Pedro Cahn: “Es muy importante que ahora se eviten las conductas de mayor riesgo”
Figura cardinal del comité de asesores del Ministerio de Salud de la Nación por su vasta trayectoria en infectología y salud pública, y por ser un veterano de otras pandemias, Pedro Cahn es bien conocido también por sus habilidades de comunicación: encuentra siempre ejemplos claros e ilustrativos para hacer comprender conceptos complejos, y nunca rehuye preguntas difíciles. Recién llegado de Olivos, después de una reunión que mantuvo ayer con el Presidente, aceptó dar su visión sobre dónde nos encuentra la pandemia y hacia dónde nos dirigimos.
–Con respecto a la evolución de la pandemia pareciera haber dos posiciones, una que estima que la situación puede descontrolarse y otra que la considera más dominada.¿Usted qué cree?
–En biología hay dos números que nunca deben usarse: 0% y 100%. Nada es absolutamente seguro. Hay un grado de incertidumbre con el cual tenemos que acostumbrarnos a convivir, porque estamos descubriendo sobre la marcha cómo manejarnos. Aprendimos un montón, pero nos falta mucho más. Uno puede mirar el vaso medio lleno o medio vacío: no tenemos un crecimiento de casos por el cual se duplican todos los días (hoy, 5000; mañana, 10.000; pasado, 20.000). Eso sería catastrófico, no hay sistema de salud que lo pueda tolerar. Pero si uno tiene 5000, 5000 y 5000, al final llega a tener 20.000. Probablemente, por la cuarentena temprana, la dinámica de la epidemia en la Argentina se comporte más como una meseta prolongada que como un pico. Con una cantidad de casos que, mientras no supere los que tenemos ahora, nos permite ir haciendo equilibrio.
–¿Qué importancia le asigna a los brotes en varias provincias?
–Cuando hablamos de la saturación del sistema de salud, no hay que pensar solamente en el AMBA, porque es un área con muchos habitantes, pero también con muchos hospitales y clínicas privadas, tanto en la Capital como en la Provincia de Buenos Aires. Pero hay provincias enteras que tienen muy pocos centros de terapia intensiva que pueden llegar a saturarse mucho más rápido que aquí. A lo mejor, el AMBA, que tiene una situación crítica y el 90% de los casos, necesita cerrar menos que otras jurisdicciones. Es un escenario muy dinámico y con mucha variedad geográfica.
–Si bien se informó que siguen sumándose camas de terapia intensiva y respiradores, no se puede hacer lo mismo con el equipo de salud, que es limitado, y parte del cual está infectado o fue contacto estrecho de un caso de Covid. ¿Dará abasto para atender los casos que se avecinan?
–Esa es una preocupación que compartimos y que en este momento es la preocupación central del ministro Ginés González García. No está tan preocupado por el número de camas, que se siguen aumentando (CABA agregó 50 y va a agregar 50 más en las próximas dos semanas, se abrió el Hospital Favaloro, se habilitaron los 12 hospitales modulares...) La preocupación central en este momento es el personal de salud. Si uno le suma a eso que los que tienen más de 60 años o comorbilidades no están yendo a trabajar, ya de movida se arranca con un plantel más chico. Nación envió terapistas a varias provincias para dar una mano, porque el personal estaba agotado por trabajar de lunes a domingo sin descanso. Eso al final termina debilitando. Y otra cosa que se está haciendo ahora es entrenar a médicos de otras especialidades (clínicos y cardiólogos, anestesistas y emergentólogos) para que puedan aprender a manejar pacientes en terapia intensiva bajo la supervisión de un terapista.
–Se están registrando más de 100 decesos diarios por Covid. ¿Esa cifra podrá reducirse en las próximas semanas?
–Los fallecidos de ahora son los casos que se diagnosticaron hace alrededor de un mes, así que no veo que el número vaya a descender por lo menos en las siguientes cuatro semanas. Hay que tener en cuenta que la cuarentena más estricta, del 1 al 17, aunque su cumplimiento fue parcial, produjo una caída del 30% en el movimiento de la gente. Creo que se está tomando un poco más de conciencia, se está usando más y mejor el barbijo, se está tomando distancia, los comercios que abrieron en general cumplen con el protocolo... Me parece que hay un nivel mayor de certeza de que la cosa va en serio y que llegó para quedarse. Es contrafáctico, pero en lugar de tener un promedio de 5300 casos diarios, como esta última semana, podríamos haber tenido 8000 por día si no hubiéramos tomado las medidas que se implementaron... Es muy importante que ahora se ejerza una responsabilidad activa por parte de la ciudadanía para evitar lo que consideramos en este momento las conductas de mayor riesgo: no se trata de que los chicos no salgan a la calle, que la gente no salga a correr si respeta las normas de mantener la distancia y no juntarse todos en la misma cuadra. El mayor riesgo son las reuniones sociales, clandestinas, que pueden ser familiares, bien intencionadas, con afecto y todo lo demás, pero que es el momento en que estamos a menos de dos metros de distancia, nos sacamos el barbijo, cantamos, gritamos, bailamos… Todo eso genera la tormenta perfecta para los eventos de supercontagio: cercanía, intensidad y tiempo.
–¿La responsabilidad individual puede mantener bajo control la transmisión del virus?
–Absolutamente. Si todos fuéramos capaces de hacer lo que tenemos que hacer y de no hacer lo que no debemos, en particular, actividades clandestinas en ambientes cerrados, evitar las mezclas, funcionar como burbujas… Si, por caso, una persona con su pareja no se juntan con otra gente, y sobre todo si la persona que sale de la casa lo hace con barbijo, toma la distancia correspondiente... Por supuesto que puede contraer el coronavirus, pero se reduce mucho el riesgo. Lo que tenemos que entender es que no vamos a derrotar al coronavirus, lo que tenemos que hacer es reducir el riesgo de que se expanda, porque hay un porcentaje de personas que van a requerir oxígeno, asistencia respiratoria mecánica, terapia intensiva… y esos son recursos limitados. Imaginemos lo que significa que a una persona que necesita oxígeno le tengamos que decir que no tenemos, que no podemos internarlo para ayudarlo.
–En ese sentido, ¿cree que las campañas de comunicación son efectivas para promover conductas apropiadas?
–Pienso que tiene que haber campañas donde se involucre a otro tipo de actores. Quisiera ver avisos con Juan Carr, con Manu Ginóbili hablándole a la gente, con cantantes de rock, con influencers de YouTube dirigiéndose a los jóvenes. Sin estigmatizarlos ni señalarlos con el dedo, hay que ayudarlos a entender que tienen una responsabilidad intergeneracional. Que lo que a ellos no les pasa, les va a ocurrir a sus padres y abuelos. Necesitamos mensajes que se dirijan hacia ellos, que haya otras vías de comunicación. Y agregaría que es muy importante el rol de los medios. Uno ve cosas que ponen los pelos de punta. Generan en la gente dos situaciones: llevan a algunos a pensar "esto es una pavadita, no pasa nada" y a otros, "si igual nos vamos a morir, para qué me voy a cuidar". Se necesitan diferentes mensajes para cada audiencia.
–¿A qué se refiere cuando dice que el coronavirus llegó para quedarse?
–No significa que vamos a tener que estar siempre con las restricciones actuales, pero sí que vamos a tener que convivir con la idea del distanciamiento social, del tapabocas... Porque aunque desarrollemos una vacuna, eso no significa que vamos a erradicar la enfermedad. ¿Tenemos vacuna para influenza? Sí. ¿Para el tétanos? Claro. Pero eso no significa que estén erradicados, la única enfermedad que se erradicó con la vacuna fue la viruela, y tal vez la polio dentro de un par de años. Tal vez tengamos una situación extraordinaria, se encuentre un medicamento preventivo. Hay muchos trabajos científicos interesantes. Estamos todos muy expectantes, pero no hay que pensar que el 1º de septiembre por decreto del Poder Ejecutivo se terminó la pandemia. Eso no va a ocurrir.
–¿Hay alguna evidencia de que la primavera y los días más cálidos que se avecinan podrían hacer más lenta la circulación del virus?
–Los casos del hemisferio Norte están demostrando que no. De la misma manera que los del hemisferio Sur en Brasil y Ecuador mostraron también que en lugares donde hay mucho sol y hace mucho calor igual tuvieron expansión de la pandemia. Seguramente es más favorable un clima cálido que uno frío para cualquier infección respiratoria, pero la expectativa que tenía mucha gente de que al llegar el calor la cosa iba a ser distinta no se comprobó.
–¿Existe alguna estimación de cuándo podrán retomarse los espectáculos masivos?
–No creo que vuelvan en el corto plazo, por lo menos en las próximas semanas, porque son reuniones en lugares cerrados. Ayudamos a la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales a elaborar un protocolo para un regreso en fases de la actividad teatral y de espectáculos que contempla una serie de medidas. Por ejemplo, tienen que abrir con la mitad de las localidades, asiento de por medio, con control de temperatura… O sea, hay formas de volver, pero no creo que se produzca en el corto plazo, lo mismo que el fútbol.
–¿Qué les diría a los partidarios de seguir con una cuarentena estricta?
–Hay unos gráficos que muestran con mucha claridad que cuando uno está en Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), caen los casos; pasa a Distanciamiento Social Preventivo y Obligatorio (DISPO) y empiezan a subir. Si el tema fuera puramente sanitario, habría que cerrar todo. El problema es que no es solo sanitario. Lo peor que puede ocurrir es que haya una disposición para determinadas conductas y la sociedad no las cumpla. Sería un caos, una anarquía. No es imposible que haya que volver en algún momento, pero la sociedad tendría que tener una clara percepción de que estamos en una situación límite. Y ahora estamos en una situación compleja, pero todavía no límite. Esto no es tan distinto de lo que dice la gente de Provincia y la de la Ciudad. Unos ponen el acento en el vaso medio vacío, otros en el medio lleno, pero ninguno de los dos dice que mañana está por claudicar el sistema de salud.