Argentina: el complejo escenario laboral para los jóvenes
La inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo es un factor clave de sus oportunidades de integración y movilidad social. Tal inserción se encuentra condicionada por sus trayectorias biográficas y educativas, por los recursos económicos y el capital social de los que disponen, y por las responsabilidades doméstico-familiares que enfrentan. A su vez, las características de sus ocupaciones determinan el acceso a recursos valiosos, tales como ingresos adecuados, capacitación y seguridad social.
Los jóvenes peor posicionados de la estructura social no sólo enfrentan menores chances de participación en el mercado de trabajo, sino también condiciones sociolaborales más adversas que sus pares de estratos medios.
En la Argentina urbana, la situación socio-ocupacional de los jóvenes de 18 a 29 años constituye una trama compleja. De acuerdo con los datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina, en el bienio 2017-2018 los jóvenes enfrentaron una tasa de desocupación de 21% y casi 6 de cada 10 ocupados lo hacían en condiciones de precariedad o subempleo inestable.
El análisis de la situación sociolaboral de las juventudes argentinas ilumina dos caras de la desigualdad social. Por un lado, los jóvenes conforman un colectivo particularmente expuesto al desempleo y a inserciones laborales inestables o precarias en comparación con otros grupos sociales. Por otro lado, existen fuertes inequidades sociolaborales entre los jóvenes de distintos estratos socioeconómicos, las cuales desafían la imagen de una única juventud.
Las chances de participar en el mercado de trabajo se incrementan cuanto más alta es la posición en la estructura social. Mientras que 75,6% de los jóvenes que residen en hogares de estratos medios profesionales son activos (es decir, trabajan o buscan trabajo), sólo 58,7% de los del estrato marginal lo son.
Ello se explica especialmente por una menor tasa de actividad de las mujeres jóvenes de los estratos más desfavorecidos, quienes suelen estar a cargo de tareas domésticas y del cuidado de niños y adultos mayores. A su vez, en el bienio 2017-2018, la tasa de desocupación de los jóvenes del estrato marginal casi cuadruplicaba a la de aquellos del estrato medio profesional.
Alrededor de 3 de cada 10 jóvenes ocupados de estratos medios profesionales se encuentran en situación de precariedad o subempleo inestable mientras que 8 de 10 de sus pares de estratos marginales atraviesan dicha situación. Así, cabe señalar no sólo la particular propensión de los sectores juveniles de distintos estratos al empleo de baja calidad sino también la disímil experiencia que éste puede representar.
Mientras que para los jóvenes mejor posicionados de la estructura social la precariedad puede ser una situación transitoria –aunque riesgosa e insatisfactoria– dentro de una trayectoria laboral ascendente (e, incluso, articularse con los itinerarios educativos y con elecciones subjetivas), para otros puede indicar la reproducción de situaciones de privación que limitan de manera injusta las oportunidades de integración social.
En este marco, se complejiza la relación entre la educación formal y el empleo. En la actualidad, los jóvenes enfrentan una paradoja: pese a disponer de mayores credenciales educativas que las generaciones adultas, tienen dificultades para acceder a empleos que garanticen bienestar económico y movilidad social. No obstante, los jóvenes con mayores credenciales están mejor equipados frente al empleo precario y los bajos ingresos: un joven con secundaria completa tiene el doble de ingresos horarios y de probabilidades de tener un empleo pleno que un joven que no completó la educación media.
Aquí las desigualdades educativas y estructurales se imbrican nuevamente: mientras que 1 de cada 10 jóvenes del estrato medio profesional tiene la secundaria incompleta, son casi 6 de cada 10 en el estrato marginal. Así, estos últimos quedan más expuestos al riesgo de permanecer en el segmento más vulnerable del mercado de trabajo.
El escenario sociolaboral de las juventudes ofrece claves sobre las oportunidades de integración y convergencia social en la sociedad argentina. El desempleo y la precariedad laboral son expresión de privaciones y, por tanto, de deudas sociales que la sociedad argentina mantiene con ellos y ellas y que comprometen sus oportunidades de desarrollo humano y social. Desde el Observatorio de la Deuda Social Argentina se ofrecen evidencias sobre estas privaciones que permitan poner en agenda las iniciativas necesarias para su superación.
El autor es investigador del Observatorio de la Deuda Social Argentina
Santiago Poy
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