Un simulador para bucear en el interior de las arterias
Permite a los médicos intervencionistas aprender a colocar stents
Si tripular un avión puede parecer complicado, "navegar" por pequeños vasos sanguíneos hasta una obstrucción arterial con un catéter y una cuerda metálica sin dañarlos ni equivocarse de camino es un desafío que exige mucha serenidad, buen pulso y una gran destreza, que siempre se puede mejorar.
Así lo permite un simulador como el que usan los pilotos. En este caso, sirve para que los médicos se entrenen en el uso de un catéter y un balón para restablecer el flujo de sangre alterado por un coágulo o placa de aterosclerosis en venas o arterias de entre 1,5 y 4,5 milímetros de diámetro.
"A lo largo de los años, uno va quedando expuesto a dificultades cuando hay que tratar a pacientes con angioplastias en las arterias del corazón o en cualquier otra parte del cuerpo. Claro que en las coronarias es donde se necesita tener mejores reflejos porque son las arterias que pueden comprometer rápido la salud del paciente. El simulador permite generar situaciones complejas que quizás un médico nunca tenga o que necesite muchos años más de experiencia para vivirlas. En definitiva, nos permite aumentar la experiencia en esas dificultades, pero sin que hayan ocurrido en pacientes reales", explicó a La Nacion el doctor Daniel Berrocal, jefe del Servicio de Hemodinamia y Cardiología Intervencionista del recién inaugurado Instituto de Medicina Cardiovascular del Hospital Italiano, donde funciona el simulador.
En una sala, sentados frente a dos pantallas, un par de pedales y unos pocos instrumentos de trabajo, médicos especializados en "reabrir" un vaso con la rapidez que lo exija la gravedad de la oclusión (por ejemplo, si un paciente está cursando un infarto), pueden conocer en detalle cómo responden ante distintas complicaciones durante un cateterismo o de una angioplastia con stent o sin él, una pequeña malla tubular que impide que la arteria reparada vuelva a colapsar.
Cada año, en el país se realizan unas 24.000 angioplastias coronarias, además de las que se hacen en las arterias renales, del cuello (carótidas) y las piernas. Los datos del registro del Colegio Argentino de Cardiólogos Intervencionistas, que también cuenta con un simulador de entrenamiento, indican que cada paciente suele necesitar más de un stent.
Las obstrucciones más comunes tienen unos 10 milímetros de longitud (20 milímetros es el límite que separa las lesiones "cortas" de las "largas"), y lo habitual es encontrarlas en vasos de entre 2,5 y 3,5 milímetros de diámetro.
"Como todo en medicina, no existe nada fácil –aseguró Berrocal–. La biología no es una ciencia exacta ni mucho menos. Entonces, lo que hacemos en una arteria y cómo ésta responde tiene un bajo nivel de predicción. Por lo tanto, no existe una angioplastia fácil. Y es bueno saberlo porque mantiene vivo el respeto y el cuidado aún durante el procedimiento aparentemente más sencillo."
Un trabajo artesanal
Con una sucesión de maniobras totalmente artesanales, que se van siguiendo en tiempo real en una pantalla con imágenes en los distintos tonos de grises de las radiografías, en unos minutos es posible eliminar una obstrucción sanguínea con ayuda de pequeñas dosis de un líquido de contraste para revelar por segundos en la pantalla la red de vasos que los médicos parecen seguir de memoria.
El punto de ingreso es una punción que, según la ubicación de la lesión, puede ser en la ingle (arteria femoral) o en la muñeca (arteria radial). En el simulador, eso lo recrea un dispositivo con un orificio en el extremo. Por ahí, como si fuera el brazo o la pierna de un paciente real, hay que guiar un catéter y un cordón metálico delgado y flexible hasta el vaso enfermo. En este caso, el programa propone revascularizar una rama coronaria.
En el camino hacia el corazón, después de haber ingresado por la arteria radial, el simulador recrea las resistencias durante el trayecto que obligan a retroceder un poco para volver a intentarlo en la dirección correcta.
Una jeringa sobre la mesa de trabajo permite liberar un poco más de contraste para confirmar en la pantalla que el recorrido llevó a buen destino. Ya se puede introducir por la guía otro catéter que lleva el balón y el stent hasta la altura de la lesión. Un inflador manual envía una presión de entre 10 y 18 atmósferas para que el balón dilate el vaso, lo que inmediatamente fija la malla contra la pared arterial. Finalmente, con un poco más de contraste se ve de inmediato cómo la sangre vuelve a circular normalmente.
"El 70% de las angioplastias son sencillas, pero nunca hay que minimizarlas –señaló Berrocal–. Sabemos que el 98% de los pacientes se va de alta al día siguiente y sin inconvenientes. Pero instituciones como la nuestra, que es un hospital universitario, reciben pacientes cada vez de mayor complejidad, añosos y con enfermedades más difusas, que no se ven en todos los centros. Con este simulador, se pueden formar médicos intervencionistas todoterreno."
Aunque es un procedimiento muy seguro, que se usa desde hace casi 30 años, no es una solución definitiva. "Siempre es decimos a los pacientes que resuelve la obstrucción, pero no la enfermedad que la generó. Es necesario que el paciente modifique su estilo de vida porque si no las arterias se van a volver a enfermar. La prevención es la solución para un problema futuro", insistió.
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