A 30 días del temporal de Bahía Blanca, cientos de familias afectadas tienen que vivir en ranchos de chapa, sin baños ni luz
Muchas no pudieron reparar el techo, están sin energía y perdieron muebles, electrodomésticos y ropa; los barrios Villa Rosa, Ingeniero White, Empleados de Comercio, Don Bosco, Puertas del Sur y Tierras Argentinas, son algunos de los más perjudicados
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Hace un mes, cuando se desató el temporal que destrozó cientos de casas en varios barrios populares de Bahía Blanca y dejó 13 muertos en un festival de patín en el Club Bahiense del Norte, Natalin Cayuleo estaba con sus tres pequeñas hijas en la Iglesia Manzana de las Luces.
Cuando finalmente pudo regresar a su casa en Villa Muñiz, en la otra punta de la ciudad, encontró a su hijo mayor, de 17 años, aterrado y angustiado, tapado con colchones, entre dos camas cuchetas y bajo la lluvia, porque el viento se había volado el techo.
El sábado 16 de diciembre, el temporal de lluvia, granizo y vientos de hasta 140 kilómetros por hora se ensañó especialmente, como suele ocurrir, con los más vulnerables. Fabiana Gómez, referente de la organización Barrios de Pie en Bahía Blanca, contó que los asentamientos más afectados fueron Villa Rosa, Villa Caracol, Ingeniero White, Barrio Noroeste, Empleados de Comercio (bordeando el arroyo Napostá), Don Bosco, Stella Maris, 9 de noviembre y Villa Harding Green. Desde la asamblea La Poderosa en Bahía Blanca, suman los barrios de Puertas del Sur, Tierras Argentinas y Nueva Argentina.
“No sabemos cuántas fueron las familias afectadas en total, unas mil con bastante seguridad, pero sí sabemos que la ayuda no alcanza. Si bien la Intendencia y el Comité de Crisis están trabajando, arman casas de madera y entregan bolsones de comida, todavía hay muchas familias que no tienen techo ni luz. Necesitamos chapas, maderas, electrodomésticos, pañales, ropa, comida y agua”, aseguró Gómez, que ayuda a pulmón a todos los necesitados.
Hace 9 años, Natalin Cayuleo, de 36 años, construyó una casa de material en un primer piso, sobre la casa de su hermana, en la parte de adelante del terreno donde viven sus padres, en Villa Muñiz, uno de los tantos asentamientos en los suburbios de Bahía Blanca que fue afectado por el temporal. Allí se instaló con sus hijos Thiago, de 17 años, y sus hijas Sofía (7), Pilar (9) y Priscila (12).
La casa es de material y consta de una cocina-comedor con mesa y sillas, un baño y una pieza con una cama matrimonial y dos cuchetas. Todo lo hizo a pulmón, con la ayuda de sus padres, porque ella tiene una enfermedad en el ciático y no puede trabajar. Y todo quedó empapado, porque el vendaval se llevó tanto el techo como la parte de material que lo sostenía y la ventana de la habitación, que no tenía persianas.
“Encontré la casa sin techo”
“Cuando se largó el temporal, mi hijo Thiago se había quedado solo, descansando, mientras yo iba a la iglesia con las nenas. Él estaba durmiendo en mi cama y se despertó porque le cayó escombro y descubrió que algunas paredes estaban rajadas. Por eso se protegió entre colchones, debajo de la cama cucheta”, recordó Natalin.
“Thiago estuvo en shock durante varias horas, porque se movían las paredes y las ventanas. No quiso ir a lo de mis padres o mi hermana, sino que prefirió quedarse cuidando la casa”, agregó. Mientras tanto, Natalin estaba yendo a la Iglesia Manzana de las Luces, cerca del Parque de la Ciudad, en la otra punta de Bahía Blanca, cuando se desató el temporal.
“El colectivero nos dejó ahí cerca y la pastora nos trajo a casa por la ruta, ya que era lo único transitable, pero estaba muy tapada de gente. Las calles estaban llenas de árboles y cables tirados, por eso tardamos un montón. Y me pegué un flor de susto cuando encontré la casa sin techo ni ventana y con material tirado alrededor. Lo primero que hice fue tranquilizar a Thiago, que estaba temblando de miedo y frío”, contó.
Casi un mes sin luz ni ropa seca
Por otra parte, como se habían volado los cables, la casa se quedó sin luz durante varios días y recién volvió la semana pasada. “Nos iluminábamos con la luz natural para buscar los documentos y tratar de rescatar cosas importantes, pero era todo agua. Agarré lo que pude y abrigos, porque las nenas estaban con ropa de verano pero había bajado mucho la temperatura y me fui a lo de mis padres. Fue muy feo”, dijo.
Desde entonces, no paró de moverse para reconstruir su casa. “Escuché que daban un bolsón y fui a buscarlo. Además vinieron de la Municipalidad y me dieron cinco chapas y el viernes pasado mi papá pudo finalmente volver a hacer el techo. Esa fue la primera noche que dormimos otra vez en mi casa, después de casi 30 días”, aseguró Natalin.
Y agregó: “De día estamos en casa, pero todo lo que no se voló, se mojó, y las nenas ya con un poco de viento o lluvia quieren irse a lo de los abuelos, porque se sienten más seguras”.
Todavía espera ayuda
La historia de Daiana Romero y su familia también es durísima, porque se les derrumbó y voló por completo su casa y todavía no pudieron reconstruirla. Viven en el Barrio Evita desde el 28 de agosto pasado con su marido Luciano, que es vendedor ambulante, y su hijo Uriel, que ese día cumplió 2 años.
“Mi casa era precaria pero tenía una cocina y una habitación con baño, todo de chapas y apoyado en una pared de material de la casa de mi hermana Luana y su marido,” contó Daiana, que tiene 24 años. “Mi marido sustenta a la familia pero no tiene trabajo fijo porque cuando nació no fue documentado y se le hace muy difícil conseguir algo mejor. Y yo me quedo cuidando a Uriel”, agregó Daiana.
LA NACION consultó a la Municipalidad de Bahía Blanca en varias oportunidades para conocer cómo seguirá la asistencia a las familias afectadas en los próximos días, pero no dieron detalles.
“Mi casa se prendió fuego”
Hace justo un mes, cuando comenzó el temporal, ella había dejado a su hijo en lo de su suegra y estaba acompañando a su marido en las calles de Bahía Blanca. “Había mucho viento y llovía, por eso nos refugiamos en un local que estaba tan lleno de gente que no te podías mover. Al rato me llamó llorando mi hermana Luana, que me pasaba la luz con un cable, para avisarme que había chispas en casa. El rancho se prendió fuego y se voló todo”, recordó Daiana entre lágrimas.
“Cuando pasó el temporal, hicimos un espacio chico con las pocas chapas que recuperamos, más la cocina y la garrafa, la cama matrimonial y el ropero. Se voló la camita del nene y la heladera y el televisor se mojaron y no andan más. Desde hace un mes no tengo baño y voy al de mi hermana”, contó Daiana al lado de la sábana azul que tapa la entrada a su ranchito nuevo.
Su problema más grave fue que la cuadra donde vive da a un arroyo, al cual fueron a parar todas las cosas que se volaron, tanto las suyas como las de los vecinos. “Se nota que muchos fueron a buscar sus cosas y se llevaron todo lo que había, porque cuando fuimos nosotros, las nuestras no estaban”, recordó con resignación.
“Si Dios nos ayuda, podremos hacer otra pieza”
Su cuñado compró el terreno de al lado hace tiempo y como Daiana y Luciano alquilaban cerca del centro, les vendió una parte con facilidades. “Mi marido había empezado a hacer el rancho a medida que podíamos comprar las cosas, de a poco, pero el temporal lo destruyó todo. Ahora vamos a empezar de nuevo, otra vez con el sueño de construir una casita de material con un comedor, una pieza y un baño. Y si Dios nos ayuda, podremos hacer otra pieza para Uriel”, contó Daiana.
“Fui a la Municipalidad y me mandaron a la delegación de mi barrio, y de allí otra vez a la muni, parecía un ping pong. Por ahora no me llegó nada, pero a algunas familias sí sé que les llegó la ayuda”, concluyó Daiana, que se instaló en la casa de los padrinos de su hijo hasta que su cuñado le dio las chapas que le habían sobrado y armaron el ranchito.
“Los días de calor no podés estar acá adentro y los días de lluvia y de viento te da miedo. Por eso, si llueve vamos a lo de mi hermana o mi suegra hasta que para. Mientras tanto fui lavando la ropa que se mojó y rescaté y estoy tratando de recibir muebles donados, porque la mesa y las sillas eran de madera y se arruinaron con el agua, y juguetes para Uriel, porque no le quedó ninguno”, aseguró con resiliencia.
Más información:
- Para ayudar a Natalin, Daiana y otras familias que perdieron sus hogares en Bahía Blanca, pueden hacerlo a través del Facebook de la organización social Somos Barrios de Pie Bahía Blanca.
- Para colaborar con las familias afectadas en los barrios Puertas del Sur, Tierras Argentinas y Nueva Argentina, se puede contactar a los referentes de La Poderosa en Bahía Blanca a través de Instagram.