Bernardo Toro. “ Es importante entender que el planeta no está en peligro, los que estamos en peligro somos nosotros”
El filósofo colombiano Bernardo Toro desde hace ya varios años viene haciendo hincapié en un concepto que a simple vista parece sencillo pero es enorme: el paradigma del cuidado. Una de sus frases de cabecera es: "El cuidado no es una opción, o aprendemos a cuidar o perecemos". En el cierre de la Jornada sobre Responsabilidad Social en la Agenda 2030 que se llevó a cabo en la ciudad de Buenos Aires, y fue organizada por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social junto con Fundación Avina, el Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS) y el Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE), reflexionó sobre el desafío de crear sociedades más equitativas e instó a pensar en la educación "como un bien público". Respecto al cambio climático, fue claro: "Tenemos que entender que no estamos resolviendo problemas teóricos o económicos, sino que debemos resolver un problema de especie" .
¿De qué se trata este concepto?
Mucho tiempo nos ha guiado el paradigma del éxito, el poder y la acumulación, que produjo dos cosas: el problema del cambio climático pero también creó las comunicaciones. Estamos como nunca en condiciones de dialogar con toda la especie humana. Es importante entender que el planeta no está en peligro, los que estamos en peligro somos nosotros. Por eso el paradigma que nos va a permitir recuperar los daños hechos y al mismo tiempo prevenir los futuros es el cuidado.
¿Cómo se pone en práctica el cuidado?
Hay una forma de poder entender el cuidado y es aprender a hacer transacciones ganar-ganar. Lo que transforma y le da sustentabilidad a una sociedad son las transacciones cotidianas que hacen posible la supervivencia, la convivencia, la producción y la vida con sentido. Ese es el poder difuso, el poder de lo que ocurre todos los días y a toda hora. Las personas nos relacionamos y construimos la realidad a través de intercambios, de transacciones: emocionales, económicas, sociales, políticas, culturales, espirituales. La realidad de una sociedad es el conjunto de transacciones que tramita segundo a segundo. Los valores ganar-ganar se aprenden en las rutinas diarias que ocurren en los espacios de socialización: la familia, los clubes, la escuela, las organizaciones políticas, las iglesias, los medios de comunicación y en las redes sociales. Una sociedad prospera continuamente con las transacciones ganar-ganar, que agregan valor. Las transacciones ganar-perder destruyen esos valores.
¿Es realmente posible aplicar el modelo ganar-ganar?
Obvio que es posible, tal vez el desafío de la crisis climática nos va a obligar a todos a aprender transacciones ganar-ganar. Porque no es posible como especie sobrevivir a la crisis climática si no aprendemos a trabajar así. Producimos tres veces la comida que nos podemos comer, o sea que hay un desperdicio de energía enorme. La pregunta es por qué hay 600 millones de personas que todos los días están sufriendo hambre, que no van a almorzar hoy. No es por falta de modelos de producción, no es por falta de modelos de distribución, es simplemente por los esquemas de acceso que hemos creado. Un país que quiere generar equidad y transacciones ganar-ganar tiene que hacerse una pregunta básica: cómo logro llegar a los territorios donde están las cosas a un precio razonable. Pero esto no se puede hacer sin invertir en bienes públicos. A mayor cantidad de producción de bienes públicos en una sociedad hay más chances de equidad.
¿Cómo se producen bienes de calidad que permitan que todos tengan la misma oportunidad?
Un bien público es aquel que permite a todos desarrollar su dignidad. Un bien es público no porque sea estatal, hay bienes públicos que nunca deben ser estatales. La libertad de pensamiento debe ser un bien público pero el Estado no lo puede tener, porque entonces dejaría de serlo. Por ejemplo, la educación pública es un bien que produce igual dignidad para todos. Qué pasa en Finlandia donde la educación es un bien público de igual calidad. A la misma escuela van el hijo del director de una compañía, el hijo del que vende pescado en el barrio, el hijo de la señora migrante. Así la educación se convierte en un sistema de articulación de sociedad. En Colombia no hay chances de que alguna vez el hijo del presidente de una gran empresa estudie con el hijo de un campesino. En Latinoamérica el sistema educativo no es un bien público. Hay educación estatal y educación privada. Pero no hay educación pública.
¿Cuál es el futuro de la educación?
No es un problema de futuro, es una condición. Si usted mira los países más democráticos, con más productividad, más vida digna, todos tienen la misma característica: sistemas educativos públicos de alta calidad. Ese es un paso que hay que dar. Argentina lo tuvo en los años 40, 50, 60... pero es posible recuperarlo. Cuando se demerita la educación del Estado, comienzan a aparecer colegios privados de mala calidad. Hay que acabar con la narrativa de que la educación privada es mejor que la educación estatal. Los datos demuestran que no. Un niño de cualquier lugar del mundo que tenga una buena oportunidad de enseñanza pública aprende todo lo que hay que aprender. En la República Checa todos leen notas musicales y el 80% toca dos instrumentos. ¿Esto es porque son más inteligentes? No. Simplemente porque lo enseñan. Dejan de creer que la música o la matemática son para genios, solo las enseñan bien.
¿Somos plenamente conscientes de la urgencia que nos plantea el cambio climático?
Hay muchas preguntas que parecen no tener solución, pero solo las podemos responder si somos conscientes de que el problema del cambio climático no es un problema de religión, de partidos, de naciones, es un problema de especie y no es una variable sino una determinante. El cambio climático va a estar en la vida de los seres humanos mientras estemos en el planeta, los años que estemos. Si como colectividad no entendemos que no estamos resolviendo problemas teóricos o económicos, sino que debemos resolver un problema de especie, solamente así vamos a aprender a colaborar. La economía capitalista o socialista no va a sobrevivir. O aprendemos a hacer economía circular o nada. O aprendemos a cuidar regionalmente el agua o los que salen perdiendo somos todos. O lo aprendemos a manejar entre todos o no tenemos futuro. Si aprendemos, sobrevivimos. Si no aprendemos, el sufrimiento de la especie va a ser muy alto.
¿En qué lugar está parada la Argentina dentro de este panorama?
La Argentina es el país de Latinoamérica con mejor futuro y posiblemente el más educado de la región. Es un país que está desarrollando una cultura de la compasión, una emoción colectiva, quiero que sean conscientes de ello. Basta que den el paso y lo demás está resuelto. Cuando hablo de compasión no me refiere a decirle a nadie "pobrecito" sino a trabajar para evitar o disminuir el dolor de los otros, de la sociedad. Un país sano es aquel que es altamente compasivo.