La angustiante realidad de vivir cerca de arroyos que se desbordan con cada tormenta
Los vecinos del barrio Santa Lucía, en Quilmes, reclaman por el entubamiento de los cursos de agua; muchos perdieron muebles y mercadería
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“Lo poco que tengo se va perdiendo”, dijo Estela Basualdo. Esta tarde, las calles de barro del barrio Santa Lucía, en Quilmes, estaban inundadas. En algunas, incluso, había postes de luz caídos. De hecho, camionetas de Edesur ingresaban para ayudar a los hogares sin luz. La situación se repite cada vez que llueve, como ocurre desde el lunes, con el desborde de los dos arroyos que rodean el barrio, San Francisco y Las Piedras. Por eso, los vecinos de este área que ocupa 15 manzanas reclaman que los entuben.
Las clases estaban suspendidas. La escuela N°76 de Solano, donde también funciona la secundaria Nº9 “Combatientes de Malvinas” y el jardín de infantes René Favaloro, está inundada. En La Matera, el barrio que está frente al Santa Lucía, cruzando el arroyo, debió ser evacuado. Según precisaron desde la municipalidad al cierre de esta nota solo quedaba en esta situación una familia.
“Estamos asistiendo vía Desarrollo Social, Defensa Civil y Servicios Públicos”, agregaron ante la consulta de LA NACIÓN desde el municipio a cargo de la intendenta kirchnerista Mayra Mendoza.
El agua amarronada adentro de la casa de Carina Vargas le llegaba hasta los tobillos. Provenía principalmente de los arroyos, pero también de las cloacas. “El olor que queda es tremendo”, afirmó.
“Yo ya no tengo nada”, agregó, mientras señalaba las patas de las camas y el mueble de madera que estaba en la habitación de su hija de cuatro años. El agua alcanzó todo el mobiliario. Solo logró salvar la heladera. “La levanté como pude, con piedras”, contó. “Yo hago bizcochitos, milanesas de pollo y no puedo ni trabajar”, sumó.
Vargas, además, hace dos días se enteró que había dado positivo a dengue. “Me dijeron que no me tiene que picar otro mosquito. ¿Y qué hago? Si no me puedo mover de acá”, explicó con resignación.
Los vecinos mencionaron al menos otras cuatro personas infectadas en el barrio y advirtieron que los casos se multiplican. “Hay muchos. Se pidió muchas veces y no vinieron nunca a fumigar. Siempre se pide ayuda, pero nunca llega. A eso sumale la ola de robos”, dijo Romina Cabrera, que vivía a dos cuadras.
Obras
“Las obras que se necesitan requieren de financiamiento, son inversiones muy grandes”, contestaron desde la municipalidad ante la consulta de LA NACIÓN.
Agregaron que Mendoza habló sobre la situación de la cuenca de los arroyos San Francisco-Piedras este lunes en la Legislatura bonaerense. “Nuestra intención no es quedarnos de brazos cruzados, sino salir a buscar una forma creativa de financiamiento para estas obras. Por eso, hemos iniciado charlas con la CAF [Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe] y tenemos también otros organismos a quienes les vamos a presentar el proyecto para poder comenzar con estas obras y mitigar las consecuencias de un problema histórico que vive no solo Quilmes, sino también Varela, Berazategui, Almirante Brown y Avellaneda, y que se profundizan hoy aún más con el cambio climático”, señaló la intendenta.
“Es horrible vivir así. Siempre dijeron que iban a entubar el arroyo, pero no hicieron nada”, agregó Elsa Cerda, de 52 años.
“Se seca y así queda. No hay nadie que venga”, relató Analía Corzo, de 49, que vive en la calle 805 desde su infancia. “Acá no entra la ambulancia, no entra un remís por que es zona roja. Si tenés una emergencia, chau”.
Claudia, de 54 años, vive en la esquina 808 de la calle 887 y desde ayer que estaba esperando una ambulancia para su madre de 78 años. “A las dos de la mañana terminé de limpiar toda la casa y sacar el agua. Fue impresionante. Reclamé y me dijeron que vinieron, que pasaron a la mañana y que no se podía entrar. Ahora me contestaron que van a venir en tres horas, porque hay mucha demanda”, relató.
Teresa Tello estaba agitada. Con un secador intentaba al menos sacar el agua de su casa. La entrada estaba completamente inundada. “Soy oxígeno dependiente. Mis hijos ahora se fueron a dormir un rato, estamos desde ayer. Ya se me pudrió todo no sé cuántas veces”, describió, mientras señalaba para el interior de su hogar. En la primera habitación había un freezer y un mueble de madera. “Le entró (agua) al motor. Te hace pelota todo, se moja todo”.
En otro cuarto había una cama cucheta. El colchón tenía una bolsa, pero no alcanzó para que no lo afectara el agua: también estaba empapado.
A unos seis kilómetros de allí, en reclamo de la falta de luz cortaron el acceso Sudeste, a la altura del Triángulo de Bernal. Por la tarde, según voceros de la municipalidad, había 6000 usuarios sin servicio. Al cierre de esta nota, aún quedaban 2731.
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