Inquietud en la NASA por el Discovery
"Tenemos que admitir que nos equivocamos", dijo Bill Parsons, jefe del programa de transbordadores
HOUSTON y CABO CAÑAVERAL, Estados Unidos.- Tras la euforia que acompañó el despegue del Discovery, la agencia espacial estadounidense debió reconocer ayer su preocupación por la falla en el lanzamiento, luego de minimizarla durante más de 24 horas.
El gran trozo de material aislante que se desprendió del tanque de combustible externo durante el despegue del transbordador Discovery es un problema potencialmente muy grave, por lo que la NASA decidió ayer que no habrá nuevos lanzamientos del transbordador mientras no se resuelva el origen del problema.
Es que, según el análisis de las imágenes del lanzamiento y las tomadas por la tripulación durante la separación del tanque anaranjado, las autoridades del programa de transbordadores reconocieron la misma falla que hace más de dos años sufrió el Columbia y causó su desintegración al regresar a la Tierra.
"Hasta que no hayamos resuelto el problema, no habrá más vuelos", dijo el director del programa de la NASA, Bill Parsons, en una triste conferencia de prensa en el centro de control de la misión en Houston, Texas.
"Tenemos que admitir que nos equivocamos -reconoció al responder sobre si el vuelo era o no totalmente seguro-. Ese trozo de aislante no debió haberse desprendido. Pero ocurrió. Tenemos que hacer algo al respecto."
Para los ingenieros, el trozo de espuma aislante que se desprendió tenía entre 61 y 83,8 centímetros de largo, y entre 25,4 y 35,6 centímetros de ancho, y sólo unos pocos centímetros de espesor.
Pequeñas diferencias
En 2003, un trozo de material similar se desprendió del Columbia al decolar e impactó en un ala de la aeronave. Esto la condenó a la tragedia de febrero de ese año, en la que murieron los siete tripulantes.
Según los expertos de la NASA, en esta oportunidad, el desprendimiento se produjo desde otro lugar de la nave y no la habría afectado. Además, el accidente del Columbia obligó a los ingenieros a rediseñar el tanque para reducir el riesgo de desprendimiento de la espuma aislante.
Pero esto recién podría evaluarse con certeza mañana, cuando el transbordador gire sobre sí y se coloque a 180 metros de la Estación Espacial Internacional (ISS, según sus siglas en inglés) para que fotografíen su parte inferior. A diferencia del Columbia, el Discovery transporta material aislante de reemplazo y la agenda de actividades prevista para la tripulación incluye tareas de control de la estructura y reparación de fallas.
Sin embargo, hasta última hora de ayer, los responsables del programa de transbordadores no se mostraban optimistas sobre una posible solución en el espacio y decidieron activar el plan de emergencia previsto para este tipo de situaciones.
El plan prevé que, de confirmarse que los daños al Discovery son irreversibles, los siete astronautas permanezcan en la ISS, a la que la nave se acoplará hoy, a las 8.18 (hora local). Si hay víveres suficientes, podrían permanecer allí durante un mes y el orbitador Atlantis los recogería en una misión de emergencia.
Sin embargo, la medida de suspender todos los vuelos de los transbordadores pone en duda esa solución.
En el espacio
En tanto, los astronautas continuaron con las maniobras de control de daños en la estructura de la nave. El Discovery desplegó ayer los brazos robóticos de 15 metros, con una telecámara especial, y mediante un sensor láser y cámaras especiales, la tripulación controló si existían rastros de roturas que pudieran representar un peligro en el regreso a la atmósfera terrestre, prevista para el 7 de agosto próximo.
La operación de control duró más de siete horas, como establece una de las medidas de seguridad adoptadas luego de la tragedia del Columbia. Las imágenes exteriores se enviaron directamente a los ingenieros de la NASA, que están analizándolas.
Antes de que se fueran a dormir, los astronautas fueron informados desde el centro de control sobre el estado de situación.
El espacio se cobró 21 vidas
Desde que comenzó la exploración espacial, hubo varios accidentes fatales: en enero de 1967, tres estadounidenses murieron incinerados dentro de una cápsula espacial, mientras se entrenaban en el Centro Kennedy.
En abril del mismo año murió un ruso, Vladimir Komarov, cuando el paracaídas de su nave no se abrió. En 1971, otros tres astronautas rusos murieron cuando su nave reingresó en la atmósfera terrestre.
En 1986 el transbordador Challenger se incendió con siete ocupantes 73 segundos después de despegar.
En febrero de 2003, el Columbia, con siete astronautas a bordo se desintegró al reingresar en la Tierra.