"La psicología siempre ha sido muy temerosa de las otras ciencias"
Lo dijo el profesor Juan Carlos Seguí, experto en neuropsicología del lenguaje
"No sé si he formado a mis estudiantes en neurociencias o en psicología, porque en último término no tiene demasiada importancia la etiqueta administrativa dada por la universidad", dice el profesor Juan Carlos Seguí, psicólogo argentino, director durante diez años del Laboratorio de Psicología Experimental del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia. Y agrega: "Hoy hay una fusión total entre la psicología y las neurociencias".
Su larga experiencia sobre el puente que une ambas disciplinas es la que decidió su invitación al Primer Simposio "Neurociencia en la UB: un diálogo necesario", organizado por el Curso de Posgrado "Neuropsicología: un enfoque neuropsiquiátrico" de la Universidad de Belgrano (UB). Minutos después de su conferencia, este estudioso de la neuropsicología del lenguaje dialogó con LA NACION.
-¿Qué mirada de los procesos mentales del comportamiento aporta el entrecruzamiento de la psicología con las neurociencias?
-La psicología cognitiva se desarrolló a partir de una aproximación puramente funcional, sin recurrir al estudio de las bases cerebrales del funcionamiento cognitivo. Asimilábamos de alguna manera el funcionamiento cognitivo de las computadoras, ya que en último término los seres humanos como las computadoras son sistemas de manipulación de símbolos. Esto hizo que la psicología cognitiva se alejara del estudio de las bases biológicas del funcionamiento cognitivo, diciendo: lo que nos interesa de alguna manera es el software y no el hardware. Pensando que se puede hacer una buena psicología ignorando todo del funcionamiento cerebral.
Esa situación ha cambiado de manera radical por razones no solamente de evolución teóricas, sino por razones esencialmente tecnológicas. La posibilidad de disponer de la tecnología proveniente de las neurociencias, como las imágenes cerebrales, hace que la puesta en correspondencia entre los cuadros teóricos de la psicología y aquellos de las neurociencias se hace mucho más factible. Entonces, todo el problema en último término consiste en establecer el buen nivel de análisis. Es decir, establecer un puente entre los conceptos y las categorías de la psicología, y los de las neurociencias. Y esto hace que todo de lugar a un trabajo esencialmente interdisciplinario.
-El estudio de las capacidades cognitivas ha estado muy asociado al estudio de lo patológico. ¿Hoy con las neuroimágenes se puede cambiar este abordaje?
-Sí, pero eso no quiere decir que disciplinas como la psicopatología o la neuropsicología están destinadas a desaparecer. Efectivamente, ellas constituían una de las fuentes principales de datos que permitían ligar la organización cerebral a la organización cognitiva. En Francia, en particular, había una muy fuerte tradición de decir: estudiemos los sistemas cuando tengan problemas de funcionamiento, porque si funcionan bien no vamos a aprender mucho observándolos.
Cuál es la ventaja ahora de las técnicas de imágenes cerebrales. No nos hace falta recurrir a casos de pacientes. Lo ideal ahora es poder hacerlo con sujetos perfectamente sanos. Confrontarlos a la realización de la tarea de la que conocemos bien qué capacidad exige y ver en vivo y en directo cuáles son la estructuras cerebrales que se activan y en qué orden se van activando.
-¿El uso de neuroimágenes sin un marco teórico detrás no está dando lugar hoy por hoy a muchos estudios de dudosa utilidad?
-Sí, absolutamente. Cuando se crearon estos sistemas mucha gente pensaba que era suficiente observar las modificaciones de la actividad cerebral mientras un sujeto realiza una tarea. Pero es evidente que la simple observación de las modificaciones cerebrales durante la realización de las tareas cognitivas, si uno no tiene un modelo teórico de la capacidad cognitiva en cuestión, es totalmente inútil. Seguro que vamos a poder presentar datos, porque son lindas las imágenes cerebrales, incluso artísticamente los colores que se utilizan para eso son atrayentes. Pero vamos a presentar datos totalmente ininterpretables.
Quizás ahora, con el paso del tiempo y por la competición que se instala, las cosas comienzan a cristalizarse. Pero efectivamente ha habido esta idea loca de decir: vamos en poco tiempo a leer el pensamiento de las personas observando las activaciones cerebrales.
-¿Cómo cree que va a modificar a la psicología la interrelación de disciplinas?
-Pienso que va a modificar bastante radicalmente la concepción que los psicólogos tienen de su disciplina. Una de las características de la psicología es que siempre ha sido una ciencia muy temerosa de las otras ciencias. No vaya a ser cosa que los neurocientíficos se roben el tema de trabajo. Creo que hay que aceptarlo como un desafío: si yo puedo explicar un fenómeno que considero psicológico en base a datos provenientes de una disciplina como las neurociencias, no puedo negarme a esa explicación, porque es una manera normal de hacer ciencia.
Yo pienso que las neurociencias viene na complementar de manera extraordinaria la psicología. Estoy convencido de que la tecnología de las neurociencias va a tener para la psicología el mismo impacto que tuvo el microscopio para la biología. Va a modificar radicalmente la manera de ver las cosas.