A los 13 años fue captado por una red de pedófilos mientras jugaba al Minecraft: “Nunca antes había escuchado hablar de grooming”, cuenta su mamá
Santino fue contactado por un adulto desconocido que durante un año se hizo pasar por un chico de su edad y, tras ganar su confianza, empezó a exigirle bajo amenazas que le enviara fotos y videos sexuales; una ley que busca prevenir este delito acaba de ser reglamentada
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Una tarde de mediados de enero de 2021, Laura le pidió a Santino, su hijo de 13 años, que le prestara el celular. El suyo no tenía crédito y ella tenía que hacer una llamada urgente: acababan de avisarle que su abuelo había fallecido de Covid-19 y tenía que ocuparse de todo. Enseguida notó que el chico se ponía muy nervioso y evitaba darle el teléfono, pero Laura insistió. Cuando se quedó sola, abrió el WhatsApp de Santino y un grupo llamó su atención. Eran todos números desconocidos, con características de otras provincias e, incluso, de diferentes países.
“Algo me dijo que tenía que mirarlo”, recuerda hoy Laura, de 40 años. Cuando abrió el chat y vio su contenido, sintió que iba a desmayarse: estaba repleto de material de explotación sexual de niñas, niños y adolescentes, la mal llamada “pornografía infantil”. Entre las decenas de fotos y videos de chicos desnudos, en poses o actos sexuales, había imágenes de Santino y otras que involucraban a Pedro, el hijo más pequeño de Laura, que entonces tenía apenas siete años.
“No tenía la menor idea de qué hacer ni para dónde salir corriendo. Llamé a una psicóloga y me dijo que fuera a hacer la denuncia. Durante la investigación del caso escuché hablar por primera vez de grooming: me explicaron qué era y supe que Santino había sido una víctima”, cuenta Laura en una conversación telefónica con LA NACION.
El grooming se caracteriza por el acoso de parte de un adulto a niños, niñas y adolescentes a través de internet para obtener algún tipo de gratificación sexual o imágenes sexuales. Generalmente, se hace desde perfiles falsos en los que el groomer (como se conoce a estos ciberdelincuentes) se hace pasar por chicos o chicas de la misma edad que sus víctimas, para ganar su confianza. Es una forma de abuso sexual que, sin una intervención adecuada y oportuna, provoca un impacto enorme en el psiquismo de quienes lo sufren, con secuelas que pueden prolongarse durante toda la vida.
“En la escuela de mis hijos no se hablaba jamás de estos temas, ni con los estudiantes ni con los padres. Yo no sabía que existía el grooming. Después supe que había un montón de casos, pero la gente no tiene idea y, cuando ocurren, no denuncia, se queda callada”, se lamenta Laura.
Reglamentaron la ley que busca prevenir nuevos casos
Para visibilizar esta forma de violencia −una mucho más frecuente de lo que se cree−, la semana pasada se reglamentó la conocida como “Ley Mica Ortega” (N° 27590), que crea el Programa Nacional de Prevención y Concientización del Grooming o Ciberacoso contra Niñas, Niños y Adolescentes y que había sido sancionada a fines de 2020.
Entre otras acciones, se propone promover el uso responsable de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y la capacitación de la comunidad. Su reglamentación prevé medidas como la creación de un observatorio que funcionará bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social y hará un monitoreo de la implementación de la norma y de un comité asesor que realizará recomendaciones y articulaciones entre organismos gubernamentales y no gubernamentales para proteger a los chicos de este delito.
La ley fue llamada así en homenaje a Micaela Ortega, la niña de 12 años que desapareció en abril de 2016 en la ciudad de Bahía Blanca, tras encontrarse con Jonathan Luna. El hombre de 28 años creaba perfiles en Facebook con identidades falsas para captar a chicas como Mica, a quien terminaría asesinando.
Para Hernán Navarro, fundador de Grooming Argentina, la prevención es indispensable para llegar a tiempo. “Estamos trabajando mucho en la promoción de la educación digital, que creemos firmemente que es lo que va a cerrarle las puertas a este delito. Las chicas y los chicos tienen muchas más habilidades que los adultos en el manejo de las nuevas tecnologías, pero no tienen la percepción del peligro, un conocimiento arraigado y profundo del lado A y B de Internet: cuando le preguntamos en las escuelas a qué le temen en la red, qué les preocupa, no hay respuesta. Esto es producto de que no pueden reconocerlo”, señala Navarro, cuyo equipo fue convocado recientemente por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para aportar sus conocimientos en el abordaje de esta forma de violencia.
“Se escondía para jugar”
Laura y sus hijos −sus nombres fueron cambiados en esta nota para preservar la identidad de los niños− viven en una provincia del centro de la Argentina, en una ciudad pequeña, donde todos se conocen. Antes de la pandemia, Santino se pasaba los fines de semana en la plaza, tomando mate y compartiendo tiempo con sus amigos. Pero con la cuarentena, empezó a estar todo el día pegado a la computadora y el celular.
Su mamá nunca se imaginó que, encerrado en su cuarto, su hijo podría estar expuesto a peligros como el grooming. Está separada desde hace casi 10 años y trabaja en su casa: “Vivo pendientes de mis hijos. Pero la verdad es que durante la cuarentena Santino estaba todo el tiempo con la computadora y yo no sabía si hacía cosas del colegio o qué”, recuerda.
Lo que sí llamaba su atención era que el chico se “escondía” para jugar en red. Si la familia estaba en el comedor, él se iba al cuarto. “Cambió mucho el carácter. Estaba siempre a la defensiva, siempre increpándome. Dejó de ser un chico sociable para convertirse un ermitaño”, asegura.
La pesadilla, reconstruye Laura, comenzó en Minecraft, uno de los juegos en red más populares entre los adolescentes. Allí Santino conoció a un supuesto chico de su edad, que dijo vivir en México y con quien pronto empezó a entablar una relación de amistad. El desconocido aseguraba compartir con Santino el gusto por ese y otros juegos, como Roblox, y cada vez estaban más tiempo conectados. En esos primeros intercambios, Santino jamás hubiese creído que quien estaba del otro lado era un adulto, un abusador que terminaría arrastrándolo al centro de la telaraña de un grupo de pedófilos.
Pero eso no pasó de un día para el otro. Ese nuevo “amigo” se iba ganando su confianza de a poco, hasta que llegó a pedirle la contraseña de su mail. Santino se la dio, y esa sería la puerta que terminaría abriendo de par en par su mundo íntimo: los contactos de sus familiares, el colegio al que iba, los nombres de sus amigos del barrio, toda esa información personal quedó expuesta. Con esos datos, empezaron las extorsiones: el mecanismo habitual que usan estos delincuentes para obtener lo que buscan.
“Le decía que iba a matarnos a su papá y a mí sino mandaba fotos y videos de carácter sexual. Él estaba muerto de miedo”, cuenta su mamá. Por las amenazas que sufrió, Santino terminaría enviando, entre otras, las imágenes que Laura encontró aquella tarde de enero en su celular.
Cuando Santino pudo poner en palabras la tortura que había vivido durante un año, le contó a su mamá que por las noches el groomer lo sumaba a grupos de WhatsApp que se desarmaban en la mañana, donde él y otros chicos eran obligados a subir imágenes que adultos comentaban y compartían. El grooming y la comercialización de imágenes de explotación sexual de niños, niñas y adolescentes están estrechamente vinculados.
Si bien Internet no inventó la pedofilia, la volvió mucho más sofisticada. “El disco duro de la computadora de Santino se mandó a analizar a Estados Unidos por la cantidad de números extranjeros que había en los chats”, cuenta Laura.
Mientras el caso avanzaba en la Justicia, sus padres, que viven en casas cercanas, tuvieron que extremar medidas de cuidado. “Teníamos que cambiar permanentemente las contraseñas de los celulares y las computadoras; y despertarnos varias horas por la noche para ver si Santino estaba durmiendo. Lo dejábamos salir a jugar a la vereda pero debíamos vigilar que no le pidiera el celular a nadie: era tanto el miedo que tenía por las amenazas que había sufrido, que buscaba estar conectado todo el tiempo para dar señales de vida”, relata Laura.
Un proyecto busca elevar las penas por el delito de grooming
Para la madre, el trauma fue enorme. “Es como una película de terror. En septiembre del año pasado encontré un nuevo chat en el celular de Santino con un hombre, que después supe que vive en nuestra misma ciudad. Los mensajes son irreproducibles: el nivel de manipulación era horroroso”, cuenta Laura.
Enseguida hizo la denuncia y esta causa penal se encuentra en plena investigación, al igual que la que se había iniciado en enero. Se cree que el hombre, quien se vinculó a Santino por Twitter, podría haber obtenido el contacto del chico a partir de uno de esos grupos de WhatsApp a los que fue incorporado por la red de pedófilos. Laura teme que las causas queden en la nada, “como pasa tantas veces”.
Para cambiar ese panorama, en noviembre de 2020, desde Grooming Argentina presentaron en el Senado de la Nación un proyecto que busca modificar la ley 26.904 que, sancionada en 2013, incorporó al Código Penal la pena de seis meses a cuatro años de prisión para quien, “por medio de comunicaciones electrónicas, telecomunicaciones o cualquier otra tecnología de transmisión de datos, contactare a una persona menor de edad, con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad sexual de la misma”.
Navarro explica que el proyecto −que aún no fue tratado en comisión y corre el riesgo de perder estado parlamentario−, establece, entre otras cuestiones, que las condenas dejen de ser “simbólicas”, ya que “son en general de ejecución condicional y nada tienen que ver con la realidad del impacto de este delito en las víctimas y sus familias”. En esa línea, considera que la legislación actual “es deficiente y no tutela de manera efectiva el bien jurídico protegido que es el de resguardar la integridad sexual de niños, niñas y adolescentes en Internet”.
Cuando el delincuente sea ministro de algún culto, encargado de la educación o de la salud, o funcionario público “que se valga de su cargo para la comisión del hecho”, la iniciativa de Grooming Argentina prevé una inhabilitación especial por el doble de tiempo de la condena para el desempeño de su profesión o cargo. Por otro lado, además de poner una pena mínima de 2 a 6 años de prisión y de considerar agravantes y penas accesorias, contempla los casos de grooming donde las víctimas son personas con discapacidad intelectual con más de 18 años. “Tenemos muchos casos”, señala Navarro.
“El miedo sigue estando”
Navarro subraya que hay un punto central que debe ser tenido en cuenta cuando se abordan los peligros vinculados al uso de las nuevas tecnologías: “Todavía seguimos contemplando como sociedad que lo que sucede en Internet no afecta a las personas porque pertenece al ‘mundo virtual’. Nosotros cuestionamos mucho esto, porque lo virtual genera un efecto real en la vida de las personas, no son dos mundos paralelos. Tenemos que entender que todas y todos somos ciudadanos digitales”.
Hoy toda la familia de Laura está en tratamiento. Santino (que actualmente tiene 15) cuenta con acompañamiento psicológico y psiquiátrico. Según su mamá, “tiene para rato largo”. Pedro, el menor (hoy tiene 9), tuvo episodios de autolesiones, estuvo medicado durante seis meses y hace un tratamiento psicológico cada 15 días. “Reconstruir la relación entre ellos como hermanos después de lo que pasó no fue nada fácil, y el miedo a que les vuelva a pasar de nuevo sigue estando”, asegura la madre.
Un reciente informe de Grooming Argentina, alertó que al 35% de los chicos y las chicas alguna vez le pidieron que enviaran fotos desnudos o con poca ropa y que el 33% recibió imágenes o videos de contenido sexual de un desconocido que los contactó por Internet. Además, reveló que seis de cada 10 chicos y chicas, de entre 9 y 17 años, hablan con desconocidos por Internet y tres de 10 se encontraron alguna vez personalmente con alguien con quien se contactaron por ese medio. En cualquier lugar donde haya chats y niños o niñas del otro lado puede haber grooming: Facebook, Instagram, WhatsApp o juegos online.
Buscando la mejor manera de sostener a sus hijos, Laura conoció a la organización social que lidera Navarro, que la asesoró, acompañó durante el proceso penal y continúa acompañando hasta hoy. ¿Qué le diría, desde su experiencia, a otros padres? “Que miren a sus hijos y que consulten ante cualquier cambio de temperamento que llame su atención. A veces cuesta entre la rutina y el cansancio que nos sobrepasan, pero es muy importante saber que estos riesgos existen y hablarlo con ellos. Hay un montón de herramientas que, como padres, pueden ayudarnos a que los cuidemos en el uso seguro de Internet”, concluye Laura, con la certeza de que la prevención puede cambiar destinos.
Más información
- Recientemente Grooming Argentina impulsó Grooming LATAM, la primera red global de organizaciones de la sociedad civil que luchan contra este delito en nuestra región. “Uno de los objetivos centrales es armonizar la legislación penal en los distintos países para que los Estados hablemos el mismo idioma, sobre todo teniendo en cuenta que muchas veces son delitos transnacionales”, explica Navarro.
- Por otro lado, desde la ONG crearon una aplicación mediante la cual se puede denunciar casos de grooming con solo apretar un botón. De esa forma, se remite a una línea de Whatsapp que es atendida las 24 horas, activándose un protocolo de actuación, acompañamiento legal y psicológico.
- Entre sus programas de prevención, ofrecen capacitaciones gratuitas sobre el uso seguro de Internet en escuelas y otras instituciones, tanto para docentes como para estudiantes. Se puede consultar escribiendo a contacto@groomingarg.org
Dónde denunciarlo
- El grooming se puede denunciar llamando al 137, una línea gratuita para todo el país. La línea también ofrece asesoramiento.
- Equipo de “Niñ@s contra la explotación sexual y grooming”. Es un organismo que asesora y acompaña a la familia hasta el momento de hacer la denuncia. Podés llamar al 0800-222-1717, escribir un correo electrónico a equiponinas@jus.gov.ar o completar el Formulario de consulta confidencial.
- Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia, ubicada en Sarmiento 663, 6º piso, CABA. Teléfono (5411) 5071-0040.