Nació Pampa, la primera ternera clonada de la Argentina
Se utilizó una tecnología que tienen sólo doce países

La Argentina acaba de ingresar en una selecta elite: la de las naciones –no más de una docena– capaces de clonar bovinos.
Ocurre que hace una semana nació Pampa, la primera ternera argentina cuyo embrión se gestó en un laboratorio biotecnológico de la empresa Bio Sidus a partir del material genético de una célula madura y un óvulo bovino sin núcleo. Pesó 37 kg y midió 87 centímetros.
El alumbramiento, por cesárea para evitar riesgos, se produjo en un corral aséptico preparado en un campo de la provincia de Buenos Aires, entre veterinarios vestidos con trajes de astronauta y paisanos de guardapolvo blanco.
Fue un momento vibrante de orgullo y lógico nerviosismo. “¡Jersey!”, gritó uno, no bien comenzaron a aparecer las patitas.“¡Hembra!”, exclamó otro. “Respira... Está bien, está bien. Vamos, despacio...”, clamó el neonatólogo.
La madre nodriza, de raza Aberdeen Angus, estaba rodeada de todo tipo de instrumentos: resucitador, aspirador y hasta una máscara de oxígeno especialmente diseñada para vacas. Tras los exámenes de rigor, los profesionales envolvieron a la ternerita con una manta tér-mica, en previsión de que -dado que hacía aproximadamente doce grados- surgieran problemas en la regulación de la temperatura corporal, aunque afortunadamente no se produjeron.
Pampa forma parte de un programa cuyo objetivo final es desarrollar vacas transgénicas (a las que se les inserta un gen humano) capaces de producir proteínas de uso medicinal en la leche. "Nosotros dominamos los mecanismos para elaborar proteínas útiles para la salud en bacterias y células, pero existen limitaciones de acuerdo con los distintos tipos de proteínas -explica el doctor Marcelo Criscuolo, director ejecutivo de Bio Sidus-. Cuando se trata de una de baja actividad específica, que requiere mucha masa para cumplir su función biológica en el organismo, hay que recurrir a una fuente más importante que una bacteria."
En otras palabras: una ampolla de interferón humano contiene 10, 20 o 30 microgramos de la sustancia activa, pero una de hormona de crecimiento, 1500. Si un fermentador tiene capacidad para una cierta cantidad de bacterias, se pueden hacer 10.000 ampollas de un producto o 100 de otro. Y más allá de cierto límite, el proceso comienza a hacerse muy complejo, lo que influye en el costo final del medicamento.
La vaca normalmente secreta grandes cantidades de proteínas, como la caseína, la lactoalbúmina y otras. Puede hacerlo porque posee genes que gobiernan su síntesis y su secreción por las células mamarias, que son activadas por las hormonas posparto. "Lo único que uno hace es insertar dentro de la construcción genética del embrión bovino el gen de la proteína de interés -explica Criscuolo-, para que la vaca la produzca ante los estímulos normales."
El know how y cómo lograrlo
Pero comencemos por el principio, hace alrededor de seis años, cuando Bio Sidus decidió encarar la obtención de medicamentos basados en proteínas recombinantes (producidas por ingeniería genética) secretadas en leche de bovinos, entre otras cosas porque esto permitirá una reducción importante en los costos de los fármacos.
Para llegar a Pampa fue necesario empezar por dominar técnicas cuyos detalles se guardan celosamente. Tras algunos intentos con otro procedimiento, el equipo comandado por los doctores Marcelo Criscuolo y Carlos Melo comenzó a trabajar en la tecnología de transferencia nuclear , que permite obtener en el laboratorio, a partir de cualquier célula de un animal adulto, un embrión que se transformará en un individuo genéticamente idéntico al dador de la célula original ( ver infografía ).
"Pusimos a punto un laboratorio para trabajar en estas técnicas, por las que se inserta el material genético de una célula madura en un óvulo al que previamente se le extrajo el núcleo -explica Criscuolo-. En el caso de Pampa, se utilizaron óvulos bovinos de matadero que, al quitarles el núcleo, se convirtieron en una especie de recipientes vacíos."
"Por medio de un estímulo eléctrico, fusionamos el óvulo enucleado con un fibroblasto fetal (célula de piel) de raza jersey, y luego lo activamos químicamente", agrega Melo.
Esa primera célula comenzó a dividirse, se generaron embriones y, cuando llegaron a la etapa de blastocisto , entre cinco y nueve días más tarde, se los insertó en una vaca nodriza preparada hormonalmente para llevar adelante la preñez.
"Esto involucra un trabajo humano enorme -subraya Melo-. El día en que se hacen las fusiones celulares se empieza a las ocho de la mañana, en el matadero, y se termina a las cuatro de la mañana del día siguiente, en el laboratorio. En el campo, hay que empezar quince días antes con la estimulación hormonal. Después, por tacto vaginal, hay que dejar el embrión en la trompa que está receptiva. Participó la gente más experimentada de la Argentina y tuvimos muy buena eficiencia."
Pampa es una ternerita totalmente bovina, y constituye la prueba de que se domina la técnica de clonación. Pero el equipo de Bio Sidus ya logró alrededor de 30 embarazos, muchos de ellos transgénicos, una tecnología que dominan apenas dos o tres países en el mundo.
"Pensamos que, de esos, obtendremos quince en perfectas condiciones, diez de los cuales serán transgénicos -dice Criscuolo-. Hubo momentos en que se dudó acerca de si la Argentina tenía que desarrollar la biotecnología. Esto demuestra que tenemos ventajas competitivas: nuestra enorme tradición ganadera y nuestras extensiones de campo fértil. Pero, además,que tenemos los recursos humanos. Y que en la Argentina se pueden encarar proyectos de vanguardia."