La leche materna es el mejor alimento para el bebe
La lactancia debe ser única fuente de nutrientes durante los seis primeros meses
Recostado sobre el vientre de su mamá, cualquier recién nacido buscará espontáneamente lo que más desea: la teta. Lo dice la naturaleza y lo confirman los médicos. Digna de ser incluida entre las maravillas del mundo, la leche materna es, en la Argentina, el alimento elegido por el 70% de las madres para sus bebes.
"No contamos con estadísticas definitivas, pero estimamos que ése es el porcentaje de mamás que amamantan", explica la doctora María Luisa Ageitos, responsable del área de salud de Unicef. Según la especialista, en los últimos diez años las madres tomaron conciencia de la importancia de amamantar a sus hijos.
"Tenemos 33 "hospitales amigos" (los que cumplen con la prioridad de respetar esta necesidad de la madre y el bebe), además de otros 22 haciendo grandes esfuerzos en pro de la lactancia." Sin embargo, "estamos lejos de cumplir con la meta que plantean la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP): hasta los seis meses de vida, el pecho materno debe constituir la única fuente de alimento del bebe".
Aquí, sólo el 15% de las mujeres cumple con esta indicación. "En Chile, donde la gente está más predispuesta a atender estos consejos, la cifra llega al 50%", dice Ageitos.
"Se amamanta, pero la duración de la lactancia es breve teniendo en cuenta que la OMS la recomienda hasta los dos años, con la incorporación de alimentos complementarios a partir de los seis meses. No hay cifras completas sobre el momento del destete, pero creemos que en promedio no supera el año", agrega la doctora Mónica Waisman, presidenta de la subcomisión de lactancia materna de la SAP, jefa de promoción y protección de la salud del hospital materno-infantil Ramón Sardá y consultora internacional en lactancia.
Pocas indicaciones médicas cuentan con tanto fundamento como el que sostiene la bandera de la leche materna: protección contra infecciones, diarreas y todo tipo de enfermedades, alimentación completa que no puede ser igualada por ninguna leche de fórmula y hábito que fortalece el vínculo con la madre son sus atributos más destacados.
Para Unicef, si todos los bebes del mundo fueran alimentados hasta los seis meses en forma exclusiva con leche materna se evitaría un millón de muertes anuales.
Las madres que amamantan mejoran la absorción de calcio en su organismo, recuperan más rápido la silueta, disminuyen su riesgo de padecer osteoporosis y cáncer genital. Además, los beneficios de la leche materna no sólo son instantáneos. Un trabajo publicado por la revista The Lancet en febrero de este año presenta un ejemplo contundente: los chicos alimentados con leche materna tienen menos riesgo de sufrir hipertensión en la adolescencia.
Tras estudiar 216 bebes prematuros de cinco unidades neonatales del Reino Unido, el doctor Alan Lucas comprobó que los niveles de tensión arterial entre los 13 y los 16 años eran más bajos en los que habían sido alimentados con leche materna que en aquellos a los que se les había dado leche de fórmula. "Está comprobado que las personas que han sido amamantadas presentan menos riesgos de padecer patologías que involucran mecanismos autoinmunes, como la diabetes tipo I o la enfermedad de Crohn", agrega Waisman.
Y siguen las firmas cuando se lee en las revistas internacionales una larga lista de autores que rescatan nada menos que la virtud de favorecer el desarrollo intelectual y cognitivo en la infancia y la adolescencia.
Costumbres argentinas
Té, juguito de zanahoria, agua, mamaderas con leche de fórmula. La sabiduría de las abuelas argentinas tuvo y tiene sus deslices: esta vieja tradición de agregar nutrientes a la dieta del bebe explica, en parte, el bajo índice de exclusividad de la leche materna. Las pediatras afirman que agregar bebidas o alimentos antes del sexto mes está absolutamente contraindicado. ¿Y si hace mucho calor? No, sólo teta. ¿Y si al principio no se prende? Tampoco. ¿Y si llora demasiado? No, no y no.
Excepto las madres portadoras del HIV, que deben conversar con sus médicos acerca de las contraindicaciones del amamantamiento, las especialistas remarcan que la leche materna es la respuesta a todos estos interrogantes y que el agregado de bebidas es peligroso: "Los biberones son vehículos potenciales de infecciones. Además, como la producción de leche materna es reflejo exacto de la demanda, cuando el lactante toma menos esa producción disminuye", afirma Ageitos. Por otra parte, "estos nutrientes pueden interferir en la absorción de los de la leche materna, además de desencadenar alergias alimentarias", completa Waisman.
Aunque, como explica Ageitos, "el 60% de las mujeres argentinas no trabaja fuera del hogar, lo que facilita la lactancia, las que sí lo hacen (sobre todo las que trabajan en negro) tienen pocas posibilidades de que se respete su derecho a amamantar". Una razón más para explicar algunos casos que quedan fuera del 15%.
De todos modos, en la Argentina el derecho a amamantar goza de protección constitucional. Pero para Waisman, "no siempre se le garantizan a la madre la reducción horaria, las pausas para el amamantamiento o una guardería cercana al trabajo".
Desde el punto de vista médico no vale, dicen las expertas, dar espacio a los argumentos que acusan al pecho materno de crear dependencia si el bebe toma leche más allá del año. "Al contrario: cuanto más tome, mejor. La teta de la mamá le da seguridad. Y eso es bueno en la infancia y en la adultez", asegura Ageitos.
Cada mamada es una verdadera fiesta: al comienzo la leche es aguada y satisface la sed; en el final, en cambio, quintuplica su carga de grasas. El destete -que comienza cuando se agregan los alimentos que indique el pediatra y termina con la mamada final- debe ser paulatino.
El fin de fiesta está auspiciado por la llamada leche de regresión, que aporta más anticuerpos que la de los primeros tiempos, garantizando un depósito de buenas reservas. De nutrientes, claro. Y de amor, siempre.
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