La cirugía estética no asegura la autoestima
En algunos casos es mejor ir al psicólogo
"Después de los consultorios de los psiquiatras y de los psicoanalistas, el que más pacientes con problemas psicológicos recibe es el del cirujano plástico", asegura el doctor José Juri, profesor de cirugía plástica de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Juri comentó así un reciente estudio en el que se demostró que las mujeres que se implantan prótesis mamarias presentan un riesgo tres veces mayor de cometer suicidio que aquellas que no recurren a esa intervención.
Investigadores del Centro Médico Universitario de Utrech, en Holanda, llegaron a esa conclusión tras comparar las tasas de mortalidad de 3521 mujeres, de entre 15 y 69 años, que recibieron un implante mamario entre 1965 y 1993l. Los resultados del estudio se publican hoy en la prestigiosa revista British Medical Journal.
"Dado el hecho de que ya ha sido bien documentado el vínculo entre ciertos desórdenes psiquiátricos y el deseo de someterse a una cirugía estética, este riesgo aumentado de suicidio quizá refleje una mayor prevalencia de psicopatologías en estas pacientes y no una asociación causal entre implantes mamarios y suicidio", escribió la autora principal del estudio, la epidemióloga Verónica Koot, del citado centro médico.
"Al evaluar a las candidatas a operaciones de implantes mamarios, los cirujanos deberían estar atentos a la presencia velada de signos que delatan problemas psiquiátricos o psicológicos -sugirió la doctora Koot-. Si las mujeres tienen un problema de este tipo y se les colocan implantes de mama, aun así seguirán teniendo ese problema."
El implante de prótesis mamarias con el fin de aumentar el volumen del busto es una de las operaciones de cirugía estética más requeridas por las mujeres de todo el mundo. En la Argentina, se estima que se realizan aproximadamente 1500 por año.
Autoestima en baja
"Muchas personas, cuando están angustiadas y no saben cómo canalizar esa angustia, acuden al cirujano plástico para ver si con una cirugía pueden encontrarse mejor, valorarse más y aumentar la autoestima -comentó el doctor Juri-. Pero la autoestima es algo más profundo, que no pasa por el volumen de los senos o por el tamaño de la nariz."
En otros casos, detrás de esa demanda por mejorar alguna característica corporal puede esconderse algo más que una autoestima en baja. A veces, de lo que se trata es de un cuadro denominado dismorfofobia , relacionado estrechamente con el llamado trastorno obsesivo-compulsivo.
"La dismorfofobia es aquel cuadro límite, cercano a ideas delirantes, por el que las personas tienen la convicción de que algo en su cuerpo es disarmónico; están convencidos de ello y lo ven así, aunque no sea real", explicó el doctor Andrés Flichman, médico psiquiatra y vicepresidente de la asociación Ayuda (011 4822-9966).
"Como psiquiatras tenemos el deber de informar a los médicos clínicos y a todos los que trabajan en atención primaria sobre la existencia de estos cuadros", agregó.
Pero así como hay pacientes hipocondríacos que de tanto insistir en que están enfermos cuando no lo están logran ser operados de una afección imaginaria, lo mismo sucede a veces con personas con dismorfofobia que convencen a cirujanos plásticos poco entrenados en cuestionas ajenas al quirófano de que es imperante, por caso, aumentar el volumen de los senos.
"Cuando estas pacientes son sometidos a cirugías plásticas, suelen aparecer los problemas -señaló Flichman-. Es altamente probable que el cuadro empeore, en la medida en que la persona espera que la cirugía alivie su sufrimiento, que está más relacionado con una psicopatología que con un problema estético."
De allí que muchas de estas pacientes decidan enjuiciar al cirujano por mala praxis, ya que consideran que se les ha realizado mal la cirugía. Otras, tampoco conformes con los resultados, optan por volver al quirófano una y otra vez en busca de que el espejo les devuelva una imagen que está fuera del alcance de la medicina.
Algo más que cirujanos
"Aunque en muchas ocasiones el cirujano puede verse inducido por la presión de la paciente a realizarle una cirugía plástica inadecuada, también a veces entra en juego una cuestión ética y de sentido común: si el médico ve que la persona está reclamando algo que tiene más que ver más con su ideación que con lo que estéticamente puede ver en ella, debería no intervenir", opinó el doctor Flichman.
"Desgraciadamente, muchos cirujanos mal formados operan a cualquier paciente sin importarle cuál es el componente psicológico de esa persona", dijo el doctor Juri.
"Un buen cirujano plástico tiene que tener cierto conocimiento psicológico para saber cuándo no debe realizar una cirugía y, por el contrario, encaminar suavemente a esa paciente al psicoanalista o al psiquiatra para que la ayude -señaló Juri-. Debe poder ubicar a ese ser humano en su contexto psicológico y sociológico para poder encontrar los motivos que lo llevan a querer cambiar su imagen corporal."
A modo de ejemplo, Juri recordó el caso de una joven que acudió a su consultorio con la idea de colocarse un implante tres veces mayor que lo normal. "Ante mi negativa, siguió insistiendo, hasta que finalmente me confesó que su matrimonio peligraba si no se realizaba el implante. Si depende del tamaño de sus senos, le dije, su matrimonio ya está acabado."