Hallan una nueva especie, la más austral, de caballito de mar
Fueron descubiertos en la bahía de San Antonio, Río Negro, cerca de Las Grutas
El Hippocampus patagonicus, una nueva especie de caballito de mar, fue hallado en las costas de la provincia de Río Negro. Se trata de la especie más austral encontrada hasta ahora en el océano Atlántico, según indican la doctora Gabriela Piacentino y el biólogo Diego Luzzatto, en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia.
El hallazgo tuvo lugar en la bahía de San Antonio, 20 kilómetros al norte de los balnearios de Las Grutas. Esta es una entrada de mar muy protegida, sin oleaje y con un régimen de mareas que promedian los siete metros. La profundidad máxima de la bahía no supera los treinta metros. Rodeada por médanos, salinas y cangrejales, sólo es accesible por tierra desde los dos extremos que la conforman: la ciudad de San Antonio Oeste y el puerto de aguas profundas San Antonio Este.
Los pequeños hipocampos se ven a simple vista desde la orilla. "Se los encuentra a 15 centímetros de profundidad. Y tienen colores muy llamativos", describe Luzzatto. Algunos son amarillos, con bandas rojas en la aleta dorsal; otros son grises, con bandas negras y puntos iridiscentes de gran brillo.
En contraste con la monotonía de la estepa patagónica, las aguas de la bahía presentan un ambiente colorido y con una alta biodiversidad. Allí conviven esponjas amarillas, rojas, violetas y naranjas, pulpos, cangrejos araña, pequeños caracoles, algas rojas y verdes, y cardúmenes de pequeños peces.
Un pez de aguas cálidas
Descripto por primera vez por Plinio el Viejo, a mediados del siglo I de nuestra era, el caballito de mar ha sido encontrado, en general, en aguas tranquilas y cálidas, en los mares templados y tropicales de todo el mundo. Siempre cerca de la costa, entre praderas de algas.
Es un pez que nada con la cabeza erguida y se impulsa con su aleta dorsal. Las pequeñas aletas pectorales lo ayudan a deslizarse de costado. Es un nadador muy lento, y los expertos calculan que tardaría dos días y medio en recorrer un kilómetro. A diferencia de la mayoría de los peces, está desprovisto de aleta caudal, y la porción posterior del cuerpo forma una cola prensil que le permite fijarse sobre las algas.
Tiene un esqueleto cutáneo formado por anillos anulares óseos -llamado también armadura de placas u escudos- que dan rigidez al tronco.
El rasgo peculiar de estos peces es su forma de reproducción. "Tienen un cortejo muy largo, que dura dos días y medio. Es una danza nupcial en la que el macho y la hembra parecen hacer una coreografía y entrelazan sus colas", explica Luzzatto, que trabaja en el Laboratorio de Ecología Marina, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Lo interesante es que el macho es quien incuba los huevos, que le son transferidos por la hembra. "Pero, según lo observado en la naturaleza, la hembra se quedaría acompañando al macho durante el tiempo de gestación, que, para otras especies, dura alrededor de dos semanas y media", agrega el investigador.
Los machos "dan a luz"
El macho incuba los huevos en una bolsa ventral, recubierta de un tejido suave y dispuesta en compartimentos, para mantener cada huevo separado de los demás. En el momento del nacimiento, los huevos eclosionan dentro de la bolsa, por lo cual el pequeño animal da la impresión de sufrir un parto, que, según relata Luzzatto, es muy complejo y dura alrededor de tres horas. "El macho jadea y parece que tuviera contracciones", explica. En cada "parto" nacen entre 250 y 600 crías.
Los caballitos de mar se encuentran entre las especies que están en mayor peligro de extinción, debido a que son empleados como afrodisíaco. Asimismo, por sus colores vivos y su aspecto típico, se vende como animal ornamental para acuarios. También se comercian, secos, como souvenir.
Luzzatto señala que la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres incluye entre las especies en riesgo a los caballitos de mar. Esto significa que para poder comercializarlos debe existir un marco regulatorio basado en estudios científicos acerca de la sustentabilidad del recurso.
"Aún queda mucho por investigar sobre esta especie tan particular y sobre su hábitat", subraya el investigador. Y agrega que la zona donde fue hallada ha sufrido un gran crecimiento urbano, en parte debido al turismo y, también, al desarrollo industrial. De hecho, existen algunos proyectos industriales que podrían tener impacto sobre ese ecosistema y poner en peligro a este pequeño y colorido animal.
La autora integra el Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.