Los padres de chicos bajitos, muy atentos al "efecto Messi"
Interés por el tratamiento que recibió el astro
MADRID.– Desde que al futbolista Lionel Messi lo llamaban "la Pulga", en un equipo infantil argentino de Rosario, han pasado años. Pero su éxito en el fútbol y el interés por la historia de ese chico casi diminuto que maravillaba a los que lo veían hacer magia con la pelota frente a niños más altos que él, familiarizó a sus seguidores con dos términos: déficit y hormona de crecimiento.
A lo mejor no tienen muy claro en qué consiste esta patología, pero el caso Messi popularizó la existencia de una hormona que se genera en la hipófisis (glándula situada en la base del cerebro), cuya misión principal es ocuparse de que crezcamos, aunque también interviene en procesos metabólicos que tienen que ver con la construcción del organismo.
Messi hace años que dejó atrás el tratamiento (de entre 3000 y 12.000 euros anuales) que hizo viajar a Barcelona a su padre. Hoy considera que "es un asunto médico normal que no quiere convertir en un circo mediático", en palabras de Rodrigo, su hermano. Sin embargo, padres con niños de baja estatura se acercan a los especialistas y preguntan si sus hijos no deberían recibir la misma terapia, aunque el fármaco tiene indicaciones muy precisas y su uso indebido puede provocar serios problemas de salud.
Es muy probable que el futbolista desconozca que para uno de cada cada 10.000 niños menores de 14 años compartir con su ídolo el mismo problema médico supone saber que su vida podrá ser normal y minimiza un tratamiento que exige una inyección diaria antes de acostarse.
Fernando midió al nacer casi lo mismo que su hermana mayor. Sin embargo, a los cuatro años, Teresa, su madre, observó en él algo que le pareció raro: los rasgos de su cara se mantenían demasiado infantiles y ¡la ropa de temporada le servía de un año para otro! Las consultas con el pediatra siempre tenían la misma respuesta: "El niño está sano, vaya observándolo".
Fue el comentario de una amiga lo que la puso en alerta: "¡Hay que ver qué bien habla este niño para lo pequeño que es!" La frase desató carcajadas entre las hermanas, que sabían que el pequeño tenía ya seis años, pero también empujó a su madre a buscar un especialista.
María Teresa Muñoz, presidenta de la Sociedad de Pediatría de Madrid y Castilla-La Mancha, coincide con otros especialistas en que el diagnóstico de talla baja patológica exige recorrer un camino: "Del 100% de las consultas de talla baja, el 95% de los niños son normales. Sólo un 5% se pueden considerar patológicas, debido a un déficit de hormona de crecimiento, a la existencia de un tumor o por problemas derivados de la cirugía o traumatismos".
Lo primero que se debe hacer, según la doctora, es pesar y medir al niño, y comprobar que su altura esté por debajo de -2 desviaciones para las curvas de crecimiento que utilizan los médicos. Después hay que valorar durante seis meses la velocidad de crecimiento y si se sitúa también por debajo del percentil 10 (es decir, de 100 niños de su misma edad, 90 son más altos que él). Si existe, además, un retraso en la maduración de los huesos, es el momento de realizar pruebas específicas.
Sólo hace falta darse una vuelta por Internet para encontrar numerosos foros en los que la pregunta recurrente es: "¿Puedo ser más alto usando hormona de crecimiento?".
Itxaso Rica, jefa de endocrinología pediátrica del hospital de Cruces en Bilbao, comenta que el tema de la altura "se vive hoy de una forma muy distinta de hace 20 años por la presión social y la asociación del aspecto físico con el éxito. Los padres deben saber que el crecimiento es variable según la edad, pero si se diagnostica una deficiencia, empezar el tratamiento cuanto antes juega a favor".
Desde 2003, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, según sus siglas en inglés) de los Estados Unidos permite la administración de hormona de crecimiento en todos los casos de talla baja idiopática, aquella en la que no se encuentran causas patológicas.
Pero su equivalente europea, la Agencia Europea para la Evaluación de Productos Medicinales (EMEA, según sus siglas en inglés), mantiene esta posibilidad en estudio.
¿El motivo? Intereses comerciales y económicos aparte, en casos de insuficiencia, el tratamiento es sustitutivo y "teóricamente implica poco peligro", explica Juan Pedro López Siguero, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica. "Pero cuando los niveles de GH son normales, se cuestiona correr riesgos innecesarios y el elevado coste-beneficio del tratamiento. Lo que es urgente es incorporar nuevos criterios a un sistema de diagnóstico cuyas pruebas se han quedado obsoletas porque no han cambiado en más de 40 años y unificar las pautas científicas de los comités de cada autonomía que son los que controlan la autorización de los tratamientos".
A mediados de los años noventa se empezó a difundir la idea de que el envejecimiento poco menos que se podía curar con cócteles de hormonas y suplementos.
Sin embargo, Antonio Ayala, investigador y miembro de la junta de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad, es rotundo: "Nada más lejos de la realidad", afirma. Diferentes estudios demostraron que puede provocar más daños que beneficios. Si bien es cierto que en los adultos mantiene el tono muscular, el volumen de los tejidos y el buen aspecto de la piel, también aumenta el riesgo de padecer cáncer si se administra en individuos con niveles normales.
"No tenemos mucho margen para intervenir sobre el envejecimiento, pero sí podemos hacer que se retrasen las pérdidas que se producen en con el paso de los años -explica-. Es cierto que con la administración de hormona de crecimiento el efecto a corto plazo es sorprendente, los michelines desaparecen, la masa muscular mejora?, pero a largo plazo aumenta la proliferación celular".