Importante distinción internacional a la viróloga Andrea Gamarnik
Fue elegida como miembro de la Academia de Artes y Ciencias de los Estados Unidos; también se incorporan dos argentinos residentes en ese país: Luciano Marraffini y Valeria Molinero
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Una de las figuras estelares del sistema científico argentino acaba de ser elegida para integrar la Academia de Artes y Ciencias de los Estados Unidos, una sociedad creada en 1780 y que reúne a las figuras más destacadas de múltiples disciplinas artísticas y científicas con la idea de que trabajen juntos “para analizar nuevas ideas, enfrentar problemas importantes para el mundo, y cultivar las artes y las ciencias” en pos del bien común.
Es Andrea Gamarnik, cuyo nombre estuvo muy presente desde el inicio de la pandemia porque a los 45 días de detectado el primer caso local ya había desarrollado, junto con su equipo de la Fundación Instituto Leloir, el primer test de anticuerpos para medir inmunidad frente al SARS-CoV-2. Desde ese momento, se distribuyeron gratuitamente a centros médicos de todo el país más de un millón de kits del test CovidAR, que se utilizó en ensayos clínicos, para hacer estudios epidemiológicos y de efectividad de vacunas.
“Es un momento tan difícil que cuesta celebrar –dice Gamarnik, cuyo grupo de investigación trabaja sin descanso abocado enteramente a encontrar herramientas para controlar la pandemia–. Lo más lindo es que visibiliza y reconoce la investigación hecha desde la Argentina. En estas circunstancias, no queda lugar a dudas de porqué la ciencia es importante, formar recursos humanos, estar preparados. En nuestro laboratorio no nos alcanzan las manos, son tantas cosas las que podemos hacer…”
Gamarnik es un nombre de referencia en el mundo. Formada en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, hizo un posdoctorado en la Universidad de California en San Francisco, Estados Unidos, y volvió al país durante la crisis de 2001 para hacerse cargo del Laboratorio de Virología Molecular del Instituto Leloir. Desde allí, sigue realizando contribuciones fundamentales al conocimiento de la biología de distintos virus.
En 2006, Gamarnik y su equipo describieron cómo se amplifica el material genético del dengue. Este descubrimiento fue aplicado a más de 50 virus transmitidos por insectos que causan enfermedades en humanos. Su trabajo también permitió entender “los rápidos procesos de adaptación viral que se observan cuando el dengue pasa desde el mosquito vector (Aedes aegypti y Aedes albopictus) a humanos y viceversa”, destaca el comunicado del Instituto Leloir que dio a conocer la distinción.
“Entender las barreras biológicas que debe atravesar un virus para pasar de una especie a otra –de mosquito a humano en el caso de dengue– nos permite descifrar los mecanismos por medio de los cuales emergen virus de animales para infectar humanos, como es el caso del nuevo coronavirus”, afirma la científica en ese comunicado.
Un mundo mejor
En 2016, Gamarnik fue elegida como la investigadora más destacada de América latina para recibir el Premio L’Oréal-Unesco Por las Mujeres en la Ciencia. “Cuando, en tercer año de la facultad, entré a un laboratorio y vi las carpetas, los instrumentos, pensé: yo quiero trabajar aquí –dijo en aquella oportunidad–. Descubrí que los virus son fascinantes, porque hacen cosas que uno no puede predecir. Estudié en la universidad pública y sentí que tenía que regresar y devolver lo que había recibido”. Y agregó: “Mi sueño es que la ciencia ayude a desarrollar un mundo mejor”.
Andrea Gamarnik fue incluida entre 252 nuevos miembros de la Academia, entre los que también figuran otros dos argentinos radicados en Estados Unidos: Luciano Marraffini, microbiólogo graduado como biotecnólogo en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y director de un laboratorio en la Universidad Rockefeller, en Nueva York, donde investiga la técnica de edición genética CRISPR-CAS9; y la química Valeria Molinero, del Departamento de Química de la Universidad de Utah, que usa simulaciones por computadora y métodos de mecánica estadística para investigar la interacción entre la estructura microscópica, la dinámica y las transformaciones de fase en materiales desordenados.
Entre los distinguidos este año también se cuentan el paleoantropólogo etíope Zeresenay Alemeseged, descubridor de los restos de Selam, una niña de Australopithecus afarensis de 3,3 millones de años; la científica de computación de Stanford Fei-Fei Li; el creador y cineasta Arthur Jafa; la emprendedora de medios y filántropa Oprah Winfrey; el neurocirujano y corresponsal médico de CNN Sanjay Gupta; y el físico uruguayo Rodolfo Gambini.
Gamarnik se enorgullece de la contribución de los científicos argentinos al control de la pandemia, pero destaca que “Tenemos que armar un sistema científico en serio. Tener buenos científicos no alcanza: necesitamos ciencia. Poder generar información de cómo es la respuesta inmune a las vacunas que se están utilizando en el país, algo que permite que las autoridades de salud tomen decisiones es lo que realmente nos hace sentir útiles. Mis becarios están muy motivados, entregados a esta causa: a contribuir en lo que uno tiene al alcance, estudiar cómo son las variantes, si las vacunas nos protegen… Cada día se nos ocurre un proyecto nuevo y nos embarcamos en lo que resulta necesario. Y cada vez somos más. Se sumó al laboratorio una colega que va a llevar el CovidAR a tiras reactivas para hacer nuevos desarrollos diagnósticos, tanto para el SARS-CoV-2 como para dengue y otras enfermedades desatendidas e importantes en la región”.
Entre los valores que persigue la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias figuran defender los ideales democráticos, elevar el uso de la evidencia y el conocimiento, preservar la independencia, promover la diversidad e inclusividad
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