A través del skate y otros deportes, buscan alejar a los jóvenes de las drogas y las pandillas
HONDURAS.- Al caer el sol, un enjambre de niños y jóvenes se reúne, como todos los días, para demostrar sus habilidades en la pista: algunos salen como flechas en patines, otros hacen acrobacias en el aire con sus skates o bicicletas.
"Anduve seis años por el mal camino; buscaba la adrenalina de la calle y en este lugar encontré una adrenalina que no pone en riesgo mi vida. Acá somos una familia", dice Gendrik Torres, de 19 años, patinador y ciclista.
Él es uno de los muchos chicos que asisten a diario al proyecto social Skate Brothers, un refugio que surgió como una luz en la oscuridad para las nuevas generaciones de Cofradía, una comunidad al sur de San Pedro Sula, uno de los municipios más violentos de Honduras.
Una promesa de cambio
En ese país que cerró 2017 con una de las tasa de homicidios más altas del mundo (42,8 por cada 100.000 habitantes), el programa nació de la inspiración de Jessel Recinos, un hondureño que dejó la delincuencia por los patines y fundó Skate Brothers para apartar a los jóvenes de las pandillas.
"A los 15 años comencé a formar parte de una pandilla, pero en 2005 pasó algo que cambió mi vida: un tipo me agarró a tiros con una pistola 9 milímetros, el último balazo cruzó mi espalda y me salió arriba del corazón", cuenta Recinos, mientras desabotona su camisa para mostrar la cicatriz.
Y agrega: "Miré correr la sangre por mi pecho y en ese momento hice un pacto con Dios". Le prometió que, si se salvaba, dejaría de formar parte de "ese mundo oscuro" al que pertenecía. Según los médicos, se salvó de milagro.
La promesa de "ser una persona de bien" lo llevó en 2011 a fundar Skate Brothers, un club de patinadores sin fines de lucro que se convirtió en un modelo para jóvenes tentados por las drogas, la delincuencia y las maras (las pandillas locales). "Logramos que muchos no cayeran en actos vandálicos; somos el antivirus a esta problemática", afirma Recinos, de 27 años.
Al principio, el proyecto se instaló en un Centro de Alcance (se trata de lugares de asistencia de la Iglesia Católica para niños y jóvenes en zonas de alto riesgo), logrando equiparse gracias a una donación que realizó el programa Alianza Joven Honduras, de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid).
En 2017 inauguraron su propia sede, también con el apoyo de la Usaid y de la Iglesia Católica, que cuenta con una oficina, gimnasio, salón, cancha de fútbol y basquetbol, pista multiusos, baños, cafetería y vestidores.
"Cuando cortamos la cinta de inauguración, me senté en la pista y se me cayeron las lágrimas al ver cuántos jóvenes estaban ya a salvo", recuerda Recinos, quien en 2016 fue elegido por el Departamento de Estado de Estados Unidos como uno de los 10 Jóvenes Líderes Emergentes del mundo.
Actualmente, son unos 70 chicos los que acuden gratuitamente a la organización para practicar patinaje, skate, acrobacias, danza moderna, rap y fútbol. "Algunos pertenecían a pandillas y Skate Brothers les cambió la vida. No solo les enseñamos distintas disciplinas, también somos consejeros porque nos hacemos amigos", sostiene Recinos.
En esa línea, Bayron Rodríguez, un patinador de 13 años, asegura: "Me encanta venir a este club porque hay un ambiente familiar y hace que uno no piense en meterse en pandillas ni cosas así".
La institución afronta sus gastos de mantenimiento gracias al alquiler del salón y el gimnasio, a la colaboración de donantes, a las rifas y otras actividades que llevan a cabo. "Lo hacemos por amor", sostiene el fundador, pero reconoce que necesitan más apoyo económico.
Entre los objetivos está conseguir la personería jurídica para canalizar las donaciones que puedan continuar consiguiendo, y también llegar a otros sectores del país. "Una de la metas es expandirnos a los lugares de Honduras donde haya conflictos. Esto va a seguir floreciendo porque queremos que más jóvenes sean alcanzados por Skate Brothers", sueña Recinos.
Erlin Varela, El Heraldo
Erlin Varela