La demencia que puede aparecer a los 40
A diferencia del Alzheimer, la demencia frontotemporal surge con más frecuencia entre los 40 y los 60 años; se estima que unas 100.000 personas la padecen; testimonios de médicos y familiares de pacientes
"Doctor, ¿quiere que le diga un versito?". Dos minutos después. "Doctor, ¿quiere que le diga un versito?" Instantes después. "Doctor, ¿quiere que le diga un versito?". Esta es una reacción típica de un paciente del neurólogo Angel Golimstok, jefe de sección Neurología Cognitiva y Conductual Hospital Italiano. Y aporta otro ejemplo: "Una mujer obsesionada por la salud de sus hijos un día llena la heladera de 40 yogures y le explica al marido que lo hace porque es importante que los chicos consuman calcio".
Los pacientes con demencia frontotemporal tienen una degeneración de las células nerviosas, sobre todo aquellas que se encuentran en los lóbulos frontales y temporales del cerebro. "Esta enfermedad empieza generalmente por lo conductual y luego avanza hacia lo cognitivo; una de las principales características de esta etapa es que los pacientes tienen tres o cuatro ideas y las repiten obsesivamente", explica Golimstok. Esto es, les falta flexibilidad mental como para pensar en otros temas.
Según cifras de los especialistas, en la Argentina entre 80.000 y 100.000 personas de entre 40 y 60 años padecen esta enfermedad que, si bien tiene tratamientos para estabilizar a los pacientes, no tiene cura. En general, el 75 u 80 por ciento de los pacientes termina sus días internado porque ya no es suficiente con el cuidado de la familia.
Martha de Rodríguez Estévez hace 20 años que convive con la enfermedad de Selesio, su marido. Habla con lanacion.com y se entristece al relatar cómo siente que poco a poco pierde a su compañero. "Muchas veces necesito su palabra, resolver cuestiones en pareja y estoy sola", confiesa. "El médico me dice que va a terminar internado o yo me voy a enfermar, porque él quiere estar casi todo el tiempo conmigo, entonces una se va encerrando, salís poco". Y cuenta una infidencia: para recibir a lanacion.com se sintió rara porque se arregló y hasta se pintó los labios. "Antes de que lo sacaran esta tarde a caminar me dijo que estaba muy linda".
Vuelve a emocionarse. Una de las ideas que él reitera siempre tiene que ver con lo que siente por Martha: siempre le dice cuanto la quiere y lo importante que ella es en su vida; también conversa sobre episodios de su infancia, que repite hasta el cansancio. En esos mundos se mueve. "Estar con él es un misterio", concluye de Selesio, su compañero de toda la vida.
En la demencia frontotemporal se perjudican células que se encuentran en lóbulos del cerebro que controlan el juicio y el comportamiento social, de allí que las personas con demencia frontotemporal a menudo tengan problemas en mantener interacciones personales normales y ceñirse a las normas sociales convencionales, también suelen volverse cleptómanos o tener conductas sociales rudas o poco apropiadas por la desinhibición que padecen. Otros síntomas incluyen la pérdida del habla y del lenguaje, conducta compulsiva o repetitiva, aumento del apetito y y problemas motores tales como la rigidez y problemas de equilibrio. También puede haber pérdida de la memoria y síntomas psiquiátricos como delirio y alucinaciones auditivas.
Por todo este cuadro, Fernando Taragano, especialista del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas Norberto Quirno, explica que una de las grandes tragedias de esta enfermedad es el impacto en la calidad de vida del paciente y de la familia.
Pero ¿por qué aparece esta demencia cada vez más extendida? El origen es múltiple. "Entre el 20 y el 30% surge por cuestiones genéticas", dice. Y apunta: si bien el estrés no es causante del desarrollo de esta enfermedad, puede acelerar algunos procesos. El especialista hace hincapié en las formas de prevenirla: "Hay que mantener el cuerpo y la mente activos, al menos con 30 minutos de actividad diaria de ambas cosas", recomienda. Los especialistas resaltan la importancia de estimular el cerebro de tal forma que el resultado sea un incremento de la "reserva cognitiva", es decir, la capacidad de una persona para manejar o compensar los cambios patológicos asociados con la demencia.
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