Una historia que fascina
Seguramente, Tutankamón hubiera corrido el mismo destino que muchos de sus contemporáneos e ingresado en las brumas de la historia sin mayor relevancia si no hubiera sido porque su tumba estaba prácticamente intacta cuando el arqueólogo británico Howard Carter la encontró en 1922.
Se dice que cuando uno de sus colaboradores le preguntó qué veía dentro del sarcófago, él contestó: "Cosas maravillosas". Carter y lord Carnavon, el noble que financiaba sus investigaciones, habían recorrido durante muchos años el Valle de los Reyes sin suerte. Carter le pidió un último año, y decidió excavar en una enorme acumulación de tierra y escombros que estaba debajo de la tumba de Ramsés VI. En la mañana del 4 de noviembre, los obreros se detuvieron frente a un escalón excavado en la piedra caliza. Al final de un corredor, el arqueólogo se encontró con la tumba de Tutankamón con los sellos intactos.
Allí estaban los 2250 objetos que constituían el ajuar funerario del faraón y su sarcófago de oro, que habían permanecido encerrados y milagrosamente intactos durante 35 siglos. El centro de la escena era la máscara de oro sólido que le cubría la cabeza.
Para sacar los tesoros, Carter y su equipo cortaron el cuerpo en trozos y utilizaron cuchillos calientes para separar la máscara de oro que se había fusionado con la cara de Tutankamón durante el proceso de embalsamamiento. El cuerpo fue reconstruido y devuelto a su sarcófago original en 1926. Desde entonces, sólo se lo retiró de ese sitio en tres oportunidades para hacer estudios de rayos X.
Hay quienes dicen que Tutankamón murió de un golpe en la cabeza que le habrían dado sus adversarios por intentar restituir el politeísmo, y otros argumentan que puede haber desaparecido por complicaciones de una fractura en la pierna. La muerte de lord Carnavon por la picadura de un mosquito un año después del descubrimiento alimentó la teoría de una supuesta maldición del faraón.