Misterio revelado: qué se esconde detrás del enigma del Triángulo de las Bermudas
Este lugar enigmático maravilló al mundo con sus historias fantásticas de desapariciones de barcos y aviones; pero los científicos aclararon cómo ocurrieron estos extraños sucesos
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Sin dudas, uno de los lugares más misteriosos del planeta es el Triángulo de las Bermudas. Allí desaparecieron, entre otros sucesos extraños, una gran cantidad de aviones y barcos.
Esta extensión de agua formada por un millón y medio de kilómetros cuadrados en alta mar delinea un triángulo equilátero que forman las puntas de las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami en Florida, Estados Unidos.
Desde la primera desaparición documentada, el Triángulo de las Bermudas ha fascinado a muchas personas que se inclinan por creer en historias fantásticas y singulares, pero los científicos tienen una explicación bastante diferente para aclarar los interrogantes que aún existen sobre estos sorprendentes sucesos.
El incidente por el que la enigmática zona ganó reconocimiento ocurrió el 5 de diciembre de 1945 cuando un escuadrón de cinco bombarderos de la Marina de Estados Unidos desapareció sin dejar rastros durante un vuelo de entrenamiento que había salido de Fort Lauderdale, en Florida.
Pero recién en 1964, el escritor sensacionalista Vincent Gaddis inventó el término Triángulo de las Bermudas para hacer referencia a este misterioso lugar en el medio del océano. Y al año siguiente, publicó el libro Horizontes invisibles: los verdaderos misterios del mar, donde incluyó un capítulo llamado “El mortal Triángulo de las Bermudas”.
La popularización del Triángulo de las Bermudas llegó diez años más tarde. En 1974, el escritor de ciencia ficción, Charles Berlitz, publicó el libro El Triángulo de las Bermudas donde copió casi de forma textual el capítulo Gaddis y recopiló algunos casos de desapariciones, aunque, según sus detractores lo hizo con datos falsos e invenciones exageradas.
La teoría del continente perdido
Berlitz, quien tenía un gran interés en los hechos paranormales, creía que la Atlántida era real y que estaba conectada de alguna manera con el lugar de las misteriosas desapariciones.
Por esa razón, expuso una teoría en su libro que se apropió del psíquico Edgar Cayce, quien aseguraba que los atlantes habían experimentado con una tecnología que consistía en unos “cristales de fuego” que lanzaban rayos. Algo en ese ensayo científico no salió bien y los atlantes, al igual que la maravillosa isla donde vivían, terminaron en el fondo del mar. Mientras tanto, el poder de los cristales siguió activo e interfirió con los aparatos de navegación de los barcos y los aviones desaparecidos.
Desde su publicación, el libro de Berlitz fue un éxito de ventas y la hipótesis que planteó el escritor fue difundida y replicada año tras año en miles de diarios, revistas, libros, programas de televisión y páginas web. Y así surgió una de las suposiciones más exóticas que convirtieron en leyenda a este misterioso sitio ubicado en el Océano Atlántico.
Otra de las teorías más difundidas por los fanáticos de los enigmas y las conspiraciones, es la presencia de una base alienígena que se encuentra en el subsuelo marino justo por debajo del Triángulo de las Bermudas. Según estos admiradores de misterios, las naves extraterrestres son las responsables de las desapariciones de los barcos, los aviones y su tripulación.
El enigmático destino del Vuelo 19
Uno de los incidentes más conocidos, que generó la leyenda sobre este misterioso punto del planeta, fue la desaparición de cinco bombarderos TBM Avenger de la Marina de Estados Unidos durante un vuelo de entrenamiento que salió de Fort Lauderdale, en Florida, el 5 de diciembre de 1945.
Según el libro publicado por Berlitz, la flota de aviones navales estadounidenses desapareció sin dejar ningún indicio después de informar la presencia de varias luces extrañas cercanas a las aeronaves. Y un hidroavión que despegó para acudir al rescate del escuadrón, también desapareció durante la búsqueda.
Berlitz afirmó que los restos de las naves de entrenamiento debieron ser encontrados al día siguiente al considerar que flotarían sobre un mar tranquilo y con cielo despejado. En su publicación, también agregó el informe que realizó la Marina sobre el accidente al que atribuyó a “causas o razones desconocidas”.
Los detractores de Berlitz aseguraron que, mientras algunos hechos de la versión que contó el escritor en su libro son exactos, el autor excluyó otros incidentes importantes y tergiversó algunos más. Los críticos afirmaron que la descripción que hizo sobre el experimentado escuadrón de aviadores de combate que se perdieron en una tarde soleada, es falsa.
En primer lugar, se trataba de pilotos en entrenamiento que carecían de una experiencia previa al mando de una aeronave. Con la excepción del jefe de la flota, el teniente Charles Carroll Taylor, quien había estado en combate y registraba una gran cantidad de horas de vuelo. Sin embargo, Taylor nunca había volado sobre el Triángulo de las Bermudas. Y aunque en el libro, el teniente fue descrito como una persona calmo y confiable, su foja de servicios y las transmisiones de radio muestran que la realidad era muy diferente. Durante la guerra había abandonado en dos ocasiones su ruta aérea para regresar al portaaviones después de haberse perdido. Y las transcripciones del vuelo 19 revelaron que Taylor estaba desorientado y que no era capaz de tomar ninguna decisión con confianza. El informe original que redactó la Marina reflejaba esta situación, pero el documento fue alterado por pedido expreso de la familia para que quedara representada una imagen mucho más favorable del piloto.
En cuanto a las condiciones meteorológicas de ese día, el informe señalaba que, al momento de recibir la última trasmisión, el tiempo estaba desmejorando y se avecinaba una fuerte tormenta. Y al contrario de lo que aseguró Berlitz, los aviones TBM Avenger que se utilizaron en el vuelo de instrucción, nunca fueron diseñados para un amerizaje. Según la experiencia demostrada en combate en el Pacífico, los TBM Avenger se hundían rápidamente cuando descendía sobre la superficie del mar.
Entonces, la explicación más probable de la extraña desaparición es que Taylor se desorientó y se habría internado en mar abierto creyendo que se dirigía hacia el continente. En consecuencia, las aeronaves se habrían quedado sin combustible precipitándose hacia el océano. Y nunca fueron encontrados porque los restos de las aeronaves no flotaron y muy pocas búsquedas se concentraron en el hipotético lugar real de la caída.
En cuanto al hidroavión que desapareció, un barco que navegaba por la zona informó que había observado una explosión por encima del agua poco después del despegue de la aeronave. Más tarde, los pilotos destinados en la búsqueda de la flota desaparecida, divisaron una mancha de aceite en el punto en el que había sido divisado el fuego en el cielo. Y el mal tiempo impidió que los rescatistas pudieran recuperar cualquier resto del hidroavión. Además, cuando el mal tiempo se disipó, todos los rastros del accidente ya no estaban en ese lugar. La explicación para este último accidente fue que una fuga de combustible causó la explosión que vieron los tripulantes del barco.
El autor que desmintió a Berlitz
Lawrence Kusche, quien era bibliotecario de la Universidad de Arizona, se sintió intrigado por el gran número de estudiantes que preguntaban acerca del libro sobre el Triángulo de las Bermudas. Así que comenzó una exhaustiva investigación de los informes originales de la Marina y publicó sus hallazgos, en 1975, en El misterio del Triángulo de las Bermudas solucionado.
En su libro, Kusche reveló la falta de exactitud y la gran cantidad de inconsistencias entre la publicación de Berlitz y los informes originales de los testigos del incidente del vuelo 19. Además, desmintió varios de los ejemplos presentados como desapariciones misteriosas.
El bibliotecario demostró que muchos de los casos citados por Berlitz ocurrieron fuera de los límites del Triángulo de las Bermudas y que otros ni siquiera habían existido, además de aseverar que su investigación era muy descuidada. “Si Berlitz informara que un barco es rojo, las posibilidades de que fuera de otro color serían casi una certeza. Escribe sobre cosas que no son ciertas y deja de lado todo el material que contradice su ‘misterio’”, señaló Kusche.
En los informes de Berlitz, algunos barcos denunciados como perdidos y que regresaron al puerto con retraso, permanecieron registrados como desaparecidos. El escritor también exageró las circunstancias de los enigmáticos hundimientos porque informaba que un barco se había esfumado en un día de sol cuando los reportes meteorológicos indicaban que había ocurrido una tormenta tropical de enorme magnitud.
En su libro, Kusche concluyó que “la leyenda del Triángulo de las Bermudas es un misterio fabricado y perpetuado por escritores que, de manera intencional o con manifiesta ignorancia, hicieron uso de conceptos erróneos, razonamiento defectuoso y sensacionalismo”.
La ciencia aclara los enigmas
A lo largo de los años, muchas teorías científicas intentaron explicar las misteriosas desapariciones en este punto del Océano Atlántico. Desde fallas geológicas o hidrológicas poco conocidas hasta la presencia de burbujas de gas metano que salieron desde el fondo del mar para provocar violentas corrientes capaces de destrozar a los barcos y a los aviones como si estuvieran hechos de papel.
Consultada por LA NACION, la doctora María Cristina Pacino, expresidenta de la Asociación Argentina de Geofísicos y Geodestas, y directora de posgrados en la Universidad Nacional de Rosario, indicó que “respecto de la teoría de las burbujas de gas metano que se ‘tragan’ a los barcos, hay algo importante para destacar: no existen reservas de metano debajo del Triángulo de las Bermudas”.
Otros expertos sugirieron maremotos repentinos que con sus gigantes olas devoraron a los buques, o una anomalía geomagnética que causó problemas de navegación que confundió a los pilotos de las aeronaves.
El doctor Martín Saraceno, profesor del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, aseguró que no existe ninguna circunstancia anómala en este lugar del planeta.
“No hay nada raro en el Triángulo de las Bermudas. Y no hay más hundimientos que en cualquier otra parte del mundo. Desde el punto de vista de las corrientes y accidentes geográficos, no hay nada que sea particular. Por ejemplo, el Océano Austral presenta condiciones de navegación mucho más peligrosas de olas y viento”, indicó Saraceno.
Algunos oceanógrafos sugirieron la existencia de agujeros azules, unas grutas submarinas con la capacidad de crear fuertes corrientes con la energía necesaria para lanzar a la deriva a barcos de gran tamaño. Pero la doctora Pacino minimizó su influencia. “Si bien existen en la zona, no es el único lugar del mundo donde se localizan. De hecho, el agujero azul más profundo está situado en China, y allí no se lo vincula con barcos perdidos”, argumentó.
Otros investigadores señalaron que el Triángulo de las Bermudas es uno de los dos lugares de la Tierra en donde las brújulas se inutilizan porque apuntan al norte verdadero y no al norte magnético. Pero con la tecnología actual de navegación satelital, estos problemas ya no existen.
Los científicos tampoco descartaron a los errores humanos ya que muchos de los accidentes que ocurrieron en esta zona tuvieron a los comandantes de las embarcaciones y a los pilotos de los aviones como responsables de errores de cálculo o de navegación, sumado a los fallos tecnológicos propios de los precarios aparatos y hasta las malas decisiones por desorientación.
Aunque estas suposiciones son más factibles, también son difíciles de demostrar porque el rescate de los restos de buques y aeronaves desaparecidas fue casi imposible en este sitio debido a la vasta extensión de su superficie y a la enorme distancia que lo separa de las costas más cercanas.
La estadística también refutó a las teorías más descabelladas porque se estima que en los últimos 100 años por esta zona han pasado alrededor de 10 millones de naves (unas 100.000 por año). Y según los registros oficiales, desde mediados del siglo XIX desaparecieron un total de 100 barcos y 50 aviones. Este número de supuestas desapariciones es insignificante considerando el número de naves y aviones que transitan el Triángulo de las Bermudas todos los años.
“Lo sorprendente sería que, en esas condiciones de alto tráfico se produjeran menos accidentes en el área que, por ejemplo, en el Pacífico Sur donde el tránsito marítimo y aéreo es mucho más escaso”, manifestó Pacino.
Como la tasa de accidentes en la zona no ofrecía casos suficientes de desapariciones misteriosas que pudiera incluir en su libro, Berlitz recurrió a diversos engaños, omisiones y falsificaciones para aumentar el número de aviones y barcos que se esfumaron sin dejar rastro.
En el mismo sentido, el Triángulo de las Bermudas es una de las zonas con más tráfico aéreo y naval de todo el planeta, y tiene eventos climáticos extremos como tormentas tropicales y huracanes que hacen muy factible la cantidad de barcos hundidos y aviones siniestrados. Sobre todo, antes de la invención de los modernos sistemas de navegación que utilizan todos los buques y aeronaves de la actualidad.
De esta manera, las explicaciones científicas destruyeron la invención de Berlitz sobre las desapariciones misteriosas del Triángulo de las Bermudas ya que no se volvió a registrar ni un solo caso de un barco hundido o un avión perdido en una de las zonas con más tráfico naval y aéreo del mundo.
Es más, un estudio realizado en 2013 por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), reveló las zonas marinas más peligrosas del mundo para la navegación, y el Triángulo de las Bermudas no se encontraba entre ellas.
Según la investigación, que recopiló los registros de todos los hundimientos de barcos desde 1998, los puntos más calientes del mapa en cuanto a accidentes marítimos son: el Triángulo de Coral del sudeste asiático, el Mar Mediterráneo oriental, el Mar Negro y el Mar del Norte.
Por estas razones, el misterioso Triángulo de la Bermudas no deja de ser una leyenda que se transmitió a partir de datos falsos e invenciones exageradas, y fue la ciencia quien ayudó a revelar la verdad sobre este enigmático sitio ubicado sobre el Océano Atlántico.
“Entiendo que resulte más romántica la idea de los fenómenos sobrenaturales y los misterios sin resolver, pero las estadísticas demuestran que el área no es más peligrosa que cualquier otra región de los océanos del mundo”, concluyó la doctora Pacino.