Los rituales ancestrales, cada vez más convocantes
Atraen a personas desencantadas de la psicología convencional
NAZCA, Perú.- La tradición chamánica convoca a una creciente peregrinación de iniciados y curiosos de todo el mundo. Cargadas de cierta mística sesentista, las ceremonias sanadoras y energizantes son vistas como alternativa por los desencantados de la psiquiatría, la psicología y la medicina convencionales.
La cosmovisión indígena comparte poco con la mirada racionalista occidental. Los universos físico, mental y emocional están absolutamente unidos, pero esta integración se extiende a la naturaleza, a la que cada uno está ensamblado desde una dimensión espiritual.
"Nosotros creemos en los espíritus que están en toda la naturaleza, de la que formamos parte. Cuando rompemos el equilibrio con ella, nos enfermamos. Por eso realizamos ceremonias para recuperar ese equilibrio", explica el chamán peruano residente en Buenos Aires Oscar Campos, cuyo nombre indígena es Jampikamayoc, que significa "el que cura con hierbas sagradas".
La enfermedad como ruptura de esa armonía natural es un concepto central de los ritos de sanación chamánica, herederos de la sabiduría ancestral indígena. Este hecho no es ajeno a la mirada de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que define a los tratamientos con plantas medicinales como la expresión más popular de la medicina tradicional indígena. De ella, destaca valores que coinciden con el paradigma de salud sostenido por el preámbulo de su constitución: el estado de bienestar físico, mental, social.
"Esta definición va más allá del paradigma biomédico occidental tradicional, que trata el cuerpo, la mente y la sociedad como entidades distintas, y refleja un concepto más holístico de la salud. Los pueblos indígenas tienen un concepto similar de la salud, pues el bienestar es la armonía entre los individuos, las comunidades y el universo", afirma un documento de la OMS, cuyo director ejecutivo propuso sumar el bienestar espiritual a los factores que promueven la salud.
Tal es el poder que para la concepción indígena tiene la armonía con los otros, que un ritual de sanación por una enfermedad grave exige la presencia de familiares, vecinos y amigos, que participan en las oraciones, los mantras y las danzas dirigidos por el tambor del chamán. Ceremonias que en lenguaje ancestral se dirigen a los espíritus de la naturaleza, para que eliminen el mal y convoquen el bien, pero que cuentan con la red de sostén que le da un apoyo emocional al enfermo.
"Las terapias de familia, que hoy son tan comunes en los tratamientos psicológicos, la cultura indígena los realiza desde hace siglos", se enorgullece Jampikamayoc.
Integración holística
"Venimos de la tierra y debemos vivir en equilibrio con ella", comenta el chamán Félix Quispesarmiento, de Nazca. Y el médico francés Jacques Mabit, director del Centro Takiwasi de Tarapoto, en el corazón de la selva peruana, refuerza: "Somos un microcosmos en unidad con el macrocosmos; cada uno debe encontrar su orden interno en armonía con el orden trascendental".
Mabit insiste: "El esquema occidental se niega a considerar la dimensión trascendental o espiritual de la vivencia humana". Y acusa a la psiquiatría clásica de abusar de la prescripción de psicofármacos que sólo se ocupan de la química cerebral, en un intento por "borrar todo malestar sin acceder a su significado profundo". Y alerta: "La desaparición del sufrimiento físico y psíquico se paga con la desaparición del acceso al sentido de la vida, alimentando el mito de la felicidad química".
En su opinión, éste es el motor de la caravana de occidentales que se zambullen en los secretos chamánicos para "ir al encuentro consigo mismos, en un intento legítimo de reapropiación de la libertad individual de acceso a su propia conciencia".
La revalorización de estas prácticas se repite en toda la América indígena. En Perú, aparece también la resistencia a renunciar a centenares de plantas con potencial terapéutico, que los chamanes convierten en brebajes "sagrados".
"En el mundo industrializado, se expande la ideología de la vuelta a la naturaleza y existe una cierta desconfianza en el valor de los productos de la industria farmacéutica. Debido a ello, la demanda mundial de plantas medicinales ha experimentado un crecimiento inusitado", informa un documento del Instituto Interamericano de Derechos Humanos de Costa Rica.
Cada chamán conserva sus fórmulas secretas, que arrastran siglos de experiencia empírica. Pero la bisagra que liga la química terrenal con la espiritualidad son las plantas con poder alucinógeno. La ayahuasca en los Andes y el cactus San Pedro en la costa son dos plantas potentes y controversiales. La tradición indígena las considera purificadoras en términos físicos y espirituales, pero no pueden ser utilizadas por todos, ni en cualquier circunstancia.
Neochamanismo comercial
- Mabit reconoce un lado oscuro al fenómeno: "Hay una tendencia consumista y mientras muchos salen en busca de respuestas auténticas, otros consumen plantas sagradas y chamanismo como algo más para probar", estimulando la aparición de un "neochamanismo comercial" poco serio y riesgoso, que desvirtúa las prácticas ancestrales.