Premios Bunge y Born para dos destacados biólogos
Las plantas fueron las elegidas este año por la Fundación Bunge y Born para otorgar su distinción anual a la investigación científica. Dos biólogos argentinos recibieron ayer al anochecer un merecido reconocimiento público por sus trabajos con repercusión internacional sobre distintos mecanismos fisiológicos que les permiten a las plantas adaptarse a su entorno.
El jurado internacional, presidido por el doctor Ricardo Wolosiuk, resolvió otorgarle el Premio Fundación Bunge y Born 2006, que este año se concede en el área de la biología vegetal, al doctor Lorenzo Lamattina por sus trabajos pioneros en el conocimiento de la acción del óxido nítrico en las plantas, información que abrió camino a desarrollos nacionales e internacionales para aumentar la tolerancia de las plantas a situaciones de estrés.
En tanto, el doctor Marcelo Yanovsky fue galardonado a los 37 años con el premio Estímulo a Jóvenes Científicos 2006 en Biología Vegetal por la identificación de los fotorreceptores que les permiten a las plantas sincronizar sus relojes biológicos, lo que permitió diseñar el primer modelo para explicar cómo funcionan en el nivel molecular, y cómo miden el período de luz diurna.
"Recibir el premio es un halago importante; tal vez, el más importante que me ha tocado en la vida hasta ahora y lo siento como un compromiso para seguir trabajando porque creo que no deja de ser un estímulo", dijo a LA NACION el doctor Lamattina horas antes de recibir la distinción.
Actualmente, Lamattina dirige el equipo de nueve investigadores del Laboratorio de Fisiología Molecular e Integrativa, que depende del Instituto de Investigaciones Biológicas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Es el mismo laboratorio que creó en 1991, cuando regresó al país después de completar su posdoctorado en el Instituto de Biología Molecular de Plantas de Estrasburgo, en Francia.
"El entrenamiento en el exterior abre la mente -afirmó-. Al volver, se empieza a trabajar sin grandes expectativas, pero con la cabeza funcionando todo el tiempo para poder encontrar un espacio donde desarrollar las ideas."
Y aseguró: "Es más importante tener buenas ideas en la Argentina que en el extranjero, porque en el exterior uno tiene una buena idea, y abre el freezer y saca el reactivo para hacer el experimento. Acá, en cambio, uno abre la heladera y los líquidos no están para poder comprobarla, por lo que enseguida hay que buscar otra idea".
A los 51 años, Lamattina reconoce que transitar el camino elegido fue más sencillo con el apoyo de su esposa y sus tres hijos, de 17, 20 y 23 años. "Uno dedica muchas horas al trabajo y muchas veces lo lleva a casa. Tengo que reconocer que siempre me dieron mucha libertad para trabajar. Pero si hay algo que mis hijos tienen claro, cuando les pregunto, es que no quieren ser científicos", admitió con risas.
Otro es el panorama en la casa del doctor Yanovsky, casado y con tres hijos, de 8 meses y de 4 y 6 años. "El mayor a veces quiere ser paleontólogo, a veces biólogo o médico, como el otro día, aunque dice que no le gusta operar. El tiempo dirá qué quieren ser... Ni siquiera les impongo el club de fútbol: soy hincha de Racing, pero no quiero que me culpen de sufrir cuando sean grandes...", dijo, para provocar más risas.
Yanovsky considera que el premio es "un honor enorme". Al preguntarle si lo esperaba, aseguró que no, pero que tampoco lo tomó por sorpresa. "Hay muchos investigadores argentinos y muy buenos, con hallazgos muy destacados en el campo de la biología vegetal y dentro de la categoría joven, pero siempre supe también que mi trabajo había significado una contribución importante", comentó.
Yanovsky es investigador adjunto del Conicet y jefe de trabajos prácticos en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
Desde su regreso al país en 2003, luego de completar su formación posdoctoral en el Scripps Research Institute, en San Diego, Estados Unidos, dirige un equipo de trabajo en el Instituto de Fisiología y Ecología vinculado a la Agricultura (Ifeva) de la Facultad de Agronomía.
"Tuve la suerte de ir al lugar líder en el área de mi interés y donde la limitación era sólo la capacidad de cada uno", admitió el científico, que en 2005 recibió el Premio Houssay en la categoría "investigador joven".