Protección planetaria: por qué las agencias espaciales buscan evitar una invasión biológica en otros mundos
Las misiones espaciales que despegaron desde nuestro planeta desde la década de 1960 hasta ahora pueden haber tenido pasajeros ocultos. No hablamos de humanos, sino de otra clase de polizones: microorganismos que, pese a las tareas de esterilización, igual se hayan "colado" en los huecos de un robot, en un módulo lunar, o en un orbitador. Y si bien esto puede parecer una cuestión menor, no lo es para nada para las agencias espaciales del mundo. De hecho, constituye una cuestión clave de la búsqueda de vida más allá de la Tierra.
Los esfuerzos por mantener prístinos los cuerpos celestes a los que ha llegado (y llegará) la humanidad se enmarcan dentro de un área de trabajo y estudio de la exploración espacial: la protección planetaria. Y no solo se trata de no generar una invasión biológica en otros planetas (que, según sea el caso podría ser dañina para los ecosistemas de estos), sino de que, en un futuro, las muestras que lleguen a la Tierra provenientes de misiones en otros mundos tampoco resulten en un peligro para nuestro planeta y para quienes lo habitamos.
La protección planetaria es un área de investigación, pero también de conocimiento aplicado, en el que trabajan microbiólogos, astrobiólogos, ingenieros químicos, bioquímicos, entre otros. Y como sucede en varios campos de la ciencia, las decisiones y miradas acerca de lo que implica esta protección no están exentas de divergencias, en un contexto en el que la búsqueda de vida en otros planetas cobró nuevamente relevancia .
En 2019, el imprevisto choque de la sonda israelí Beresheet contra la Luna provocó algunas preguntas, en particular porque llevaba una carga de tardígrados deshidratados, también llamados osos de agua (además de muestras de sangre y folículo de pelo). Se trata de animales microscópicos que son capaces de sobrevivir -al menos unos diez días- al vacío y a la alta radiación cósmica en el espacio y que, en ausencia de agua, pueden disminuir su metabolismo y entrar en un estado de inactividad. La idea es que en un futuro, una misión a la Luna pueda "reanimarlos", lo cual seguramente constituya un gran hallazgo científico.
Sin embargo, el envío de estos animales invisibles a ojo desnudo generó algunas dudas. "¿Y si la nave espacial se hubiera estrellado en Marte en lugar de la Luna?", cuestionó la científica planetaria Monica Grady, en un artículo publicado en el medio The Conversation."Enviar tardígrados a Marte sería irresponsable, incluso si no creemos que sobrevivan. Irresponsable porque Marte tiene potencial para la vida. Vida restringida, seguro, pero no tenemos derecho a poner en peligro esa vida. Y tenemos la responsabilidad de mantener a Marte lo más prístino posible, explorándolo con cuidado", agregó Grady, profesora en Open University, en el Reino Unido.
La científica británica lanzó el interrogante como una advertencia de cara al futuro, aunque también permite exhibir una postura: la de quienes sostienen que Marte debe mantenerse lo más inalterado posible y la de quienes creen que la contaminación biológica es, sencillamente, inevitable.
"Sabemos que esencialmente no podemos enviar naves espaciales estériles a otros entornos y que habrá algún riesgo asociado con regresar un vuelo a la Tierra así como compuestos orgánicos", reconoce a LA NACION James Bernardini, especialista en microbiología en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA e integrantes del Grupo de protección planetaria de la agencia espacial estadounidense.
La protección planetaria, clave en la exploración espacial
Un nuevo capítulo en la búsqueda de vida en el vecindario planetario de la Tierra se inició con el lanzamiento de la misión Perseverance 2020 a Marte, en la cual la astrobiología tiene un papel central. Sin embargo, la tarea no será sencilla. Incluso, si, llegado el caso, Perseverance, otro vehículo robotizado o una futura misión humana llegaran a encontrarse con algún rastro que haga pensar que no estamos (o estuvimos) solos en el universo. "Si alguna vez encontramos indicios de vida en otros mundos, tenemos que estar seguros de que esa vida es autóctona y no la hemos llevado nosotros mismos en nuestras naves de exploración", explica a LA NACION el investigador español Alberto G. Fairen, del Centro de Astrobiología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España.
Esta precaución tiene su razón de ser: a pesar de las inmenzas tareas de esterilización y limpieza que tienen los vehículos y naves espaciales antes de volar al espacio, nadie descarta que en ellas no hayan permanecido microorganismos resistentes no solo a los esfuerzos por eliminarlos sino a las condiciones del espacio exterior. "Sí, podría haberlos en la Luna o Marte, escondidos en el fuselaje de nuestras naves, en estado durmiente y sin actividad", aclara Fairen.
Ambientes hostiles
No obstante, el astrobiólogo español, colaborador en las misiones de la NASA a Marte Mars2020, Curiosity y Opportunity, resalta esto último: en caso de haber , hoy, en otros planetas a los que haya llegado la humanidad, como Marte o Venus, estos no serían capaces de prosperar en sus ambientes extremos.
"En cuanto se expusieran a las condiciones ambientales (por ejemplo, si el viento de Marte los arranca de un rover y los deposita en la superficie), morirían de inmediato por la combinación de bajísimas temperaturas, sequedad absoluta, radiación ultravioleta y los materiales tóxicos del suelo, como los percloratos. En Venus el problema de la contaminación biológica es menor, porque las temperaturas en superficie son de casi 500 grados y las presiones de 900 bares, y no hay organismos terrestres capaces de resistir tales condiciones, que conozcamos (y si los hay, desde luego no viven en las salas ultralimpias donde construimos las naves espaciales)", dice Fairen.
"El ejemplo más claro son los rovers marcianos: estos vehículos se construyen en salas ultralimpias, donde la contaminación bacteriana es mínima y además está identificada, por lo que sabemos que los posibles microorganismos que consiguieran esconderse en un rover serían incapaces de vivir en Marte... y si nos sorprenden, sabemos cuáles son", agrega.
Una contaminación inevitable
Si bien las tareas de esterilización y limpieza que reciben las naves antes de su lanzamiento desde la Tierra son exhaustivas, en la comunidad científica no son pocos quienes creen que una colonización microbiana en otros planetas es inevitable, en especial, en misiones con humanos.
"El desafío principal es ganar la carrera entre búsqueda de vida y exploración humana: es imperativo que exploremos en busca de vida antes de llevar astronautas. El caso de Marte es el más preocupante, porque es a la vez un planeta donde podría haber vida autóctona y está lo suficientemente cerca como para empezar a pensar en llevar astronautas. Hay mucho interés en llevarlos, y si lo hacemos antes de demostrar absolutamente si allí hay vida autóctona o no la hay, después será una tarea imposible: no podemos esterilizar a nuestros astronautas, y por lo tanto, una vez haya humanos en Marte, la contaminación biológica será absolutamente inevitable", dice Fairen.
Por su parte, el biólogo argentino Hernan Lorenzi, quien el año pasado formó parte de un panel de especialistas que elaboraron, a pedido de la NASA, recomendaciones para actualizar las políticas de protección planetaria, coincide en que "en una misión tripulada es muy difícil que no haya contaminación". "Los humanos estamos llenos de microbios y es difícil evitar que estos accedan al medio exterior", explica.
Investigador en el J. Craig Venter Institute (EE.UU.), Lorenzi afirma: "Por ejemplo, en la Luna, cuando aterrizó el Apolo 11, en la atmósfera dentro del módulo lunar había microbios y cuando abrieron la exclusa para salir obviamente todos estos fueron a parar a la Luna, que se sabe que está contaminada; lo que no se sabe es de cuánto es el impacto de la contaminación".
"El astronauta mismo te está limitando en las cosas que podrías llegar a aplicar para bajar los niveles de contaminación -añade Lorenzi-. Y la mejor forma de evitarla es mandar robots. El problema es que en ese caso la cantidad de experimentos y exploración que podés llegar a hacer es limitada".
En este sentido, Lorenzi cree que la mejor manera de verificar con mayor certeza la existencia de vida será con una misión tripulada, capaz de realizar un mayor número de experimentos. "Controlar la contaminación es prácticamente imposible, pero creo que no es un problema insalvable", sostiene.
"Si en Marte se originó vida en forma independiente de la Tierra, y si los organismos tienen ADN y estructuras celulares como nosotros, como el origen es independiente, se va a poder discriminar con ciertos análisis, por ejemplo con secuenciación de ADN, lo que es terrestre de lo que no es", asegura Lorenzi.
En tanto Bernardini destaca que la NASA en conjunto con la Comisión de Investigaciones Espaciales (COSPAR, por sus siglas en inglés) -un organismo internacional integrado por instituciones científicas de distintos países- están actualizando sus políticas para poder seguir realizando investigaciones sin perder de vista la protección planetaria. "Creo que se está realizando un gran esfuerzo, tratando de minimizar los riesgos de contaminación", asegura.
El futuro y las próximas exploraciones dirán si, tras la búsqueda del conocimiento, aquellos microbios -arqueas, bacterias, hongos, etc.- muchos de ellos fundamentales para la vida en la Tierra, se convirtieron, gracias a la exploración espacial, en los primeros colonizadores del Sistema Solar, mucho antes de cualquier intento humano.