Blanca Susana Sola está perdida desde el 17 de marzo de 1990
Tenía 14 años cuando desapareció un 17 de marzo de 1990, en Gualeguaychú, Entre Ríos; regresaba a su casa después de haber visitado a su hermana mayor, que vivía a dos cuadras; como ya pasaron 33 años, la Justicia recreó la imagen de cómo se vería hoy Susana.
- 7 minutos de lectura'
Blanca Susana Sola
Tenía 14 años cuando desapareció un 17 de marzo de 1990, en Gualeguaychú, Entre Ríos.
Regresaba a su casa después de haber visitado a su hermana mayor, que vivía a dos cuadras.
Aquel 17 de marzo, Blanca Susana Sola salió a eso de las 17 de su casa. Iba a lo de su hermana mayor, Gloria, que vivía a dos cuadras de la casa paterna. Víctor, el mayor de los 10 hermanos, la vio salir sin imaginar que nunca más vería a su hermanita de 14 años. Susi, como todos le decían, no volvió ese día ni los 12.045 que le siguieron. Hoy se cumplen 33 años de su ausencia.
“Es como si mandaras un hijo a hacer un mandado y no volviera”. El que hace el paralelismo es Juan, otro de los hermanos de Susana. Tenía 28 años cuando Susi desapareció. Hoy tiene 61 y pasó a ser el hermano mayor: Víctor murió hace unos años sin saber qué pasó aquel día. Antes había muerto su mamá y, antes que ella, su papá, todos con la misma incertidumbre clavada en el pecho: ¿Dónde está Susana?
Se estima que, en la Argentina, hay unas 5000 mujeres que, como Susana, les faltan a sus seres queridos. Aunque son diferentes entre sí, algunas circunstancias se repiten en las historias que cuentan sus familiares con una frecuencia inquietante: policías que minimizan las denuncias, falta de perspectiva de género en las investigaciones y causas que se enfrían pasados los primeros meses.
“Ya no sabemos qué pensar”, dice desesperado Juan, que sigue viviendo en el mismo barrio y, desde hace años, está al frente de una panadería junto a cuatro de sus hermanos. “Todos los días hablamos del tema. Todos los días nos acordamos de ella”, agrega.
Los Sola siguen viviendo en el barrio San Isidro, en las afueras de Gualeguaychú, cerca de la casa paterna en la que vivía Susana cuando desapareció. Hace 33 años, eran una familia numerosa y trabajadora que subsistía gracias a la venta de pan casero. Aquel día, después de la jornada laboral y mientras todos se preparaban para cenar, José, el papá, preguntó, en referencia a Susi, por la más mimosa de sus 10 hijos. “Se quedó a dormir en lo de Gloria”, respondió Alicia, la más chica, más suponiendo que sabiendo. Esa fue la última noche en la que toda la familia durmió tranquila y en paz. A la mañana siguiente, las palabras de Gloria clausurarían para siempre la vida que habían conocido: “No, la Susi no se quedó en casa”.
En todos estos años, es muy poco lo que los Sola pudieron reconstruir de aquel 17 de marzo de 1990. Susi estuvo en lo de su hermana pero se fue a las dos horas, rumbo a su casa. Una vecina de Gloria la vio en el trayecto de regreso y hasta la saludó: “Chau Susana”, le gritó. Pero nadie sabe qué pasó después. Nunca llegó a destino. “Lo de mi hermana es parecido a lo que pasó con Sofía Herrera. En un momento está y, al siguiente, nadie sabe qué pasó con ella”, analiza Juan.
Si bien, en aquel momento, los Sola fueron enseguida a hacer la denuncia por su desaparición, la respuesta que recibieron de la policía dejó demasiado que desear. “Lo tomaban como una fuga de hogar, eso nos decían. Entonces no la buscaron demasiado. Hubo gente que la conocía y a la que nunca le preguntaron por mi hermana”, recuerda Juan.
Al hombre nunca le cerró la hipótesis de la fuga. Recuerda a Susi como una chica que solía jugar al elástico, como una nena inocente que había empezado séptimo grado, que no se quedaba a dormir en la casa de nadie y que ni siquiera conocía el centro de su ciudad. “No tenía el perfil de hacer esta clase de cosas. Si se fue, lo hizo engañada”, dice convencido.
Con esta idea de una posible fuga dando vueltas, la Policía se movió poco y nada para buscarla, según recuerda Juan. En algún momento, se evaluó la posibilidad de que un familiar estuviera involucrado pero fue descartado. Después de estar inactiva durante décadas, la causa se reactivó en 2019, cuando Ignacio Telenta se hizo cargo del juzgado que lleva el expediente. Para sorpresa suya y de la familia Sola, cuando el juez pidió ver el expediente, descubrió que lo habían desechado por error.
En 1990, la informática no había llegado a la Justicia de Gualeguaychú, así que todas las actuaciones se tomaban a máquina, sin ningún tipo de copia. Con el descarte de ese expediente, se fue el registro de lo mucho o poco que se había hecho para encontrarla, así que al juez le tocó reconstruir la causa. Lo hizo entrevistando a los familiares, a los policías que intervinieron, a empleados del Juzgado y hasta a los periodistas que habían cubierto el caso, para saber qué se publicó al respecto en todos estos años.
“No era una causa compleja. Pero el Estado entrerriano desatendió la búsqueda y hoy estamos remando muy de atrás”, reconoce el magistrado en diálogo telefónico con LA NACION, mientras se escucha que toma un mate. Esa desatención hace que hoy, 33 años más tarde, el expediente no esté agotado. De hecho, la Justicia está evaluando posibles pistas por primera vez, con un vigor nunca antes visto por los Sola. “Si en aquel momento se hubiera hecho la mitad de lo que viene haciendo el juez Telenta, seguro que la encontraban o hubiéramos sabido que pasó”, reconoce Juan.
En los últimos años, la cara de Susi no solo apareció en el listado de mujeres desaparecidas que publica el Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas (Sifebu), sino que fue sometida a un proceso de actualización cronológica para que la imagen guarde relación con la actualidad. En paralelo, el organismo está relevando restos NN en Entre Ríos en busca de alguna compatibilidad con el perfil genético de la mujer. Como publicó LA NACION hace diez días, hay 6822 registros de personas NN en poder del Sifebu, a la espera de ser identificadas.
“A los familiares, nunca les dije que íbamos a tener éxito, pero sí que íbamos a agotar todas las medidas para tratar de explicar lo que pasó. No me permito no intentar hacer todo lo que esté a mi alcance para darles una respuesta. Y esa respuesta puede ser decirles que Susana ya no está viva”, dice Telenta, quien en 2017 fue fiscal en la causa de la desaparición y posterior femicidio de Micaela García. “Causas como esa te dejan más sensible ante ciertos temas y te dan más herramientas”, se sincera este juez de 44 años, conocedor de los protocolos actuales en materia de búsqueda de mujeres desaparecidas que recomiendan descartar siempre las hipótesis de trata o de femicidio.
En la casa paterna, mientras tanto, la cama de Susana sigue en un rincón. Pero la chica que todas las noches soñaba en ella, hace mucho tiempo que dejó de tener edad para jugar al elástico. El 9 de enero, Susana cumplió 47 años. La vida siguió para todos los Sola y algunos ya no están. Pero Juan todavía habla de ella en presente.
“Yo la pienso viva la mayoría del tiempo. Pero todas las noches, apoyo la cabeza en la almohada y trato de pensar qué pudo haber pasado. Si se fue, se fue engañada y después le dio vergüenza volver. Algunas veces, pierdo la esperanza y también pienso en lo otro”, dice, en referencia a la posibilidad de que esté muerta. Ahora, que le toca ser el más grande, no quiere correr la misma suerte que su hermano Víctor y sus padres: “Sólo espero no irme de este mundo como ellos, sin saber qué fue de la vida de ella”.
A quién podés llamar si tenés un dato sobre ella:
- Podés escribirle al Ministerio de Seguridad haciendo click en este link o llamando a la línea 134.
- Podés llamar al 911.
- Podés comunicarte con la organización Missing Children al 0800-333-5500