Sobre la avenida Perón, en pleno Centro de San Miguel, el tránsito de personas es constante. Se ven tapabocas de todo tipo, algunos más improvisados que otros, y, cada tanto, alguna persona a cara descubierta. Pero apenas uno intenta ingresar en el Cuartel Central de Bomberos, ubicado sobre dicha avenida, la historia es otra.
El control de temperatura y el rociado con amonio cuaternario –un desinfectante derivado del amoníaco, que se utiliza en varios distritos para la desinfección de calles– son condiciones previas fundamentales para poder ingresar a este lugar, que, por la cuarentena, se convirtió en la casa de parte de la dotación. Lo primero que se ve es un inmenso galpón techado, en donde se guardan los vehículos. Hacia el fondo, una autobomba se destaca por sobre el resto: tiene el frente cubierto con un tapabocas gigante, de color blanco, con una leyenda que dice "Yo te cuido. Vos cuidame".
A partir del aislamiento obligatorio, el acuartelamiento de parte del equipo les permitió resolver varios desafíos a la vez. Sobre todo, el estar plenamente operativos sin exponerse al contagio ni exponer a sus familias. "La cuarentena no hizo decrecer nuestro trabajo. Todo lo contrario. Por ejemplo, el estar más en las casas aumentó la tasa de incendios producidos por accidentes domésticos. También tuvimos muchos rescates de animales. Y el trabajo no cede hasta el día de hoy", explica en su despacho el jefe del Cuartel, Carlos Ramírez, quien recuerda que, durante los primeros días de apertura de los bancos, su equipo también estuvo abocado a evitar aglomeraciones e, incluso a asistir a las personas que hacían fila durante largas horas llevándoles mate cocido caliente.
Después de un primer período, en el que un mismo grupo se quedó en forma permanente en el cuartel durante más de tres semanas, el equipo comenzó a organizarse con períodos de acuartelamiento más cortos y rotación del personal. Hoy en día, un grupo de ocho bomberos permanece en el cuartel durante toda la semana. Los sábados son relevados por otro grupo que permanece todo el fin de semana. El lunes se repite la secuencia. "Somos bomberos voluntarios, así que la mayoría del personal no cobra por el servicio que presta y tiene una profesión o actividad que realiza en forma paralela. Los que forman parte de este régimen especial son aquellos que pudieron organizarse con sus trabajos y sus familias", explica Ramírez, mientras acompaña a LA NACION en una recorrida por las amplias instalaciones del cuartel. De fondo, se escucha a un grupo de bomberos, todos de riguroso uniforme azul, jugando al ping pong en una mesa dispuesta entre algunos de los vehículos mientras, desde la radio, Bono canta "One".
"Hoy fue un día bastante tranquilo. Solo tuvimos un rescate de felino. Pero no siempre es así. Además de rescates, hemos atendido varios incendios durante la cuarentena", reconoce Matías Mayares, un suboficial ayudante de 33 años que, cuando no está acuartelado, vive con su esposa. La cuarentena puso en pausa sus obligaciones diarias en el Instituto Independencia, en donde ejerce como preceptor y profesor de Educación Física. "Antes de la pandemia, me venía al cuartel cuando salía del Instituto y además hacía guardia uno de los dos días del fin de semana. Ahora, con el cese de clases presenciales puedo estar en el cuartel a tiempo completo y hacer mi trabajo de manera remota", agrega Mayares.
Jornadas con poco espacio para el ocio
A no ser que haya habido un servicio nocturno, la jornada comienza en el cuartel a las 8 de la mañana y finaliza a la medianoche, cuando se apagan todas las luces. El grupo comparte las cuatro comidas en el amplio comedor ubicado en el primer piso, que cuenta con un espacio de entretenimiento compuesto por un gran televisor y una consola Playstation. Desde allí se accede tanto a la cocina, que posee hasta parrilla para hacer asado, y también al dormitorio, equipado con doce camas, la mayoría cuchetas. Si bien la dotación cuenta con unas doce mujeres, ninguna está acuartelada. "Si alguna vez tienen que quedarse, contamos con otra habitación para ellas", aclara el jefe del cuartel.
Las tareas cotidianas son repartidas. "Cocina el que más maña se da. De los platos y la limpieza nos ocupamos entre todos, pero también se aplica el orden jerárquico: el más nuevo, lava los platos. Eso no es ninguna maldad. Todos pasamos la etapa de ser el más nuevo. Es así desde siempre y en todas las instituciones", cuenta el suboficial principal Daniel Sosa, quien tiene 46 años y lleva la mitad de su vida como bombero. Cuando no está en el cuartel, trabaja también como bombero en el Aeropuerto de San Fernando o profundiza sus estudios en Fotografía. Cuenta que siempre quiso ser bombero. "Me recuerdo de chico persiguiendo a la autobomba con mi bicicleta", rememora.
Durante el resto del día, si no surge ningún servicio, el equipo siempre tiene otras actividades en el cuartel. "Si no tenemos algo para hacer, nos lo inventamos. Tratamos de reparar todo lo que surja nosotros mismos, ya sean los equipos, los vehículos o lo que sea. Además nos ocupamos de la limpieza de los vehículos y del propio cuartel", explica Agustín Boudouve, otro suboficial ayudante, que es marino mercante de profesión.
El sostén económico de la estructura del cuartel es un tema que preocupa a Ramírez y su equipo. "Contamos con un subsidio de la Nación, otro de la Provincia, y un aporte mensual del Municipio. Pero no alcanza. Mantener el cuartel en funcionamiento cuesta un millón de pesos por mes. El traje completo de un bombero, 2500 dólares", explica este hombre de 55 años, casado, con dos hijas y más de 30 años de bombero.
Durante el período de acuartelamiento, no están permitidas las visitas. Si surge la necesidad de alguna compra diaria –el cuartel los provee con una alacena bien equipada–, siempre sale la misma persona, que luego es sometida a un riguroso proceso de desinfección. La agrupación cuenta con un protocolo y equipos especiales para no ponerse en riesgo de contagio a la hora de prestar un servicio.
"Cuando se requiere nuestra presencia, siempre vamos preparados como si fuéramos a tratar con pacientes de coronavirus. Antes de retornar al cuartel, se realiza un procedimiento de desinfección en el mismo lugar. Todos contamos con el equipo y el conocimiento necesario para realizar nuestra labor sin ponernos en peligro. Es lo mínimo que un cuartel le tiene que ofrecer a un bombero voluntario", explica Marcelo Spinassi Alvarez, oficial auxiliar de escuadra y médico de profesión. Cuando no está en el cuartel, se desempeña como jefe de Emergentología del Cemic y director del SAME de San Miguel. Por todo esto, Spinassi Alvarez es parte del equipo que asiste al cuartel con cierta frecuencia, pero no está acuartelado.
Antes de la pandemia, el cuartel ofrecía el curso de RCP a la comunidad y a las escuelas. Ahora implementaron la variante virtual: todo aquel que esté interesado, debe inscribirse y esperar a ser contactado.
Si bien la pandemia les alteró a todos la rutina, los bomberos acuartelados aseguran no tener miedo de contagiarse. Mayares toma la palabra: "Además de poseer todos los elementos de protección y de estar capacitados, seguimos un protocolo de acción. Al virus le tenemos respeto, pero no miedo."
Campaña
Según estimaciones de la Fundación Bomberos de Argentina, en el país hay más de 44.000 bomberos voluntarios. Para apoyarlos, la fundación lanzó la Campaña Solidaria "Cuidá a los que te cuidan". La propuesta tiene el objetivo de reunir fondos que permitan equipar con elementos de limpieza e higiene a todos los cuarteles para que puedan cumplir con su misión preservando su salud.
Lo recaudado se invertirá en kits con productos de limpieza e higiene personal para abastecer a unas mil entidades de bomberos ubicadas en distintos puntos del país. Estos elementos son fundamentales para que puedan cumplir con sus protocolos de acción durante la pandemia de coronavirus.
- Para contactarse con la Fundación: info@fundacionbomberos.org.ar o por Whatsapp al +54 9 11 6157-4258
La organización cuenta con diferentes canales para colaborar:
En su web: https://www.fundacionbomberos.org.ar/cuida-a-bomberos/
A través de DonarOnline: https://donaronline.org/fundacion-bomberos-de-argentina/ayuda-a-losbomberos-a-estar-protegidos-contra-el-covid-19
- Para contactarse y/o colaborar con el Cuartel Central de Bomberos de San Miguel:
E-mail: bvsanmiguel@yahoo.com.ar
Administración: 4664-7032