengo para ir y volver no comemos ni tomábamos nada en todo el día pero los chicos tienen salud”, dice con orgullo.