Los animales tienen emociones, pero no sentimientos
Es porque carecen de autoconciencia
A menudo se dota a los animales de sentimientos, similares a los humanos. Los expertos en el tema, sin embargo, admiten que los animales experimentan emociones, pero no sentimientos. Al menos, no en el sentido que las personas les otorgamos. Según un artículo publicado por el diario italiano Il Corriere della Sera, durante un seminario organizado recientemente en Washington, Estados Unidos, por la Asociación Smithsoniana, distintos especialistas debatieron en torno de la cuestión.
"Puedo no probar que otro ser humano experimenta un sentimiento de tristeza o felicidad -dijo Marc Bekoff, biólogo de la universidad norteamericana de Colorado-. Pero puedo deducir cómo se siente a partir de su lenguaje corporal y la expresión de su rostro". Lo mismo, en su interpretación, vale para los coyotes y los zorros, cuyo comportamiento estudia Bekoff. Para Danilo Mainardi, etólogo italiano, sólo sería posible hablar de sentimientos entre aves y mamíferos. Dice que los organismos superiores no funcionan sin base emotiva. Pero acepta que no es fácil de demostrar, porque los animales no son conscientes. "Aunque no por indemostrable, podamos decir que no ocurre", afirma.
Uno de las cuestiones más discutidas es que el comportamiento animal excedería las instrucciones que cada especie tiene inscriptas en sus genes. "Pueden incorporar conductas -agrega Mainardi- por experiencia directa o transmitida a través de otros individuos de su especie por vía cultural."
Conducta y cultura
Especialistas argentinos se sumaron a la discusión. "Los animales tienen emociones, no sentimientos -dice Rubén Menztel, médico veterinario y miembro directivo de la Asociación Latinoamericana de Zoopsiquiatría-. Los sentimientos son resultado de la autoconciencia del yo, que sólo ocurre entre los humanos. Sin embargo, sí experimentan una cantidad de emociones que también tenemos nosotros: miedo, agresión, ira, defensa, dolor. En el perro y el gato la mayoría de su repertorio comportamental es aprendido, por reaccionan de manera elaborada."
Mentzel explica que es un error pensar que sienten celos, amor u odio: éstos son sentimientos humanos. "Si un perro se juega la vida por su dueño dice el veterinario no lo hace por amor, en el sentido humano de la palabra, sino por defensa, que es una emoción, no un sentimiento."
El biólogo argentino Alex Kacelnik, profesor de Ecología del Comportamiento del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, Inglaterra, puntualiza que las personas humanizamos el comportamiento de otras especies. "Al observar pájaros -dice- vemos que al oír el pedido de comida de las crías, el padre y la madre se apuran por entrar al nido a alimentarlos. Observamos el comportamiento, pero no la angustia: la idea de que eso les produce angustia es una interpretación nuestra..."
Hipótesis por demostrar
"Que los delfines tienen sentimientos es sólo una hipótesis -dice Hugo Castello, del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia-. Es verdad que estos cetáceos, de acuerdo con su peso corporal, son los que tienen mayor volumen, tamaño y circunvoluciones a nivel cerebral. Pero no hay que extrapolar cultura con sensaciones. Si no, todo es antropomórfico. Hay transmisión de cultura, pero siempre basada en un componente genético."
El licenciado Luis Jácome, jefe de biología del zoológico de Buenos Aires, afirma que "en los últimos años hay esfuerzos por demostrar que los animales piensan, sienten...que son lo más humanos posible. Esto parece destinado a demostrar que vale la pena conservarlos. Es un error. Los animales tienen derecho a vivir por derecho propio. Animales muy simples resuelven de forma muy efectiva lo que es estar vivos. Y, en cambio, la complejidad humana nos llevó a un desastre planetario del cual sólo ahora parecemos tomar conciencia".