Misión fatal: qué pasa con el cuerpo de un astronauta cuando muere en el espacio
Elon Musk anunció que, en la conquista del universo, “mucha gente morirá”; en la carrera espacial, 18 “viajeros” fallecieron por accidentes, pero qué pasaría si fuera por causas naturales
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A lo largo de la carrera espacial, 18 astronautas murieron en trágicos accidentes relacionados con diversos colapsos de las naves que los transportaban. Pero hasta el momento no ha habido casos de tripulantes que fallecieran en sus misiones más allá de nuestra atmósfera por causas naturales o por otra circunstancias, fuera de la destrucción de las astronaves en las que viajaban.
Actualmente, y desde hace más de 20 años, se realizan viajes a la Estación Espacial Internacional (EEI), donde además los astronautas viven por varios meses. Y, afortunadamente, no se han registrado en todo este tiempo decesos.
Pero si se tiene en cuenta que de aquí a unos años habrá nuevos y reiterados intentos de los seres humanos de conquistar lugares distantes del planeta tierra -los viajes a Marte están planificados para las próximas décadas-, es lícito plantearse qué puede pasar si alguno de los pasajeros siderales tiene la desgracia de perecer en una de estas travesías.
Como lo anticipó el magnate y dueño de la compañía espacial SpaceX, Elon Musk, lo más probable es que, en estas futuras misiones al planeta rojo, “un montón de gente muera”. La ficción también da cuenta de este tipo de situaciones en las que el espacio funciona como el escenario de un desenlace fatal para los astronautas. El personaje interpretado por George Clooney en la película Gravedad, sin ir más lejos, queda flotando para siempre en el vacío del cosmos sin que su colega encarnada por Sandra Bullock pueda hacer nada para ayudarlo.
Pero, al igual que Clooney, varias preguntas flotan en el aire al hablar de esta problemática. En primer lugar, qué tipo de muerte afrontaría una persona que se accidentara en una misión por fuera de su nave. Aunque suene duro, también puede ser necesario saber qué se puede o debe hacer con el cuerpo de un navegante fenecido. Vale preguntarse además si es posible realizar un funeral a miles de kilómetros de la Tierra y qué pasaría si se lanza, sin más, el cuerpo a su destino final en lo profundo del espacio.
Por fortuna, ya hay especialistas en viajes espaciales que se han dedicado a esbozar respuestas para estas difíciles cuestiones.
18 astronautas muertos
Hasta el momento, los intentos de conquistar el espacio se cobraron 18 vidas. Todas ellas, en fatales accidentes. En 2003, un fallo estructural destruyó al transbordador espacial Columbia cuando ingresaba a la atmósfera terrestre, lo que ocasionó la muerte de sus siete tripulantes. Otros siete astronautas, estadounidenses al igual que los anteriores, murieron poco después del despegue al estallar el transbordador espacial Challenger, en 1986.
Mucho tiempo antes, en 1971, los tres cosmonautas de la nave rusa Soyuz 11 perecieron por un escape de aire mientras la cápsula en la que viajaban descendía a la tierra. Y un tiempo antes de ello, en 1967, el único ocupante de la nave rusa Soyuz 1 falleció cuando el módulo en el que descendía se estrelló en la provincia rusa de Orenburg por una falla en su sistema de paracaídas.
Pero lo que nunca sucedió, hasta el momento, es que alguno de los exploradores del espacio falleciera por otras circunstancias ajenas a lo que pase con sus naves en una misión espacial, en lo que constituiría una tragedia que fuera más personal que colectiva.
Por el momento, los viajes más allá de la Tierra tienen como destino la Estación Espacial Internacional (ISS), que orbita a unos 400 kilómetros de la superficie terrestre. Los astronautas que viajan y habitan temporalmente en ese satélite artificial poseen un estado físico impecable y están preparados para la vida más allá de nuestra atmósfera.
Así las cosas, con casi 23 años de existencia por fuera del planeta y con presencia constante de astronautas en ella y sin registros de muertes, la única manera en que puede avizorarse una tragedia letal es a partir de un accidente en una exploración por fuera de la EEI.
Caminata fatal
Chris Hadfield, astronauta de Canadá y comandante de la Estación Espacial durante cinco meses en el año 2013, señaló a la revista de divulgación Pop Science que, “en el peor de los casos” podría suceder algo letal durante una “caminata espacial”.
“De repente, un astronauta podría ser golpeado por un micrometeorito, y no hay nada que pueda hacer al respecto. Podría perforar tu traje y en unos segundos quedarías incapacitado“, señaló el experimentado navegante espacial.
En ese remoto pero posible caso, la falta de presión en el vacío espacial produciría una serie de transformaciones en el cuerpo del cosmonauta accidentado que lo harían perder el conocimiento en unos 10 a 15 segundos.
Sucede que el ser humano desde sus orígenes ha adaptado su anatomía a soportar la presión de la gravedad terrestre, y es por ello que, desde el momento del accidente espacial en que esta presión desaparece, los gases del organismo comenzarían a expandirse y los líquidos corporales se transformarían en gas, por lo que el cuerpo se inflaría como un globo que se llena de aire.
Otro de los efectos en el vacío espacial es que el agua presente en los músculos se vaporizaría y presionaría desde abajo de la piel. Sin presión, además, el nitrógeno de la sangre formaría burbujas de ese gas, como si el líquido vital estuviera hirviendo. Esto provocaría un dolor horrible, en un efecto similar al que sufren los buzos en una descompresión violenta luego de sumergirse en aguas profundas.
La falta de oxígeno, en tanto, provocaría que los pulmones, sin reservas de este gas, recurrieran al oxígeno de la sangre para seguir funcionando. Esto generaría que, en unos 15 segundos, la persona en el espacio perdiera su conciencia a causa de la desoxigenación. Entre el minuto y medio y los dos minutos después del incidente, el resto de los órganos comenzarían a fallar y allí finalizaría, sin esperanzas, la vida de este infortunado astronauta.
Los detalles de lo que sería el desenlace de un navegante espacial en el vacío fueron descriptos por Hadfield y también por la empresaria funeraria, especialista en ciencias mortuorias y divulgadora estadounidense Catilin Doughty, en un capítulo de su libro ¿Se comería el gato mis ojos?, publicado en la versión española de la revista Esquire, en el que responde a la pregunta sobre cómo fallecería una persona en el espacio.
De acuerdo con esta autora, la información sobre un deceso que jamás sucedió proviene de estudios realizados en cámaras de altitud en seres humanos y en animales que, según Doughty, “sufrieron peor suerte” que los hombres en estos experimentos.
Qué se hace con el cuerpo
Una vez que la tragedia golpeó a uno de los miembros de la misión espacial, además de la desgracia por la pérdida de la vida de un astronauta, sobrevendría otro problema, que es lo que se debe o puede hacer con el cuerpo.
Ante la consulta realizada por el sitado medio Pop Science, la NASA aseguró que no tenía planes de contingencia para este tipo de casos. “La respuesta de la NASA a cualquier situación en órbita no planificada se determinará en un proceso de colaboración en tiempo real entre la Dirección de Operaciones de Vuelo, la Dirección de Desempeño y Salud Humana, el liderazgo de la NASA y nuestros socios internacionales“, respondieron desde la agencia espacial.
Sin embargo, la misma NASA informa en su página oficial que, para el 2030 o el 2040, planea enviar a Marte naves tripuladas. Y son misiones que demorarán más de un año entre la ida, la posible estadía y el regreso, por lo que no se debería dejar de pensar, como lo hizo Musk, en que alguno de estos exploradores del cosmos podría fallecer en alguna de las etapas de la odisea.
La primera posibilidad sobre qué se podría hacer con un cadáver es la de arrojarlo hacia el espacio, del mismo modo en que los marineros lanzan el cuerpo de un tripulante al mar. Pero esto implica dos problemas. Por un lado, arrojar los restos al espacio implicaría vulnerar las Directrices para la Reducción de desechos espaciales que establece la ONU, un documento que prohíbe expresamente tirar objetos al cosmos sin permiso previo. A pesar de no tratarse estrictamente de un desecho, el problema es que un cadáver flotante podría colisionar contra un satélite u otra nave y provocar algún incidente no deseado.
Por otro lado, los cuerpos arrojados al espacio quedarían en la trayectoria de la nave de la que fueron expulsados, por lo que si los vuelos, por ejemplo, a Marte, comenzaran a realizarse de manera frecuente, los cadáveres quedarían como una horrorosa parte del paisaje hacia y desde el planeta rojo.
De vuelta en un lugar más “cercano”, como sería la EEI, el mismo astronauta Hadfield, autor del libro An Astronaut’s Guide to Life (Una guía para la vida de un astronauta), plantea qué es lo que él haría de tener un cadáver a bordo de la estación. “Si alguien muriera en una misión, primero llevaría el cuerpo a una exclusa de aire. Mantendría el cuerpo dentro de su traje espacial presurizado. Como no querríamos el olor a podrido y a gases, lo guardaríamos en algún lugar frío de la estación”, escribió.
La parte más gélida de la EEI es donde los tripulantes depositan su basura y restos de comida, y ahí es el sitio en el que podría ubicarse el fenecido compañero, para evitar los riesgos sanitarios de la descomposición, hasta que llegue el momento de que un transbordador traslade el cuerpo de vuelta a la Tierra.
Funerales espaciales
Aunque la NASA no admita que tenga en mente el tema de la muerte de sus tripulantes, en el año 2005 encargó un estudio a una compañía sueca de entierros ecológicos llamada Promessa, para intentar planificar la posibilidad de realizar particulares “entierros” en el espacio. El diseño resultante, que aún no fue probado en la vida real, se llamó The Body Back. Esencialmente, la idea de este proyecto es la de congelar y secar el cuerpo y luego reducirlo a un compacto residuo para almacenar en algún rincón de la nave.
Como lo demuestra su página oficial, Promessa, propiedad de Susanne Wiigh-Masak y Peter Masak, utiliza en Tierra nitrógeno líquido para el proceso de congelamiento del cuerpo. Pero en el espacio, el sistema sería otro.
Primero, de acuerdo con lo que describe el sitio Vice, el cuerpo se pondría en una bolsa especial fabricada con Gore-Tex -un material impermeable y que soporta bajas temperaturas- que se puede inflar. Luego, se procedería a realizar una ceremonia funeraria para que los astronautas despidieran a su compañero. Incluso, el velatorio podría ser transmitido para los familiares en la Tierra.
Más tarde, desde una exclusa de la nave, un brazo robótico sostendría la bolsa con el cadáver en el vacío -aproximadamente a 270 grados bajo cero- el tiempo suficiente, alrededor de una hora, hasta que se congelara por completo y se volviera quebradizo. Entonces, el mismo brazo metálico comenzaría a vibrar hasta que el cuerpo se rompiera en pequeños restos, equivalentes a las cenizas de una cremación.
Luego de este proceso, llamado liofilización, los restos del navegante se deshidratarían y, con un peso de alrededor de 22 kilos, podrían guardarse en la nave o ser transportados fuera de ella hasta que llegue el momento de retornar a la Tierra, donde los restos serían regresados a los familiares del astronauta. Pero la idea de Promessa no pasó aún de ser un prototipo muy preliminar.
“Con este proyecto, en realidad, solo estábamos mirando las condiciones previas que ellos saben que existen en el espacio y tratando de encontrar algunas opciones. Sé que la NASA seguirá investigando hasta 2030, así que hay tiempo”, dijo Wiigh-Masak.
Morir en Marte
Finalmente, otro de los momentos en que podría producirse un desenlace fatal es durante alguna de las etapas de ocupación o estadía en Marte. En este caso, y si la decisión fuera que el cuerpo quedase para siempre en el distante planeta rojo, lo más importante sería evitar la contaminación que los restos podrían provocar en tierras marcianas.
Los Rovers que exploran Marte y las naves son estrictamente desinfectados antes de emprender el viaje, para no trasladar microbios terrestres a dicho planeta. Por ello, es de esperarse que si un humano falleciera en la misión marciana y fuera simplemente enterrado allí, sus bacterias y otros microorganismos podrían allí producir efectos nocivos. Por ello, la recomendación de la NASA para estos casos sería la cremación, tal como le informó a Pop Science Catherine Conley, de la Oficina de Protección Planetaria de la agencia espacial.
Hasta ahora, estas son todas versiones hipotéticas de lo que podría suceder. Representan la contracara cruda de las conquistas espaciales, que traerán consigo esperanza para la humanidad, pero también su inevitable cuota de dolor.