Starliner: Boeing lanzó una cápsula espacial, pero sufrió un problema y debe volver a la Tierra
WASHINGTON (AFP).- La cápsula espacial de Boeing, Starliner, lanzada esta mañana desde Florida, Estados Unidos, en una misión de prueba crucial para la NASA, sufrió un problema importante que afectó la trayectoria inicial de la nave.
Finalmente regresará a la Tierra en 48 horas y no cumplirá su objetivo de acoplarse a la Estación Espacial Internacional (ISS), anunció la compañía estadounidense este viernes, poco después del lanzamiento de la misión.
Si el ensayo era exitoso, la NASA tenía previsto utilizar esa nave para sus astronautas a partir de 2020, tras nueve años sin enviar a nadie al espacio desde Estados Unidos.
Starliner despegó a primera hora desde Cabo Cañaveral, en Florida, pero una anomalía informática ocurrió tras su separación del cohete. El problema afectó el contador de "tiempo transcurrido", explicó el jefe de la NASA, Jim Bridenstine, durante una rueda de prensa en el centro espacial Kennedy. "Por culpa de esa anomalía, el vehículo tenía una hora distinta de la hora real", añadió.
El piloto automático de la cápsula la llevó a tratar de modificar su posición, pero ésta consumió demasiado combustible en el intento.
Los ingenieros de Boeing pusieron a la nave en una nueva órbita, lo que permitirá su regreso a la Tierra en 48 horas, dijo Jim Chilton, vicepresidente para el espacio de la empresa.
La importancia de esta prueba
Esta prueba del CST-100 Starliner, nombre de la nave construida por Boeing, era determinante para la mancillada reputación del gigante aeroespacial, en medio de una crisis derivada de accidentes aéreos protagonizados por su modelo de avión 737 MAX, pero también para el orgullo nacional estadounidense.
Desde que retiró el Space Shuttle, tras 30 años de servicio, el transporte de astronautas de Estados Unidos a la ISS lo realizan los cohetes rusos Soyuz, dependencia de la que Washington quiere librarse, incluso cuando la cooperación espacial entre los dos países se ha mantenido en excelentes términos a lo largo de los años.
Bajo la presidencia de Barack Obama, la agencia espacial estadounidense otorgó contratos de miles de millones de dólares a Boeing y SpaceX para que desarrollaran cápsulas espaciales fabricadas en Estados Unidos.
Con dos años de retraso, el programa Starliner finalmente se acerca a su objetivo: la habilitación del vehículo solo depende de esta última prueba sin tripulantes.
"Para comienzos del próximo año, estaremos lanzando astronautas estadounidenses sobre cohetes estadounidenses desde suelo estadounidense por primera vez desde la retirada de los transbordadores espaciales allá en 2011", dijo el jueves Bridenstine en el Centro Espacial Kennedy, repitiendo una frase que ha utilizado en oportunidades anteriores.
Un maniquí a bordo
La cápsula de SpaceX completó con éxito en marzo una misión similar a la que emprendió este viernes Starliner. La nave de la compañía de Elon Musk, bautizada Crew Dragon, despegó con un maniquí a bordo, Ripley, se adosó a la ISS y volvió a la Tierra sin inconvenientes.
El Starliner lleva a bordo un peluche llamado Snoopy y un maniquí bautizado Rosie.
Los maniquíes que participan de estas pruebas no son solamente muñecos decorativos: están equipados de múltiples sensores para verificar que el viaje será seguro para los tripulantes humanos.
La espera ha sido demasiado larga para el astronauta Chris Ferguson, que comandó en julio de 2011 el último vuelo del programa Space Shuttle y estará al frente del primer vuelo tripulado del Starliner. "Pero aquí estamos, justo en el umbral de estar listos para hacerlo. No una sino dos compañías", dijo.
Estas cápsulas no son las mismas que se utilizarán en el programa Artemisa, que tiene previsto posar hombres y mujeres en la superficie lunar en 2024. Esos viajes se realizarán con otra cápsula, Orion, diseñada para viajes espaciales más profundos y cuya fabricación está a cargo de la empresa Lockheed Martin.
A diferencia de lo que ocurría antes, la NASA ya no será propietaria de sus vehículos sino que pagará a compañías por el servicio de transporte, un cambio decidido durante el gobierno de Obama para reducir los costos de la agencia.