A través de la Fundación María de los Ángeles, Susana Trimarco lucha para que otras mujeres no sufran lo que padeció su hija, Marita Verón
A partir del secuestro y desaparición de su hija en 2002, Susana Trimarco encaró una desesperada búsqueda y lucha contra el delito de trata de personas. En 2007 creó la Fundación María de los Ángeles para brindar asistencia integral a las víctimas así como también recibir denuncias y ofrecer contención y asesoramiento a familiares.
En 2002 Susana Trimarco empezó a buscar incansablemente a su hija en Tucumán y zonas aledañas, en La Rioja y Catamarca. “Esto la llevó a meterse dentro de los prostíbulos y a liberar a otras chicas que estaban en situación de explotación sexual. Las rescataba y las llevaba a su casa para darles un techo, ropa, comida. Así empezó a ayudar a muchas chicas y llegó un momento en que se vio excedida por la cantidad de mujeres que albergaba en su hogar. Después de tanto golpear puertas, logró abrir la primera sede de la Fundación María de los Ángeles en Tucumán”, cuenta Mariana Schvartz, trabajadora social en esta ONG.
Hoy, la fundación –con sede en Tucumán, Córdoba y Buenos Aires- ofrece, de forma gratuita, apoyo legal, psicológico y social a las mujeres afectadas por este flagelo. Así busca acompañarlas para ayudarlas a elaborar las situaciones traumáticas vividas para conformar un nuevo proyecto de vida. Para ello, también realiza un relevamiento social con el fin de detectar sus necesidades e intentar resolverlas, desde encontrar un techo hasta terminar la secundaria.
“La mayoría de las mujeres que fueron víctimas de trata llega a la fundación con un grado muy alto de vulnerabilidad, donde se han atropellado muchos de sus derechos. Vienen solas o con sus hijos, pero sin ningún tipo de contención. Hay chicas que llegan con una angustia de años y acá es la primera vez que se animan a hablar de su dolor”, explica Schvartz.
Es por eso que, a la hora de vinculase, la prioridad es generar una relación de confianza. “Ellas saben que ésta es su segunda casa. Se dan cuenta de que realmente nos preocupamos por cada cosa que les pasa. Saben que cuentan con un equipo profesional que las escucha, las contiene y las acompaña”, continúa Schvartz y luego aclara: “Lo que tiene que ver con la denuncia lo canalizamos y judicializamos respetando los tiempos de la víctima”.
Desde la Fundación María de los Ángeles también acompañan a los familiares de las personas desaparecidas. “Una familia de una persona desaparecida tiene mucha angustia porque no sabe nada de su ser querido. Ellos aportan todos los datos en el juzgado y después se quedan con un vacío enorme. Entonces les brindamos apoyo, además de entablar contacto con los juzgados para seguir las causas”, relata Agustín Araoz, abogado en la Fundación María de los Ángeles, la cual recibió alrededor de 2200 denuncias en las tres sedes de la organización durante 2016.
Para Araoz, lo más gratificante de acompañar a las víctimas de trata y a sus familias es ser testigo de los procesos de transformación. “Vemos historias de vida de mujeres que han podido salir de la prostitución o han logrado recuperarse de la explotación sexual. Acompañarlas nos genera un gran compromiso y le da sentido a lo que hacemos, desde estar en un prostíbulo en la mitad de la noche hasta un debate oral en un juicio. Es la cuestión humana lo que te enriquece”, concluye.