Apoyar la fuerza de lo local
Todo lo humano es local. La vida de los 40 millones de habitantes de la Argentina transcurre en el mapa de 2172 municipios. Es necesario elaborar una visión de esos territorios dejando atrás la imagen administrativa y de fronteras jurisdiccionales, y pensarlos como lugares virtuosos para el desarrollo, no como áreas predeterminadas, sino como construcción social fruto de las interacciones de personas y de organizaciones allí localizadas.
Espacios capaces de generar ventajas competitivas a partir de sus recursos endógenos. Esto es desarrollo local y es bueno saber que trata de economía, pero también de calidad de vida, de sostenibilidad, de gobernanza y de cohesión social.
¿A quiénes tenemos para promoverlo? Al Gobierno –en sus tres niveles–, al sector privado y al sector social. ¿Son la misma cosa? No. ¿Tienen las mismas responsabilidades? No. ¿Puede hacerlo cada uno por su cuenta? No. ¿Cómo trabajar, entonces? A través de alianzas público-privadas, es decir, en un proceso colaborativo en el que las partes se comprometan con el objetivo, respeten las reglas de juego establecidas, combinen las fortalezas de cada socio y establezcan estrategias de trabajo para el corto, mediano o largo plazo.
Las cuestiones a tener en cuenta para el logro de una alianza público privada exitosa son: análisis del contexto local, convocatoria de los actores, puesta en marcha del proyecto, control de evolución, análisis de resultados y sostenibilidad del proceso. Las alianzas público-privadas son importantes porque fortalecen el tejido social, aumentan los recursos disponibles, generan aprendizaje y retienen a los habitantes en el lugar porque éstos encuentran allí la calidad de vida que otros espacios, que le son extraños, no pueden brindarle.
Por supuesto que hay tensiones entre lo público y lo privado, muchas veces sostienen perspectivas e intereses diferentes. Pero la generación de confianza entre los actores permite el acercamiento y mejora las posibilidades de acceder a una economía socialmente inclusiva que asegure cohesión social y mejora de la calidad de vida no sólo en una comunidad, sino también en los territorios de proximidad. Existe un conjunto de países, que podríamos llamar de inserción internacional exitosa, que han incorporado esta modalidad: Australia, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia, Irlanda, Malasia, España, República Checa, Corea y Singapur, entre otros.
¿Por qué no lo hacemos nosotros? Dejo a usted la respuesta, estimado lector.