La vida terrestre pudo haber viajado a Venus a bordo de un asteroide
Si llega a existir realmente vida en Venus, es muy probable que la misma haya llegado hasta allí desde la Tierra, a bordo de un asteroide que recogió microbios de lo alto del cielo de nuestro planeta.
La semana pasada, un grupo de investigadores anunció la detección del gas fosfano o fosfina, una sustancia que supone indicios de vida en la atmósfera de Venus, a una altura donde las temperaturas y las presiones son similares a las del nivel del mar en la Tierra.
Hay reacciones químicas exóticas que pueden generar la fosfina y que no tienen nada que ver con la vida. Pero también es posible que este gas, de olor fuerte a ajo y cuya molécula está conformada por un átomo de fósforo y tres de hidrógeno, esté siendo producido por microbios que flotan en las nubes de ácido sulfúrico de Venus.
Estos microbios, si es que existen, podrían ser parte del árbol genealógico de la vida en la Tierra. Después de todo, mucho material de nuestro planeta llegó a Venus durante eones (miles de millones de años): trozos de estructura planetaria que fueron lanzados al espacio por impactos de cometas o de asteroides y terminaron atrapados en el área gravitacional venusina.
Siguiendo esta lógica, muchas especies de microbios son increíblemente resistentes, por lo que no sería descartable que algunas de ellas pudieran haber sobrevivido intactas al viaje interplanetario, según dicen los astrobiólogos en su informe.
Pero también es posible que el traslado de los microbios no se haya producido por un impacto que lanzó al espacio partes de la estructura terrestre. También pueden haber llegado desde la tierra hasta el segundo planeta más próximo al Sol con la ayuda de algún cuerpo celeste que rozó la Tierra, como sugieren Amir Siraj y Avi Loeb, de la Universidad de Harvard en un nuevo estudio que difundió el sitio especializado en astronomía Space.com.
Asteroides que llevan y traen microbios
Siraj es un estudiante de Harvard y Loeb dirige el departamento de Astronomía del Centro de Astrofísica de dicha universidad. Para expresar la idea de que los microbios pueden viajar por el espacio a través de asteroides, ellos se inspiraron en un meteoro que en julio de 2017 iluminó los cielos de Australia. Esa bola de fuego pasó por la atmósfera superior de la Tierra durante 90 segundos y luego reanudó su viaje a través del espacio profundo.
A los investigadores se les ocurrió que estos asteroides que rozan la Tierra podrían potencialmente transferir vida desde nuestra atmósfera a otros mundos que giran alrededor de otras estrellas. Su argumento fue publicado en el mes de abril en el sitio del Centro Nacional de Investigación de Tecnobiología (NCBI). De hecho, Loeb tiene como tema recurrente de sus investigaciones cómo la vida podría pasar de un planeta a otro, una idea conocida como panspermia.
El citado meteoro de julio de 2017 posiblemente recolectó alrededor de 10.000 colonias microbianas durante su tiempo en nuestro cielo y las transportó a diferentes partes del universo, dijeron los investigadores.
Después de que se anunció el hallazgo de fosfina en Venus, el dúo de científicos puso el enfoque de su cálculo sobre las posibilidades de transporte de microbios desde la Tierra hacia dicho planeta.
Así llegaron a la conclusión de que, durante los últimos 3700 millones de años, al menos 600.000 rocas que se sumergieron en la atmósfera superior de la Tierra, probablemente golpearon Venus, después de pasar menos de 100.000 años en el espacio profundo. Un período de tiempo que los microbios en muchos casos pueden resistir.
Y los números del tránsito de estos cuerpos celestes entre ambos planetas son aproximadamente los mismos en el sentido opuesto, de Venus a la Tierra, lo que también sugiere que la vida podría haber saltado a la Tierra desde las rocas que pasaron rozando Venus.
"Este mecanismo potencialmente viable para transferir vida entre los dos planetas implica que si existe vida venusina, su origen puede ser fundamentalmente indistinguible del de la vida terrestre", escribieron Siraj y Loeb en el nuevo estudio, que acaban de enviar a The Astrophysical Journal Letters.