Abuso sexual en la infancia: ¿Por qué siempre cuestionan a la víctima?
La directora de Red por la Infancia habla del impacto que la invisibilización y la mala comunicación mediática del abuso sexual de chicas y chicos pueden tener sobre las víctimas de este delito, uno de los más comunes y menos denunciados
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Horario prime time de la televisión argentina y, en uno de los programas más vistos, cinco hombres, abogados y comunicadores sociales, invisibilizan con crueldad un claro caso de abuso y explotación sexual, bajo argumentos tales como: “Era una historia de amor”, “Es una cuestión política impulsada desde Estados Unidos contra Cuba”, “Lo hace por el dinero” o “No era una nena, ella sabía lo que hacía”. La pantalla recrea, ante millones de televidentes, la respuesta con la que se encuentran muchas víctimas cuando rompen el silencio y que explica por qué el abuso sexual es el delito violento menos denunciado en el país.
Frente a lo siniestro, muchos aún prefieren creer que las víctimas mienten a aceptar que conocemos, queremos e incluso idolatramos a un depredador sexual de niñas y niños. Algunos van más allá, se presentan de forma perversa como embajadores de la causa, pues nadie quiere defender el abuso de forma abierta. “Me solidarizo con las víctimas, pero...”, es el latiguillo que repiten como para ocultar lo que realmente están haciendo con su discurso: negarle su condición de víctima a quien rompe el silencio, ponerla en el banquillo de los acusados y cometer así un nuevo acto de violencia contra las niñas y mujeres que se animan a hablar y las miles que sufren en silencio.
¿Quiénes son ellos para juzgar a las víctimas y ponerlas en el banquillo de los acusados? ¿Cómo se puede estar contra el abuso y la explotación si se ataca a las víctimas y se idolatra a los agresores?
Este juicio público enmascarado de “debate” no es otra cosa que un acto de violencia, crueldad e ignorancia con la que se juzga a la víctima frente a millones de televidentes. En la Argentina, una de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños es víctima de abuso sexual antes de sus 18 años. ¿Cuántas de estas víctimas habrán visto el programa y reafirmado que callar es mejor que someterse a la mirada cruel de una sociedad que las vuelve a abusar cuando piden ayuda?
Se habla de libertades, de prescripciones, de intereses económicos y nadie, ni siquiera el conductor, comprende que hablan de una vida, de una infancia arrebatada. No importa si el caso prescribió frente a la ley; el dolor, señores, no prescribe.
Así es cómo un caso mediático y unos pocos minutos de aire pueden determinar el futuro de miles. Y cómo, todas las noches, se apagan las luces y esos comunicadores y abogados vuelven a sus casas con la medición del rating en un papel, pero sin dimensionar el impacto de sus palabras.
Quizás, si supieran que:
- El abuso sexual es uno de los delitos más comunes y menos denunciados del país.
- Que en el 80% de los casos, el agresor es parte del círculo cercano de la víctima.
- Que solo el 30% de las víctimas de abuso logra hablar y cuando lo hacen solo al 16% se le cree y protege.
- Que los agresores sexuales, como buenos depredadores, suelen camuflarse entre nosotros: pueden ser nuestros maridos, amigos, jefes, incluso nuestros ídolos.
- Que las niñas, niños y adolescentes no provocan, no mienten, ni fabulan. No es su culpa que los abusen.
- Que no hay consentimiento válido antes de los 13 y el consentimiento entre los 13 y 16 años es limitado, solo es válido entre pares para que no haya un aprovechamiento por inmadurez.
- Que nadie consiente su propia explotación sexual, por lo que el supuesto consentimiento dado en condiciones de explotación no es válido.
Quizás, solo quizás, sabiendo esas pocas cosas podremos poner el foco en lo que verdaderamente faltó en el prime time: la necesidad de que, frente a temas tan complejos y sensibles, los opinólogos se llamen al silencio, que los comunicadores se capaciten para estar a la altura de su responsabilidad social y que los temas de abuso y explotación se aborden con pericia, pero también con empatía y humanidad. Unicamente así podremos dejar atrás la cultura de abuso y la desprotección y forjar una sociedad que proteja a los niños, niñas y adolescentes de toda forma de violencia.
*Paula Wachter, es fundadora y directora de Red por la Infancia.