Logran bloquear el desarrollo de tumores de hipófisis en ratones
Los conocimientos sobre su fisiología podrían aplicarse a otros tipos de cáncer, como el de mama
Entre un 6 y un 20 por ciento de la población padece de tumores de hipófisis, aunque sólo la décima parte llega a enterarse, porque en un alto porcentaje no dan manifestaciones. Pero si bien rara vez son mortales, pueden causar un sinnúmero de trastornos, como disfunciones sexuales, infertilidad, alteraciones del crecimiento, hipertensión, diabetes o problemas de visión.
Un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN) de la UBA está desentrañando la fisiología de estos tumores y logró inhibir su crecimiento. Estos resultados acaban de publicarse en las prestigiosas revistas Journal of Clinical Investigation, Endocrinology y Proceedings of the National Academy of Sciences.
"En un modelo animal demostramos que si impedimos la acción de las citoquinas , unas sustancias producidas por los linfocitos y también por la hipófisis, los tumores detienen su crecimiento", afirma el doctor Eduardo Arzt, profesor de la FCEyN e investigador del Conicet.
Arzt dirige el Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular de esa facultad, y al frente de su equipo estudia estas proteínas reguladoras del crecimiento celular, entre las que se encuentran las interleuquinas , los interferones y los factores de necrosis tumoral . Las citoquinas actúan sobre las células a través de moléculas que se encuentran en su superficie. Si esas moléculas son inhibidas, la citoquina no puede ejercer su acción.
Una glándula maestra
A pesar de sus pequeñas dimensiones, la hipófisis o pituitaria es la glándula principal de los vertebrados. Está ubicada en la base del cerebro y las hormonas que secreta controlan el funcionamiento de casi todas las demás glándulas endocrinas del organismo. Entre otras, produce la hormona de crecimiento, la estimulante de la tiroides, la adrenocorticotrofina (ACTH), que controla la actividad de la glándula suprarrenal, y la prolactina, que inicia la secreción mamaria durante la lactancia. También produce hormonas sexuales.
Los tumores de hipófisis son específicos de cada tipo de célula secretora, y según cuáles sean las afectadas generan un exceso en los niveles de una determinada hormona. Cuando el problema está en las células que producen hormona de crecimiento, la consecuencia es la acromegalia, que consiste en el desarrollo excesivo de manos, pies y mentón. El tumor de las células secretoras de ACTH causa el síndrome de Cushing , caracterizado por el engrosamiento del cuello. Otro de los tumores más comunes es el prolactinoma , que produce un exceso de prolactina. Estas enfermedades suelen tratarse mediante la extirpación del tumor, pero ello puede provocar trastornos debidos a la carencia de la hormona secretada por esas células. Por eso, diversos laboratorios en el mundo buscan drogas específicas.
Los investigadores argentinos se plantearon la hipótesis de que la clave podría estar en las citoquinas. Por un lado, inyectaron en ratones un tumor de células productoras de hormona de crecimiento mientras otro fue trasplantado con células a las que se les había bloqueado la puerta de entrada para la acción de las citoquinas. ¿El resultado? Las células bloqueadas no produjeron el tumor, mientras que las otras comenzaron a dividirse en forma descontrolada.
"De este modo mostramos que las células en las cuales las citoquinas no podían actuar eran incapaces de desarrollar el tumor", explica Arzt.
El equipo de Exactas trabaja en colaboración con investigadores del Instituto Max Planck, de Alemania, y cuenta con subsidios de ese país.
Drogas preventivas
Cuando la hipófisis produce una secreción descontrolada de adrenocorticotrofina (ACTH), se produce aumento de glucocorticoides. Este exceso da lugar al síndrome de Cushing, caracterizado por un depósito anormal de grasa en el cuello, hipertensión y problemas psicológicos. Hasta ahora no tiene tratamiento farmacológico.
Los investigadores argentinos junto con sus colegas alemanes aplicaron ácido retinoico, un derivado de la vitamina A, en células tumorales humanas y observaron que inhibía la proliferación. Asimismo efectuaron pruebas en ratones. "Pudimos determinar que el ácido retinoico previene el Cushing en animales", asegura Arzt.
Habitualmente, esta enfermedad se trata extirpando las células secretoras de ACTH, pero la falta total de esa hormona da lugar a desórdenes inmunológicos: un trabajo publicado en The New England Journal of Medicine mostró que un alto porcentaje de los pacientes operados de Cushing desarrolla enfermedades autoinmunes.
El conocimiento del complicado mecanismo por el cual las sustancias estimuladoras de la proliferación celular así como las inhibidoras entran en las células y ejercen su acción permitirá, en un futuro no muy lejano, actuar de manera específica abriendo o bloqueando las puertas de entrada a la célula y, de este modo, prevenir o controlar el desarrollo de tumores.