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Aunque está instalado en el imaginario colectivo como el invitado que no puede faltar en la mesa de los argentinos, el alcohol integra la nómina de sustancias adictivas que ponen en jaque nuestra salud física y psíquica. Su consumo en exceso no solo genera adicción, sino que también provoca daños graves e irreversibles en el organismo. Conocé cómo detectar las señales de alerta y por qué es tan importante no naturalizar ni minimizar sus consecuencias.
Detectar cuál es el tipo de consumo
- Uso: consiste en una toma consciente y episódica, por ejemplo, para reuniones o cumpleaños.
- Abuso: se da cuando las tomas se vuelven frecuentes y excesivas.
- Consumo problemático: el alcohol se vuelve un bastón de la subjetividad, se lo necesita en determinadas circunstancias.
- Adicción: la vida cotidiana se resume en dos acciones: comprar y tomar alcohol. "Cuando el día a día gira en torno de comprar y tomar", explica Torres.
A qué otras cosas prestar atención
- La ingesta de alcohol, incluso en casos de excesos, cuenta con cierta tolerancia social. Esto dificulta la toma de conciencia acerca de sus efectos nocivos, lo que lo vuelve especialmente dañino en el caso de los adolescentes. "El consumo de alcohol entre adolescentes no debería existir porque está prohibido para menores de 18 años. Ha ido bajando el promedio de edad de los intoxicados. Hace 15 años era de 21 o 22 años y llegaban con 3,5 gramos de alcohol en promedio. Ahora la media es de 16 con 5 grados de alcohol o más. Es decir que bajó la edad de intoxicación y aumentó la cantidad de alcohol con que se intoxican", explica Carlos Damin, jefe del servicio de Toxicología del Hospital Fernández y presidente de la Fundación Niños sin Tóxicos (Fundartox).
- No es de un día para el otro que se llega a un consumo problemático. Es, al igual que la adicción, síntoma de problemas más complejos, que hay que desarmar y trabajar. Por eso es importante hablar de estos temas, registrar lo que se consume y su efecto en el cuerpo.
- Las primeras alertas deben encenderse cuando se incurre en una ingesta excesiva. "Cuando hay un abuso de la sustancia y el organismo empieza a generar tolerancia", explica Gabriela Torres, secretaria de Políticas integrales sobre Drogas de la Nación.
Los peligros para la salud
Desarmando mitos
El Ministerio de Salud de la Nación señala una serie de prejuicios en relación al consumo de alcohol que son necesarios erradicar:
- Mito 1. Las bebidas suaves como el vino y la cerveza emborrachan menos. Los efectos del alcohol son los mismos con todas las bebidas. El impacto en el cuerpo depende siempre de la graduación alcohólica, de la cantidad y de la velocidad en que se ingiera. También dependen del sexo, del contexto donde se consume, de las expectativas, del estado de ánimo y de las características psicológicas y corporales de quien lo hace.
- Mito 2. Hay gente que sabe beber y no se emborracha, aún después de varias copas. De ser así, significa que se ha desarrollado lo que se conoce como tolerancia, lo cual es más grave ya que el cuerpo deja de dar avisos sobre los efectos perjudiciales de la ingesta de alcohol en la salud integral de la persona. Sin embargo, estos efectos se siguen produciendo.
- Mito 3. Beber solo los fines de semana no hace daño. El daño que provoca el alcohol no depende del día en el que se ingiere, sino principalmente del vínculo que se establece con la sustancia, es decir, la manera en la que cada uno incluye al alcohol en sus actividades, por ejemplo, las que realiza los fines de semana. Lo más importante es la cantidad que se ingiere, la frecuencia y la velocidad.
- Mito 4. Si no tomo mucho, puedo manejar sin riesgos. Aún en pequeñas cantidades el consumo de alcohol puede producir alteraciones que afectan la capacidad de respuesta de los reflejos y la percepción del tiempo-espacio, lo cual aumenta la posibilidad de lesiones y accidentes domésticos y automovilísticos.
- Mito 5. Todo el alcohol ingerido se elimina a través de la orina y el sudor. Solo un porcentaje muy pequeño (10%) se elimina de esta manera. El resto se metaboliza por el hígado.
- Mito 6. Con café cargado o un baño, se baja la borrachera. Ni el café ni un baño aceleran el proceso de eliminación del alcohol consumido. Este se elimina de la sangre a razón de un vaso de vino por hora, teniendo como referencia el organismo de un hombre de aproximadamente 80 kilos. Las mujeres, al tener menor contextura física, agua y grasa corporal, tardan más en procesar cada trago o vaso de alcohol.
- Mito 7. El alcohol facilita el diálogo. Las personas pueden sentirse relajadas con algo de alcohol. Sin embargo, en la medida que aumenta la cantidad de alcohol ingerido, disminuyen las posibilidades de comunicación y de vinculación.
- Mito 8. La bebida alegra, estimula. Es posible que la persona se desinhiba, pero no es un estimulante. Esta idea se basa en la creencia errónea de la relación entre beber alcohol y diversión, culturalmente arraigada.
- Mito 9. El alcohol facilita las relaciones sexuales. Las personas pueden sentirse desinhibidas con algo de alcohol, pero por ser un depresor del Sistema Nervioso Central, su consumo puede inhibir la respuesta sexual. Además, favorece prácticas sexuales de riesgo, embarazos no planificados, enfermedades de transmisión sexual y violencia.
Algunas recomendaciones
- Antes de tomar alcohol, comer algo y tomar mucha agua.
- Establecer horarios: si tomamos en el almuerzo y en la cena, es muy difícil que podamos realizar otras actividades. Por eso es muy importante sostener rutinas y actividades durante el día.
- Llevar un registro de lo que se consume
- Pedir ayuda en caso de sentir que la necesidad de tomar alcohol escapa de nuestro control
- Los padres y adultos responsables no deben ser "cómplices" del consumo de alcohol de los jóvenes en las "previas". Por ejemplo, los adultos pueden estar presentes en ese momento aportando comida, hablando con los jóvenes y no dejándolos solos. Además, es fundamental el compromiso de los comerciantes a no vender alcohol a menores de edad.
- Promover la figura del conductor responsable y el uso de transporte público, o medios alternativos, si se va a tomar alcohol.
Dónde pedir ayuda
- Línea 141: la Sedronar tiene una línea gratuita y anónima de primera escucha, que brinda información, atención y acompañamiento para situaciones de consumo problemático de alcohol y otras sustancias, funciona durante las 24 horas, los 365 días del año, en todo el país.
- División de Toxicología del Hospital Fernández: brindan atención telefónica y personal las 24 horas. Tels.: (011) 4808-2655 o 4801-7767.
- Fundación Manantiales: la fundación se dedica a la investigación, prevención y asistencia integral de diferentes adicciones, desde drogadicción y alcoholismo, hasta tecnoadicción. Tel.: (011) 4382-8500.
- Fundartox: se dedica a la promoción, prevención, diagnóstico, asistencia, docencia e investigación, vinculadas a la toxicología. WhatsApp: 11-4404-8004;
- Alcohólicos Anónimos: brindan escucha y asistencia con un programa de recuperación del alcoholismo de 12 pasos, funcionan en todo el país; los lugares pueden conocerse en https://aa.org.ar; tienen actualmente reuniones virtuales. Consultas por WhatsApp 11 2292 6686 de lunes a viernes de 11:00 a 18:00 hs.
- Al-Anon: es un recurso comunitario que provee ayuda a aquellos afectados por el beber compulsivo de un familiar o amigo. Hasta que se levante la cuarentena están realizando reuniones online. Tels.: 0800-333-0784 y WhatsApp: 11-3256-4729; Más información en www.alanon.org.ar o escribir a alanon@alanon.org.ar
Fuentes
-Entrevistas a especialistas
-Estudio nacional en población de 12 a 65 años, sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas (Sedronar): http://www.observatorio.gov.ar/media/k2/attachments/2018-10-05ZEncuestaZHogares.pdf
-Neurociencia del consumo y dependencia de sustancias psicoactivas (OMS): https://www.who.int/substance_abuse/publications/en/Neuroscience_S.pdf
-Ministerio de Salud de la Nación
Metodología. Cómo lo hicimos
Este artículo forma parte de “Hablemos de adicciones”, una guía de Fundación La Nación que incluye las voces y las recomendaciones de algunos de las y los principales referentes en esta temática de la Argentina, así como también testimonios en primera persona. Además de las entrevistas cualitativas, se realizó un análisis de datos estadísticos y una compilación de trabajos elaborados por distintas organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, y contó con la curaduría de Carlos Damin, médico especialista en Toxicología y jefe de la División Toxicología del Hospital Fernández de la Ciudad de Buenos Aires.