Por qué en Estados Unidos también vacunan a animales contra el coronavirus
Los signos clínicos eran tos, congestión, secreción nasal y cierto estado de cansancio. En líneas generales, todo indicaba que un grupo de gorilas del zoológico de San Diego, en Estados Unidos, en enero pasado, atravesaba una covid-19 leve. Pero aquellas manifestaciones clínicas debido a la infección por SARS-CoV-2 fueron suficientes para preocupación entre los cuidadores y responsables de esta población de animales en peligro de extinción. La inquietud de los veterinarios se confirmó en un examen a Winston, uno de los gorilas: tenía neumonía y presentaba arritmia. Entonces, recibió un tratamiento con antibióticos, otros fármacos para la función cardiovascular y una terapia con anticuerpos monoclonales. El gorila Winston finalmente pudo superar la enfermedad, pero el antecedente condujo a una acción inédita en el contexto de la actual pandemia: la vacunación para la protección de grandes simios contra el SARS-CoV-2. Tres gorilas, cuatro orangutanes y seis bonobos ya recibieron, de manera experimental, entre el mes pasado y estos últimos días, dos dosis de una vacuna desarrollada exclusivamente para uso en animales (en particular para perros y gatos) por Zoetis, tal vez la empresa veterinaria más grande del mundo, que hasta 2013 fue parte de la farmacéutica Pfizer.
Los porqués de una una vacuna contra el coronavirus en animales
Entre conservacionistas y primatólogos, las enfermedades respiratorias ya eran un temor desde antes de la pandemia. No ellos mismos, claro está, sino más bien por nuestros parientes evolutivos. Varios antecedentes más o menos cercanos en el tiempo marcan el riesgo que implican los virus respiratorios para estos animales.
En 2016, el coronavirus OC43 provocó un brote en el Parque Nacional Taï, en donde al menos seis chimpancés, de nueve en los que se detectó el virus, mostraron signos de enfermedad respiratoria. Más grave fue la situación de ese mismo año en el Parque Nacional Kibale, en Uganda, en donde 25 chimpancés murieron (12% de la población de esa comunidad) durante un brote por Metapneumovirus humano (MPVh), que en las personas genera cuadros similares al resfrío.
Por estos y otros antecedentes la pandemia es una fuente nueva de preocupación en los esfuerzos por sostener a los primates no humanos que quedan sobre la Tierra, aunque la vacunación -por el momento experimental en unos pocos de ellos- podría ser una medida positiva para su protección.
“Claramente me parece un gran paso, quedan muy pocos gorilas o bonobos en cautiverio o en vida libre. Son de las especies más amenazadas que tenemos y esta es una vacuna diseñada para animales, no es que se la están sacando a las personas. Además son especies animales que hay que cuidar, no solo porque se pueden extinguir rápidamente, sino porque en especial en estos zoológicos algunas poblaciones en cautiverio de simios mantienen el acervo genético de la especie”, argumenta Martín Kowalewski, investigador del Conicet y presidente de la Asociación de Primatología Argentina. Mariano Pérez Filgueira, vicedirector del Instituto de Virología e Innovaciones Tecnológicas (INTA-Conicet), coincide: “En términos de conservación, la vacunación es totalmente justificable”.
Sin embargo, y por el momento, la vacuna de Zoetis no recibió la licencia comercial del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). Rusia, por su parte, se encamina a presentar su propia vacuna de uso veterinario contra el coronavirus, desarrollada por el Centro Federal de Salud Animal de este país, aunque la información pública sobre sus pruebas y tecnología es muy limitada.
“No creo que se pueda pensar en una vacunación masiva en vida silvestre por ahora. La única solución que tenemos es que aumenten las vacunas en los diferentes países, particularmente del tercer mundo, y que se empiece a vacunar en las zonas más remotas, donde se puede dar este contacto entre vida silvestre y actividades humanas”, señala Kowalewski.
El peligro del coronavirus saltando entre especies
Gatos, tigres, leones, visones, un leopardo, hurones y perros también dieron positivo en tests de coronavirus desde que empezó la pandemia. Y la lista podría ampliarse. “Nadie se puso a buscar sistemáticamente a qué especies infecta el coronavirus. Es probable que tenga un rango bastante amplio así que, potencialmente, todas las especies con las cuales el hombre tenga cierta cercanía física podrían llegar a ser infectadas”, explica Pérez Filgueira. La dinámica de la pandemia, difícil de predecir, ofrece diferentes escenarios posibles. Por un lado, el virus podría entrar en contacto -como ya sucedió- con especies animales y ponerlas en serio riesgo. A su vez, esta posibilidad podría dar lugar a otro “salto zoonótico” como el que habría originado la actual crisis mundial.
Con estos riesgos latentes como trasfondo de la pandemia, hoy la OMS y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos recomiendan que una persona que tenga coronavirus o sospeche de estar infectada, se abstenga de entrar en contacto con animales, ya sea de compañía, de granja, en zoológicos o en los hábitats naturales de estos.
“El hecho de que el virus tenga un rango tan amplio de hospedadores ya es un riesgo: en la medida en que el virus va circulando más opciones tiene de variar, de forma tal de que se genera una variante que tenga una patogenicidad más grave que otra de las anteriores”, detalla Pérez Filgueira. En este sentido, una luz de alarma se encendió a finales del año pasado en Dinamarca. Allí, el gobierno ordenó el sacrificio de 15 millones de visones al detectarse que algunos de estos animales, criados en granjas, presentaban el SARS-CoV-2 con una serie de mutaciones que según especularon las autoridades danesas podían poner en peligro las efectividades de las vacunas para humanos. Afortunadamente, esta circulación humano-animal-humano no ocurrió (o al menos no hay evidencia de ello). “Hasta el momento no está reportado por lo que la vacunación estratégica en animales para contener la pandemia por ahora no es importante. Sí lo es, como hizo el zoológico de San Diego, preservar a esta comunidad de monos, para preservar a esas especies”, considera Javier Panei, investigador del Conicet en el Laboratorio de Virología de la Facultad de Ciencias Veterinarias (UNLP).
Una familia de virus conocida y el rol de los animales
Más allá de la realidad impuesta por el SARS-CoV-2, los coronavirus son una familia de virus bastante conocida por veterinarios y biólogos quienes, de hecho, ya contaban con vacunas para algunos de estos patógenos, a diferencia de lo que sucedía en el ámbito de la salud humana, en la cual, hasta antes de la crisis iniciada en diciembre de 2019, no había inmunizaciones desarrolladas, a pesar de los “avisos” que el mundo tuvo con los brotes de SARS y MERS, en 2002 y 2003 respectivamente.
Vacunas para prevenir la bronquitis infecciosa viral (IBV) de las aves, el coronavirus bovino (BoCV) y el canino (CCoV), son algunos ejemplos de inmunizaciones previamente existentes. “En general hay vacunas en el mercado contra otros coronavirus en especies de importancia productiva y en mascotas, y el uso de estas vacunas es muy importante, sobre todo en producción aviar. Hay enfermedades que son bastante complicadas y es una de las vacunas más frecuentes que se aplican”, comenta Pérez Filgueira. Si bien la vacuna de la firma veterinaria estadounidense fue pensada inicialmente para ser usada en perros y gatos, los animales domésticos, por el momento, no tuvieron mayores complicaciones con el último coronavirus, dice Panei. “Generalmente cursan la infección sin signos clínicos. No hemos visto casi ninguno, excepto alguno respiratorio alto, alguna rinitis, secreción o estornudos, nada más que eso”, agrega Panei, quien participa de un grupo de investigación, integrado por científicos de las universidades nacionales de La Plata y Santiago del Estero, que está estudiando el rol de las mascotas en esta pandemia.
“Lo que vimos en el proyecto es que el contagio de las personas hacia los animales no es fácil de que ocurra. Hemos testeado más de cien animales y hemos detectado poquitos. Y tiene que haber un estrecho contacto entre la persona propietaria y el animal”, aclara Panei. Mientras tanto, los estudios sobre las inmunizaciones contra el coronavirus en animales continúan -en especial en visones- y en Estados Unidos la vacunación experimental en zoológicos estaría en vías de ampliarse. Probablemente, la aplicación más o menos restringida de esta y otras vacunas de uso veterinario contra el coronavirus dependa del control que en estos meses los humanos tengamos del curso de la pandemia.