Por qué las ventanas pueden convertirse en trampas mortales para las aves
El vidrio de una ventana puede resultar invisible o encandilar a un pájaro, que al impactar contra él puede perder la vida o quedar a merced de un depredador
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La modificación de los hábitats y el tráfico ilegal son algunos de los factores que amenazan a cientos de aves que hoy se hallan en peligro de extinción en el mundo. Sin embargo, un fenómeno de interés científico, tal vez mucho más próximo a la vida en las ciudades (y del que muchas personas tal vez sean testigo) hoy provoca la muerte de cientos de millones de aves en el mundo al año: el choque de los animales, en pleno vuelo, contra las ventanas de casas y edificios.
En el hemisferio norte, en donde primero se estudió el problema, poseen algunas estimaciones que dan cuenta de la mortandad producto de las colisiones: solo en Canadá, 42 millones de aves mueren anualmente por estos choques. En Estados Unidos, la cifra es mucho más amplia: calculan que la mortalidad está entre 365 millones y mil millones de aves al año. Pero más allá de la cifra precisa lo que resulta claro para la comunidad científica dedicada a la conservación de la biodiversidad es que los impactos de las aves contra las ventanas están entre las principales causas de mortalidad aviar en el mundo y por esto actualmente se evalúan diferentes estrategias que mitiguen el problema.
“Esto está muy estudiado en Chicago o en Nueva York, donde hay rutas migratorias que pasan por el medio de la ciudad y entonces en cierta época del año mueren miles de aves, pero también de insectos y murciélagos. En el caso de la Argentina no tenemos estimaciones detalladas del impacto sobre la demografía de las especies, pero sin dudas es muy grande”, dice el biólogo Sergio Lambertucci, investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA). En nuestro país, los datos al respecto son más bien escasos, pero hace unas semanas, un estudio publicado en la revista científica Perspectives in Ecology and Conservation acercó una primera estimación, aunque en conjunción con otra problemática: la depredación llevada a cabo por mascotas sobre animales ya heridos por el choque contra ventanas. A partir de la información provista por voluntarios (356), quienes completaron una encuesta sobre lo que habían observado en sus casas además de brindar detalles sobre la cantidad de mascotas que poseían y la localización de sus hogares, los autores del estudio pudieron analizar los factores que influyen en la probabilidad de que las aves sean cazadas por perros o gatos, y también estimar la mortalidad anual por estos factores.
“En la Argentina aproximadamente mueren seis millones de aves al año producto de la depredación, por parte de un gato o un perro doméstico, luego de colisionar con una ventana. Esto suele suceder bastante a menudo ya que muchas veces las aves que chocan con las ventanas, si no mueren producto del impacto, porque muchas veces vienen volando a mucha velocidad, puede ser que queden atontadas y necesiten algunos minutos para recuperarse. Pero si en el hogar, en el jardín de la casa, existen mascotas, muchas veces lo que sucede es que el ave termina muriendo producto de la depredación”, explica Natalia Rebolo, una de las autoras del estudio y también investigadora en el INIBIOMA.
El estudio es el segundo que se realiza en Argentina que tiene en cuenta las colisiones de aves contra ventanas. En general, dice Lambertucci, los animales que se ven más afectados por estos choques son “aves de tamaño pequeño o mediano, que habitan en zonas urbanas o que están migrando”. Los choques pueden tener diferentes causas y suceder en distintas circunstancias; pero en todas, la confusión provocada sobre las aves, por reflejos de las ventanas o luces encandilantes parece tener un papel central en el desenlace final. Un factor que aumenta la probabilidad de que las aves choquen contra las ventanas, dice Lambertucci, es el reflejo de vegetación que puedan dar los vidrios. Las luces también representan una trampa mortal para las aves, que se ven encandiladas por el brillo, antes de chocar contra ventanas, paredes u otras construcciones. De noche, además, pueden confundir las luces de la superficie con el reflejo natural de las estrellas que se da en las lagunas, y volar hacia alturas más bajas en donde se encuentren con cables de alta tensión y todo tipo de edificaciones peligrosas para ellas. “Sobre todo en las aves acuáticas es muy frecuente que vayan hacia las ciudades y se accidenten”, señala Ignacio Roesler, coordinador del Programa Patagonia de Aves Argentinas e investigador del Conicet en la Fundación Bariloche. No obstante, aclara que no solo las ventanas son un peligro en el vuelo para los animales: “Los cables son completamente invisibles de noche para los bichos en la migración nocturna, entonces la mortalidad empieza a aumentar mucho más (que por el solo efecto de las ventanas)”, agrega.
Medidas de mitigación
Un simple interruptor de la luz puede ser de gran ayuda. A esta conclusión llegaron científicos del estadounidense Field Museum, de Chicago, después de cuatro décadas de investigación y de haber recolectado 40.000 aves muertas tras haber chocado contra las ventanas de un centro de convenciones. Atraídas por el brillo de las luces, las aves migratorias se ven encandiladas y así colisionan contra el edificio. Pero, los autores del trabajo, publicado en PNAS, indican que haber reducido la contaminación lumínica en las noches de primavera y otoño, durante los vuelos migratorios, redujo hasta 60% las muertes de los animales.
En el mismo sentido, Lambertucci punta: “En Nueva York y otras ciudades se apagan de noche las luces de los edificios públicos, sobre todo en época migratoria, para reducir la colisión de muchas aves que pasan y que quedan encandiladas por las luces y se chocan contra las ventanas de los edificios”.
FLAP Canadá, una ONG canadiense dedicada a la concientización y prevención de la mortalidad aviar por las colisiones contra las ventanas de casas y edificios, señala que la clave para evitar los choques se halla en hacer que los vidrios se asemejen a una barrera para los animales, creando patrones de marcas, sobre el lado exterior de las ventanas y que abarquen toda la superficie de estas, que permitan que el animal distinga que enfrente suyo hay algo.
Una alternativa consiste en la colocación de pantallas que actúan como amortiguadoras de la colisión de las aves. En edificios espejados, un método más moderno consiste en la aplicación de pintura UV a los vidrios, que las aves sí pueden distinguir. En tanto que un método barato puede ser la utilización de cordines, siempre del lado exterior de las ventanas. Si bien nuestro país, y diferentes ciudades, forman parte del recorrido que realizan diferentes aves migratorias, en Argentina, estrategias de prevención de la mortalidad por colisiones nocturnas aún no existen. “Lo más interesante es plantear que no sabemos casi nada y ese es un problema. Tenemos que tener más información de cuáles son los problemas graves”, dice Roesler, quien investiga sobre el ciclo de vida del macá tobiano, un símbolo de la fauna patagónica. Al macá tobiano, una especie que hoy se halla en peligro de extinción -la población hoy está compuesta por no más de 800 individuos-, se lo encuentra en cuerpos de agua de la provincia de Santa Cruz, pero en invierno migra hacia la costa atlántica, hacia las desembocaduras de los ríos Coyle, Gallegos y Chico-Santa Cruz. “Sabemos que el riesgo más grande ocurre en un periodo del año muy corto, entonces tranquilamente se podría trabajar en el manejo de las luces de las ciudades en esos periodos”, comenta Roesler. El conocimiento sobre los movimientos estacionales de otras especies, en cambio, resulta más escaso, apunta: “Para la mayoría de los otros casos tenemos muy poca información y son necesarios muchos estudios”.
Lambertucci, por su parte, considera que ya es tiempo de promover un nuevo abordaje para la protección, no solo de las aves, sino de otros animales voladores. “Cuando se empezó a trabajar en biología de la conservación, en el último siglo se discutió mucho lo que era la contaminación en el medio terrestre. Luego nos empezamos a dar cuenta que estábamos usando cada vez más los ambiente acuáticos y que los estábamos impactando con sobrepesca, contaminación, etcétera. Hoy en día uno de los llamados de atención que venimos haciendo es que muchas especies dependen del aire, que es un hábitat que requiere de conservación también”, expresa. La propuesta tiene sentido, no solo por el avance de la urbanización, sino por la aparición de nuevas perturbaciones sobre rutas migratorias y espacios aéreos. En la comunidad científica dedicada al estudio de la conservación de aves, la ubicación de parques eólicos y el uso de drones asoman como nuevas presiones, no solo para estos animales, sino también para murciélagos o insectos voladores, claves, entre otras cosas, para la polinización o el control de plagas.